Residus

El drama del papel film: supone la mitad del plástico en los envases, pero no se recicla

Un estudio rebaja al 15% el plástico que se recupera separadamente en España y solo se recicla el 11%

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La planta de reciclaje de envases en Gavà, donde va a parar buena parte del material del contenedor amarillo del área de Barcelona

BarcelonaFinas capas de plástico sujetan unos pimientos verdes dentro de una bandeja, envuelven una lechuga o tapan una pieza de embutido o una bandeja de canelones preparados. El papel film es una constante en los establecimientos comerciales (de alimentación, pero no solo), hasta el punto de representar casi la mitad (48%) de todo el plástico utilizado en los envases y embalajes en España. Y a pesar del volumen de residuos que genera, prácticamente todo se queda en esto, en material que acaba en el vertedero o quemado. Solo el 3% se recicla, según recoge un estudio que repasa las cifras de recuperación de envases y reciclaje en el Estado, cifras a años luz de lo que exige la normativa europea.

El trabajo, dirigido en la publicación Sustainable Production and Consumption, también pone de manifiesto que la recogida separada de todo tipo de envases de plástico en el Estado es mucho más baja de lo que dicen las estadísticas: la reduce a un escaso 15% sobre el total de lo que se pone en circulación en el mercado. La cifra está lejos de las cotas del 48% o incluso del 70% de reciclaje que asegura Ecoembes, la sociedad privada y sin ánimo de lucro participada por la industria y la distribución que se encarga de gestionar estos residuos en España. A partir del cruce de datos existentes, el trabajo hurga una vez más en la realidad de que las cifras oficiales de recogida selectiva de envases "no cuadran" respecto a lo que pasa realmente, explica uno de los autores, el investigador de Elisava José López Aguilar.

De hecho, un informe de Greenpeace ya alertaba de estos datos hinchados y apuntaba que, en el mejor de los casos, se estaba recuperando el 25% de todo el plástico que tendría que ir al contenedor amarillo. "Las cifras que hemos encontrado no son nuevas, pero las hemos ordenado. En cualquier caso, constatamos que están en línea con los otros países de Europa, donde el aprovechamiento real del plástico también es muy bajo. Lo que sorprende en España es la desviación sobre los datos oficiales, que son privados, pero son los que se envían a [el ente estadístico europeo] Eurostat", añade.

Baile de cifras aparte, alerta López, hay que abordar el reto del reciclaje del plástico real haciendo cambios "aguas arriba" de la cadena, es decir, en el diseño y la fabricación del propio envase. Hoy ya hay diferencias importantes según el tipo de plástico de que hablamos: mientras el reciclaje del papel film es prácticamente inexistente –según López, el único que se aprovecha es el que proviene de envolver palés industriales, que después acaba convertido en bolsas–, el plástico más rígido como el de las botellas de detergente (el HDPE) está en las antípodas y se recicla el 30% de lo que se pone en el mercado. "Puede ser porque son botellas identificables y existe la percepción de que sabe peor tirarlas donde no toca", apunta el experto.

Detalle de lo que va a parar a la planta de gestión de los envases de Gavà.

Armonizar el diseño de los envases y simplificar los materiales que se usan ayudaría a hacer que realmente el sistema de recogida, pero sobre todo el reciclaje efectivo, funcionara, según el experto, que hace un llamamiento a asegurar una "auténtica circularidad" de los materiales. El estudio en el que ha participado hace una propuesta: que el plástico PET (el transparente de las botellas de agua, por ejemplo) se reserve para la alimentación, puesto que es el de más calidad y donde el 25% del material ya tiene que reciclarse por ley; que el HDPE (el de las botellas de lejía y otros productos) se use en la industria no alimentaria, y que el polipropileno (PP) sea "un tipo de comodín más versátil para otros casos".

Para el papel film posconsumo, el que ha estado en contacto con alimentos, la solución no es tan fácil como la eliminación, según López, que insta a ir hacia una "transición" para sustituirlo por un papel film de material compostable y otros derivados en una primera fase para garantizar, al menos, que se puede reciclar.

López sostiene que hace falta que estos aspectos estén mucho más presentes a la hora de legislar. Todavía introduce un elemento más, el del impacto ambiental: "El plástico PET tiene más huella de carbono que el papel film, pero, en cambio, asegura mejor la circularidad del material porque se recicla mucho más". Y todavía añade, dirigiéndose a los gobiernos: "Hemos de pensar mucho más en el diseño, que quiere decir pensar más en qué nos conviene".

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