Espacio público

Barcelona: la ciudad de los perros (desatados)

El Ayuntamiento hace ocho años que tiene pendiente desplegar las medidas previas a multar a quien lleve a su mascota sin correa

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Barcelona tendrá más espacios para traer los perros desatados

BarcelonaEl número de barceloneses que conviven con perros no ha dejado de crecer los últimos años, hasta el punto que, según el Ayuntamiento, en la ciudad ya viven más de 180.000 perros (174.316 identificados con chip, según los datos del Colegio de Veterinarios), que son bastante más que, por ejemplo, los 171.863 niños de hasta 12 años que constan como empadronados. Pero, a pesar del crecimiento, la ciudad todavía no ha resuelto un aspecto importante para la convivencia con las mascotas en plazas y calles: definir dónde pueden y dónde no pueden pasear sin ir atadas. Un tema que se arrastra desde 2014, cuando el consistorio aprobó la modificación de la ordenanza de protección y tenencia de animales que incluía como una de las novedades las multas a todas las personas que pasearan por la calle con los perros desatados. En aquel momento ya se acordó que la medida, que tenía que implicar multas de como mínimo 100 euros, no podría ser de cumplimiento inmediato porque la ciudad de entonces no estaba preparada: había que garantizar que había espacios suficientes para el recreo de los perros antes de prohibirlos ir desatados.

Por eso, los cambios en la ordenanza entraron en vigor con una moratoria que tenía que durar 18 meses y que ahora se ha alargado ocho años porque la ciudad todavía no ha hecho los deberes. Antes de empezar a sancionar se quería garantizar que había más áreas específicas donde los perros puedan correr y definir, como mínimo, una zona en cada barrio que se considerara de uso compartido, donde los animales pudieran pasear sin correa en unas franjas horarias concretas. Un proceso que ahora, y después de muchos meses de discusión con las entidades, se quiere dejar cerrado antes de que acabe este mandato. Para desencallarlo, el gobierno de Colau ha decidido suprimir lo que se dijo que sería un requisito indispensable: quien quisiera entrar en estas áreas compartidas con un perro sin correa lo tendría que hacer acreditando que tenía un carné de tenencia cívica y responsable. Era una propuesta del Colegio de Veterinarios inspirada en lo que ya se aplicaba en ciudades como Ginebra.

En Barcelona, sin embargo, el carné ha muerto antes de nacer. La comisión municipal de Presidencia ha acordado esta semana abolir la necesidad de esta acreditación. Según explicó la tercera teniente de alcaldía, Laia Bonet, la decisión se toma por la complejidad que suponía tanto gestionar la emisión como después controlar que realmente se usaba. Bonet expuso que este requisito los había conducido hacia un "callejón sin salida" y que eliminarlo tiene que permitir empezar a desplegar, por fin, las zonas de uso compartido.

Se quiere tener aprobado el decreto que las defina –tiene que haber como mínimo 73, una por barrio, pero se trabaja con la idea de que puedan ser más– antes de que acabe el mandato. Aunque, como lamentan entidades como Espais Gos, no se puedan empezar a desplegar ya hasta el mandato siguiente. El gobierno admite que la implantación no se hará hasta "avanzado el 2023". Y la moratoria continuará vigente hasta entonces.

El primer paso ahora es que pase el periodo de un mes de exposición pública del cambio normativo que elimina la obligatoriedad del carné. Los grupos de la oposición facilitaron el miércoles la aprobación de este punto, pero no dejaron pasar la ocasión para recordar al gobierno de Colau los dos mandatos destinados a desplegar una medida que se aprobó cuando Xavier Trias todavía era alcalde de la ciudad. "Les ha faltado voluntad política, es impensable que hayan pasado tantos años y que esto aún no esté definido", critica el portavoz de JxCat, Jordi Martí, que también recela del nivel de mantenimiento de algunas de las zonas para perros.

"Un examen para usar la calle"

Lo que sí que celebra la plataforma Espai Gos, que hasta ahora había sido muy crítica con decisiones del gobierno municipal como la de prohibir la entrada de perros a espacios como el Turó Park o Diagonal Mar, es que se haya acordado abolir el carné porque lo veían como un "agravio comparativo" para los propietarios de perros. "A nadie se le hace pasar un examen para hacer uso del espacio público y es precisamente lo que nos querían hacer a nosotros. No tenía sentido, era una discriminación", dice Àngela Coll, portavoz de la entidad, que también explica que en los últimos meses han ido acercando posturas con el gobierno municipal sobre posibles zonas de uso compartido y que algunos distritos han sido más sensibles que otros a la hora de definirlas.

El ejemplo de lo que no tendría que ser, dice, es que el Eixample se considere media plaza Tetuan como un espacio óptimo para pasear al perro, cuando es un lugar con muy poca vegetación. La elección definitiva de las zonas se dará a conocer antes de que acabe el mandato. La ciudad tiene ahora 110 espacios de recreo para perros, una veintena de los cuales de más de 700 metros cuadrados, y a esta lista se sumarán, cuando estén desplegadas, las zonas de uso compartido. En el resto de los espacios, los perros tendrán que ir siempre atados. No habrá cambios para los perros de razas consideradas potencialmente peligrosas, que ya no pueden pasear desatados. Y el único lugar donde sí que se puede multar por pasear con el perro sin correa son los parques porque esto ya se regulaba antes.

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