"Te pones barriga postiza, ingresas y te daremos un bebé en adopción"
Una familia de Girona, a quien habían ofrecido un niño robado, busca una hermana que habían dado por muerta en 1970
Barcelona"Si no puedes tener un hijo, te pones una barriga postiza, haces las visitas al médico de manera normal, ingresas y te daremos un bebé en adopción. No lo tienes que decir a nadie, solo a tu marido". Estas son las palabras que dijo una enfermera de la Clínica La Alianza de Girona, hoy Clínica Onyar, a Paquita hace más de 50 años. Había tenido problemas con los embarazos, había perdido a tres criaturas, y la enfermera, amiga de la familia, planteó esta posibilidad. Al cabo de un tiempo, y después de haber tenido a una hija sana, Paquita vio como le desaparecía una criatura acabada de nacer. Sana y fuerte. Justo antes de recibir el alta como le había anunciado el médico. Al cuarto día, sin ningún preaviso, le dijeron que la niña había muerto y no se la dejaron ver nunca más. El nacimiento y su hipotética defunción no constan en ninguna parte. En la familia Sitjà siempre han tenido claro que les robaron la hija, que ya tenía nombre: Lourdes. Y lo saben porque a ellos mismos les habían ofrecido la posibilidad de obtener un bebé robado.
El caso de la familia Comas
Hace unos días, a Dolors Sitjà le hicieron llegar el reportaje del ARA sobre el hermano robado que busca la familia Comas. Un niño que desapareció sin dejar ningún rastro en 1965, también en la Clínica La Alianza. Dolors se puso en contacto con una de las hermanas Comas para continuar juntas la búsqueda de sus familiares desaparecidos –ya son varias familias que vivieron situaciones similares y han ido contactando últimamente entre ellas–. La de los Comas y la de los Sitjà son dos experiencias con muchos puntos en común.
En el segundo caso la niña nació a finales de enero de 1970. Paquita había perdido tres hijos por una incompatibilidad de RH con su marido, pero se sometió a un tratamiento y pudo tener una criatura, Dolors. Cuando la hija estaba a punto de cumplir los 5 años, nació su hermana Lourdes. El bebé estaba en perfecto estado, pesaba 3,5 kg, pero las enfermeras y monjas de la Clínica La Alianza le dijeron que sería mejor ponerla en la incubadora. Así pues, separaron a la niña de la madre, que reponía en otra cámara. "Nos dejaban ver a la niña, pero una enfermera nos iba advirtiendo que no cogiéramos mucho afecto a la criatura porque cuando son tan pequeños a menudo parecen sanos y empeoran de un día para el otro", explica Dolors. La familia pidió que la bautizaran, igual que habían hecho con la hija mayor solo nacer, pero padre Ramon no lo hizo.
Sin bautizo ni documentos
Roser tiene 86 años. Hace 51 estaba en la clínica junto a su cuñada. Recuerda como, al tercer día después del parto, el doctor Frigola les dijo que estuvieran "tranquilos" porque la niña estaba "perfecta" y que al día siguiente podrían irse a casa. Nada más lejos de la realidad. Al día siguiente comunicaron al padre que la pequeña Lourdes había muerto. No les dejaron ver a la niña. Insistieron en que se fueran a casa y olvidaran a aquella hija "rubia y de ojos azules". "Imagino que su aspecto físico la hacía muy atractiva para darla en adopción", asume Dolors, que vio como su madre "no lo pudo digerir nunca", porque "tuvo claro desde el principio que la habían robado" y "se convirtió en tema tabú". "Entonces no sospechamos nada", admite Roser con pena. Con el paso del tiempo lo que pasó durante aquellos días ha tomado una nueva dimensión. "Si la niña estaba todo lo bien que decía el doctor, ¿por qué no nos la dejaban tener dentro de la habitación?", se pregunta rememorando las "vueltas por el pasillo" de aquella monja que las "vigilaba todo el rato" acotándolas de "reojo".
A pesar de que la familia tenía nicho en el cementerio, la criatura no se enterró ahí. ¿Por eso no la querían bautizar?, se preguntan ahora a la familia, conscientes de que si la hubieran bautizado la habrían tenido que enterrar ahí. No supieron más nada. La madre se fue del hospital sin ningún papel que acreditara que había dado a luz a una niña; tampoco la teórica defunción.
Hace un par de años, Dolors intentó rebuscar en el pasado familiar, en busca de la hermana que había llegado a ver de muy pequeña en el hospital. La Clínica La Alianza no tenía constancia de nada, tampoco el Registro Civil de Girona. Repasaron casi dos años de historiales –desde principios de 1969 hasta finales de 1970– y no había ningún nacimiento ni defunción asociados a su madre. Lourdes no existía. La idea de que fuera un bebé robado fue cogiendo fuerza, se repetían los patrones que otras muchas familias habían denunciado. Y, además, ellos sabían que todo aquello pasaba porque desde la misma clínica se lo habían ofrecido. A ellos, a una familia modesta y trabajadora de Girona. ¿Qué no se podía conseguir, por lo tanto, con dinero?