Día Internacional contra la LGTBIfobia

“En Barcelona he encontrado mi identidad de mujer”

La venezolana Vicenta Matos sufrió discriminación por su orientación sexual y diversidad de género hasta que se refugió en Europa

Vicenta Matos, es una mujer transexual  de origen venezolano, refugiada en Barcelona

BarcelonaEl avión que se elevó de Caracas y aterrizó en Madrid, un día de 2007, llevaba a una Vicenta Matos que huía de humillaciones y persecuciones por ser hombre homosexual. A los 61 años responde ahora con la identidad con la que se encuentra cómoda y que le fue negada tanto en Colombia, su país de nacimiento, como en Venezuela, el de adopción. Pero explica que no fue hasta que llegó a Barcelona cuando encontró su primer y único hogar, en una ciudad en la que no ha tenido nunca problemas, excepto algún pequeño incidente resuelto con la condena de los agresores. “En Barcelona he encontrado mi identidad de mujer. Nunca me habría imaginado tener la vida que tengo ahora, tranquila, con un compañero y con amigos”, dice. Matos es asilada, tiene un estatus que no siempre es fácil de conseguir para las personas LGTBI. 

La directora de la Comisión Catalana de Ayuda al Refugiado (CCAR), Estel·la Pareja, advierte de que a menudo vienen de países con leyes "garantistas" que quedan en papel mojado debido a ataques contra el colectivo que están ampliamente aceptados por la sociedad de estos países. Y subraya la importancia del 17 de mayo, el Día Internacional contra la LGTBIfobia.

Ni siquiera la familia de Matos entendió nunca que, como niño, le gustara tanto jugar con niñas y estar siempre rodeado de niñas. Y cuando en casa se descubrió que había tenido una relación con un amigo del barrio, la convivencia se rompió. Tenía 12 años. La madre le dijo que aquello no estaba bien, el padre la amenazó con hacerla subir a una barca y atarle una piedra al cuello para que se hundiera, y los hermanos le repetían que no querían “ningún mariquita” en casa. “He sufrido mucha discriminación por mi pluma, pero es que yo ya era mujer en el vientre de mi madre”, subraya.

Libre en la prisión

Ya de adulta, y nacionalizada venezolana, la reclutó “una banda” para que llevara un pequeño paquete de droga hacia España, aprovechando -dice- que era una "persona vulnerable" y no tenía muchas alternativas más. Era su oportunidad, pensó, de dejar las humillaciones y empezar de cero, pero el sueño europeo acabó en la prisión. Paradójicamente, las rejas de la celda se convirtieron finalmente en una ventana a la libertad. Ingresó en un centro para hombres, pero asegura que siempre se sintió respetada por compañeros y funcionarios. “Ahí ya me maquillaba y casi ya me trataban como una mujer”, explica. Fue ahí donde, durante un permiso, inició el tratamiento hormonal en el Hospital Clínic de Barcelona. De esas conversaciones con el psicólogo del centro surgió una pregunta: “¿Cómo te quieres llamar a partir de ahora?”. 

Ya como mujer pidió el asilo, y el gobierno español se lo denegó como mujer trans pero se lo concedió como venezolana. “Me dijeron que ni en Colombia ni en Venezuela estamos perseguidos”, explica Matos. “Y esto es mentira”, concluye. 

Disfunciones en la demanda de asilo

Estel·la Pareja subraya que es habitual que el gobierno español haga una lectura restrictiva a la hora de conceder asilo a las personas que alegan persecución por orientación sexual e identidad de género. Se asume que si el país de origen del solicitante tiene una legislación proteccionista y garantista basta para denegarlo. “No tienen en cuenta las prácticas sociales extendidas en contra del colectivo que quedan totalmente impunes”, afirma la responsable de la CCAR. Los ataques son varios y van desde acosos hasta discriminación, violencia, amenazas, señalamientos constantes, violaciones correctivas, batidas y asesinatos, según denuncian las entidades defensoras. El último informe del ILGA (la federación internacional del colectivo) señala 69 países con leyes penales (seis con pena de muerte y ocho con castigos físicos) y Pareja alerta del “ascenso de los populismos y de la extrema derecha” porque “en nombre de la moralidad” atacan toda diversidad. 

La CCAR reclama cambios en las entrevistas a los solicitantes de asilo y que se dé credibilidad a sus relatos de ataques, huyendo de visiones "eurocéntricas". Porque, apunta Pareja, quien no ha sido víctima en el país de origen a menudo es porque no ha salido del armario.

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