Violencia sexual

"Deja los estudios": el consejo de una responsable de la universidad a una alumna que había denunciado una agresión

El abuso lo cometió un compañero de clase de la UPC y ella le denunció a los Mossos y está pendiente de juicio

El Campus donde se realizan los estudios de ingeniería civil de la UPC en Barcelona
02/05/2025
4 min

BarcelonaNunca le vio "peligroso". Era un compañero de clase, seis años mayor, peculiar, pero ni mucho menos podía intuir lo que acabaría ocurriendo. Joana –nombre ficticio para preservar la identidad de la víctima– fue agredida sexualmente cuando tenía 19 años por un compañero de clase de la UPC, GS lo acabó denunciando y ahora está pendiente de juicio. La Fiscalía pide dos años de cárcel al presunto autor de la agresión. Durante el proceso, Joana sintió que su universidad le fallaba.

El chico la intentó aislar durante los años que compartieron aula. Cada vez iba a más, aunque ella intentaba alejarse. Sin embargo, era difícil, ya que en la carrera de ingeniería civil hay pocos alumnos y, por tanto, coincidían en trabajos y él hacía todo lo posible por estar cerca de ella. Incluso dejó caer entre el grupo de compañeros que tenían una relación, pero que ella lo escondía porque era vergonzosa. En octubre del 2021, cuando durante la noche estaban estudiando para un examen, él le hizo unos tocamientos mientras la chica y una compañera se habían estirado un rato para descansar. Además, Joana sostiene que GS le robó contenido íntimo del móvil (una serie de vídeos) mientras dormía. A partir de ese día comenzó la pesadilla.

Pese al impacto de lo que acababa de ocurrir, y que iba totalmente "perdida", tras el examen trasladó el tema a la UPC, a la persona de referencia por cuestiones de acoso. La primera respuesta que obtuvo de la universidad asegura que fue "lamentable" porque pensaba que la guiarían en un momento de crisis y sólo se sintió revictimizada. Según explica Joana, los primeros inputs que recibió fueron que los hechos habían ocurrido "fuera de la universidad" y que aplicar el protocolo "de nada serviría". Tras una reunión con la vicerrectora y los servicios jurídicos, le dijeron que los hechos relatados eran "constitutivos de delito" y que debía presentar una denuncia a los Mossos y, posteriormente, realizar una queja en el centro. No era tan fácil. Nunca lo es para una víctima de violencia sexual.

El segundo cuatrimestre fue una "tortura". Compartía espacio con él. Estaba "deprimida" y dejó de comer, algún día no tenía fuerza para ducharse o salir de casa. Pero al mismo tiempo, por la situación familiar que tenía, debía aprobar a toda costa el curso. "Cada día intentaba sobrevivir", explica a la vez que recuerda cómo iba con miedo al centro, muchas veces acompañada de su pareja, y cómo había días que no tenía fuerzas ni para "coger un bolígrafo". Pero nada podía hacer. "Si iba a urgencias, ¿qué podía decir?", se pregunta. En verano pidió marcharse de Erasmus, "lo más lejos posible", para intentar poner distancia con lo sufrido y lo que vivía cada día en la universidad. Esto le dio fuerzas para denunciar a los Mossos d'Esquadra e iniciar el procedimiento judicial.

Él también hace el máster

A su regreso de Erasmus, en el verano del 2023, se apuntó a un máster. Él también, ya medida que pasó el tiempo tuvo una actitud más desafiante con Juana, que pidió no compartir espacio con el agresor, dar clases online o dividir la clase en dos grupos. Le dijeron que no era factible por cuestiones logísticas y de presupuesto. Pero lo que más le duele es que la persona de referencia que debía ayudarle, en tono distendido, le dio una posible solución a lo que estaba sufriendo: "Puedes dejar los estudios".

Ante este escenario buscó ayuda fuera, a Aadas (Asociación de Asistencia a Mujeres Agredidas Sexualmente), y en mayo de 2024 solicitó formalmente la activación del protocolo. Hasta entonces no lo había hecho porque le habían desanimado argumentando que "sería muy difícil demostrar" los hechos y recordando que la agresión había "pasado fuera del centro". Por último, el 24 de julio la comisión emitió un informe en el que acordaba y planificaba diversas medidas para "evitar" la coincidencia presencial de ambos y "garantizar un entorno seguro y respetuoso". Unas medidas que, para Juana, llegaron muy tarde. "En tres años, y después de muchas reuniones, la única solución que me dieron fue dejar mis estudios", lamenta.

La UPC, sin entrar a valorar los casos concretos por un tema de confidencialidad, asegura que, si "una persona denuncia una situación de violencia", el centro busca "activar con celeridad todas las medidas de apoyo y acompañamiento", al tiempo que "aplicar el marco procedimental que está vigente en el momento en que se produce" la agresión. Tras la publicación de la noticia, la universidad ha asegurado que "no puede realizar valoraciones sobre los hechos que son objeto de una denuncia penal" y que el protocolo "queda limitado" a los hechos que no están judicializados para evitar "interferencias y preservar los derechos de todas las partes". En cualquier caso, la UPC asegura que la referencia a dejar los estudios de una responsable del centro "no refleja las actuaciones ni las indicaciones institucionales" y que lamenta si alguna comunicación se ha percibido de esta forma.

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