Abuso laboral

Acoso laboral y abuso de poder durante 25 años del catedrático Vicenç Navarro en la UPF

Secretarias, profesores y personal de investigación denuncian el maltrato del docente y el uso de recursos públicos para tareas personales

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Vicenç Navarro en una fotografía de archivo

Barcelona"Había llegado a trabajar a oscuras para que él no supiera que estaba en el despacho. Llegué a saltar por la ventana para que no me encontrara". Quien lo dice era profesora asociada de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Huía del catedrático de ciencias políticas y sociales Vicenç Navarro, profesor durante más de 45 años de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, en los Estados Unidos, 25 años vinculado a la UPF y uno de los grandes intelectuales de la izquierda en España, impulsor de Podemos. El ARA ha recogido una cuarentena de testimonios que describen el maltrato que recibían muchas de las personas que trabajaban para él. Un patrón de comportamiento repetido durante 25 años que no se resolvió hasta el año 2021, cuando se le abrió un expediente disciplinario y su relación laboral con la UPF se acabó. Todas las voces contactadas por el diario menos tres hablan del abuso de autoridad de Navarro, y algunas de ellas también de manipulación, comportamientos despóticos y sectarios que derivaron en depresiones, bajas por ansiedad, estrés y problemas de salud de algunos trabajadores que estuvieron bajo su responsabilidad. Sobre todo secretarias, investigadores y profesores asociados, gente en un rango inferior que trabajaba bajo sus órdenes. Con los iguales, sobre todo catedráticos, no actuaba del mismo modo.

Preguntado por el ARA, Navarro dice que estas acusaciones "no son ciertas" y asegura que no es "consciente" de las quejas de su personal. "Estas informaciones las están dando personas que me quieren desacreditar y destruir", señala el catedrático. "Nunca he utilizado a mis trabajadores para tareas personales. Quizás he cometido errores, pero no he abusado sistemáticamente de mi personal", añade. 

Problemas con los trabajadores

"Me tiró una grapadora a la cabeza", relata una trabajadora. "Tenía un nulo control de la ira. Explotaba de la nada, y cuando veía debilidad se agarraba a ello", añade otra. "Ver a gente salir llorando de su despacho era un clásico", admite un catedrático. "No me dejaba ir al baño sin el móvil", explica otra secretaria. Navarro exigía disponibilidad absoluta y una respuesta inmediata a sus llamadas, hasta el punto de que había llegado a entrar en el baño de mujeres para perseguir a alguna secretaria: en una ocasión incluso cuando una administrativa había tenido un ataque de ansiedad por cómo la trataba.

El Campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra.

El catedrático no tenía en cuenta horarios ni festivos ni fines de semana. A última hora del día, cuando estaban a punto de marcharse, siempre había una teórica urgencia que alargaba la jornada. "Llegué a tener ansiedad cada vez que sonaba la música del Skype porque sabía que estaría horas conectado hablando con él. Sabía cuándo empezaba la llamada, pero nunca cuándo se acababa", recuerda un trabajador. "Me llamaba en fines de semana y festivos y, si no le respondía, me bombardeaba a llamadas", explica una secretaria. El año 2001, a una investigadora se le murió el padre, en Argentina. Ella era la encargada de organizar un encuentro de investigadores que venían a Barcelona. "Tu padre está muerto, no puedes fallarme. No me dejes", le dijo él para evitar que se marchara. Algunos catedráticos atribuyen esta actitud a la autoexigencia de Navarro: "Era hiperactivo y trabajador, rendía más que un profesor normal trabajando la mitad del tiempo".

Privilegios

Navarro (Gironella, 1937) aterrizó en la UPF en 1996, de la mano del rector Enric Argullol. Fue un fichaje estrella –es uno de los científicos españoles más citados en el ámbito de las Ciencias Sociales– con ciertos privilegios que no tienen el resto de catedráticos. Disponía de una secretaria personal vinculada a la UPF y la IDEC, la fundación privada vinculada a Pompeu y en la que él dirigía un prestigioso máster en colaboración con la Johns Hopkins. También tenía una secretaria pagada por la universidad norteamericana. Y en la UPF, además, tenía asistentes de investigación que no dependían de ningún proyecto ni programa, sino directamente de él. Una figura anómala dentro del contexto de una universidad pública. 

El catedrático tenía problemas con la tecnología, que él atribuye a "una condición visual" que le impide "el uso de ordenadores". Escribía los artículos y los correos electrónicos a mano o los dictaba para que sus subordinados los transcribieran y editaran. De esta tarea no solo se encargaban las secretarias, la mayoría altamente cualificadas; también investigadores que acababan haciendo de asistentes personales. En una ocasión, una secretaria estaba mareada y llamó a casa para que la fueran a buscar. Como estaban transcribiendo un artículo, él no la dejaba ir al baño y ella acabó vomitando en la papelera. "Cuando acabé el artículo, pude marcharme", recuerda.

El campus de la Ciutadella de la Universitat Pompeu Fabra

Según decenas de testigos, mezclaba los trabajos académicos con la vida personal y su vertiente política, y utilizaba recursos de carácter público para hacer trabajos que no tenían nada que ver con la UPF. Investigadores y secretarias se encargaban de llevar su blog personal, de regar las plantas de su casa cuando viajaba a Estados Unidos, incluso de arreglar la caldera, llevar ropa a la tintorería, enviar ramos de flores, preparar viajes personales o hacer compras para su mujer. Alguna vez había pedido también que bajaran la basura de su casa. Además, utilizaba a los investigadores para preparar artículos de prensa que firmaba él e incluso, relata uno de ellos, para hacer trabajos vinculados a En Comú Podem y Podemos. "He hecho investigación por él y la he visto publicada a su nombre sin yo saber nada. Le dije varias veces que preferiría hacer investigación en vez de dedicar mis horas de trabajo a sus artículos de opinión", relata un trabajador que denuncia apropiación intelectual por parte del catedrático. Una queja que comparten otros testigos, a pesar de que no es unánime: hay profesionales que siempre se sintieron respetados a la hora de atribuirse la investigación, a pesar de reconocer por parte de Navarro el maltrato hacia las secretarias. 

Expediente disciplinario

Hasta el 2008 Navarro fue catedrático de la UPF. Posteriormente, hasta el 2018, pasó a ser catedrático emérito. Ese año se incorporó a la Barcelona School of Management (BSM), la escuela de negocios de la UPF, como director del Máster Universitario en Políticas Públicas y Sociales. Antes había estado trabajando como colaborador externo. En febrero de 2021 todo explotó. Varias fuentes señalan que fue la BSM quien abrió una investigación de oficio, mientras que el centro asegura que no tenía conocimiento previo de los hechos y que todo arrancó con una denuncia. Un grupo de abogados externos instruyó el expediente disciplinario que concluía que había habido "maltrato de palabra y obra" por parte del catedrático, "invasión y desnaturalización de horarios" y "abuso de autoridad, encargando trabajos privados y domésticos en horario laboral".

Según la BSM, la instrucción "determinó la culpabilidad del presunto acusador" a partir de los testigos y de "pruebas irrefutables". Después directivos del centro se entrevistaron con Navarro para darle la oportunidad de presentar alegaciones. El catedrático mantiene que él "nunca" vio el documento y que se le impidió. La BSM afirma que el docente "no dio ningún dato, hecho o argumento que pudiera contradecir las pruebas" y que "se limitó a no reconocer los hechos". Habiendo constatado varios casos de "acoso laboral", la dirección de la BSM dio por acabada la relación laboral de Navarro con la institución y le denegó el estatus de distinguished professor y cualquier otro reconocimiento. Navarro formalizó su jubilación en la UPF justo después de que la universidad le comunicara la intención de abrir un expediente sancionador que podía acabar en despido. Entonces tenía 83 años. 

La BSM hizo llegar el expediente a la universidad Johns Hopkins. En respuesta a las preguntas del ARA, la universidad norteamericana mantiene que "no hace comentarios sobre los informes confidenciales de sus profesores", pero asegura que Navarro se retiró de la institución en 2021. En cambio, Navarro afirma al ARA que todavía hoy sigue impartiendo clases en Baltimore, tal como consta en la página web del centro.

La universidad Johns Hopkins de Baltimore, en los Estados Unidos

Dos años antes, en junio de 2019, una secretaria vinculada a la universidad Johns Hopkins pero que trabajaba en Barcelona mandó una carta a las dos instituciones explicando la manera en la que la había tratado Navarro. "No hice una queja oficial porque tardan meses o años en investigar", relata ella, que admite que necesitó seis meses para ponerlo sobre papel porque "estaba traumatizada". La respuesta que obtuvo tanto de la UPF como de Hopkins es que se lo tomarían "seriamente". Pero no supo nada más hasta 2021, cuando se abrió el expediente disciplinario. Fuentes consultadas por el ARA, sin embargo, han explicado que en 2019, después de la carta de esta trabajadora, la universidad norteamericana hizo "una advertencia clara" a Navarro de que aquello no podía repetirse. En Barcelona, el entonces rector Jaume Casals se reunió con el catedrático para trasladarle que no podía comportarse de este modo con los trabajadores. 

La mayoría de testigos han explicado al ARA que estas situaciones eran vox populi y que se habían trasladado a los responsables tanto del Idec como de la UPF. Hasta el 2021, sin embargo, no se activó un mecanismo formal de denuncia. "Lo supimos, eran casos graves, pero nunca tuvimos la posibilidad de hacer nada. ¿Qué puedes hacer sin denuncia?", reconocen fuentes cercanas a la dirección de la universidad. "A pesar de que durante todo el periodo no hubo ninguna queja formal respecto al profesor en cuestión, había una preocupación respecto a lo que se comentaba de su comportamiento con sus colaboradores, tanto administrativos como de investigación", explica Josep Joan Moreso, rector entre 2005 y 2013. "Ante estos temas no estuvimos de brazos cruzados, hicimos todo lo que estaba en nuestra mano. El rector puede abrir de oficio un expediente, pero no se puede basar en conversaciones y rumores, necesita que se formule la denuncia", añade Jaume Casals, rector entre 2013 y 2021. Durante su mandato se abrió el expediente disciplinario a Navarro. 

"Los mecanismos institucionales han fallado. No puede ser que haya una persona actuando así hasta 2021". Es la frase de un investigador, pero la idea la repiten decenas de personas. También asume este discurso una parte del profesorado. Se actuaba con buena voluntad, ayudando como se podía al personal que sufría la manera de hacer de Navarro, pero la problemática no se abordaba nunca de cara. "En aquella época se toleraban muchas cosas. La situación era conocida en el departamento, pero él dependía de la fundación. Los cargos administrativos y académicos no se querían meter", dice un catedrático. "Él ha hecho lo que ha hecho por culpa del sistema. Aquí está el problema", subraya una trabajadora, que señala que casos como estos hay "muchos" adentro de la academia. "Se ocupaba de tener muy buena relación con el poder –señala una secretaria–. Estas situaciones no cambiarán hasta que las personas que tienen poder lo denuncien".

La UPF hace una revisión de oficio

A raíz de la investigación del diario ARA la Universitat Pompeu Fabra ha iniciado una revisión de todo el material en lo referente a Vicenç Navarro y aseguran que el Departamento de Recursos Humanos no tiene quejas formales sobre el catedrático de Ciencias Políticas hasta el 2021, cuando se activa el protocolo en la BSM. Sin embargo, han encontrado un documento de carácter informal del año 2018 en el que una persona atribuye un "trato despótico" a Navarro. El equipo de la nueva rectora, Laia de Nadal, admite que "los procedimientos no han funcionado correctamente" y tienen "margen de mejora", motivo por el que se ha creado un grupo de trabajo con asesoramiento externo para tratar casos de acoso y abusos. Además, se ha encargado una revisión a fondo de lo que pasó durante 25 años con el catedrático Vicenç Navarro por si hay que establecer mecanismos de reparación con las personas que lo sufrieron.  

Investigación

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