Otro error de cálculo retrasa la inauguración del Bernabéu
El Real Madrid proyecta obras en los vestuarios para el verano para acoger partidos de la NFL


BarcelonaEs muy probable que la mayoría de los espectadores que ven los partidos del Real Madrid por televisión piensen que las obras del Santiago Bernabéu ya están terminadas. La realidad es que, seis años después de haber comenzado la remodelación, todavía hay operarios trabajando por las tripas del estadio madridista. Lo que las cámaras no enseñan son las lonas que tapan las tareas pendientes y que muchos asistentes deben atravesar para acceder a sus localidades, además de las vallas y señalizaciones provisionales que existen en las calles que limitan. Florentino Pérez, el presidente plenipotenciario del club, se había marcado el verano del 2025 como fecha para realizar la inauguración del nuevo Bernabéu, pero un nuevo error de cálculo lo impedirá.
¿La razón? Que ya están previstas nuevas obras para el verano: la reforma de una reforma proyectada. La NFL, la liga de fútbol estadounidense, pactó con el Real Madrid acoger un partido de la fase regular de la temporada 2025 alrededor de octubre. Lo que nadie previó era que los vestuarios del estadio no eran lo suficientemente grandes para albergar al ejército de jugadores que intervienen en cada partido: 45. Y hay que sumar aún preparadores físicos, técnicos asistentes y otros miembros delstaff. Aunque no se trata de un proyecto millonario, es bastante complejo -se hace en el sótano- para que los operarios dediquen todo el verano.
No es lo único que hay que cambiar. Confirmada la elección de España, Marruecos y Portugal como sedes principales del Mundial de 2030, Florentino tiene entre ceja y ceja que el Bernabéu acoja la gran final. El problema es que el estadio madridista tiene un aforo de 80.000 espectadores. Es el requisito mínimo que pide la FIFA, aunque queda muy lejos de los 115.000 que tendrá el estadio Hassan II, en Marruecos, o los 105.000 del nuevo Camp Nou, una vez terminadas las obras. Por eso, el presidente madridista quiere retocar la primera gradería y ganar algunas filas adicionales para subir el aforo, como mínimo, hasta las 85.000 localidades, según avanza Relevo. Serviría para el Mundial, pero también para hacer más cajón en la temporada.
El negocio del nuevo Santiago Bernabéu, en cuestión
Todo parte de la necesidad de realizar negocio más allá del fútbol de clubs. Es un problema que viene de lejos. Cuando el Bernabéu quedó obsoleto, Florentino tuvo que debatirse entre remodelar el estadio del barrio de Chamartín o construir uno nuevo en la ciudad deportiva de Valdebebas. El traslado era muy atractivo, porque el club tenía terrenos y todo el espacio del mundo para construir, además, un gran centro comercial para engordar la cuenta de resultados de la entidad. Ahora bien, asesorado por José Ángel Sánchez, JAS, su mano derecha, optó por quedarse donde estaba y remodelar de arriba abajo el histórico estadio del club.
A priori, las opciones de negocio del Bernabéu quedaban reducidas a los nuevos palcos vip, en el museo y en el dinero que se obtenía de las pocas tiendas y restaurantes que se podían instalar. Como no era suficiente para justificar la gran reforma, el plan B de Florentino eran los grandes acontecimientos en el interior del estadio los días que no había partido. De entrada se proyectó un techo retráctil para los días de lluvia y más adelante se instaló el hipogeo para sacar el césped y ganar un espacio mayúsculo para realizar conciertos.
Debía ser El Dorado. Pero ocurre que con pocos meses se vio que el invento hacía aguas. El césped retráctil tenía un coste de mantenimiento elevadísimo y presentaba problemas con la conservación del terreno de juego. Y los conciertos tuvieron que aplazarse por las quejas de los vecinos, que comprobaban horrorizados cómo el ruido superaba con mucho los límites permitidos según la normativa municipal. Era una piedra en el zapato importante porque el Madrid necesitaba esos ingresos para devolver el crédito de más de 1.000 millones que había solicitado. El club buscó una forma de aislar acústicamente el estadio, aunque los arquitectos ya dijeron que era imposible. Efectivamente, todos los conciertos se han aplazado sine die.
En paralelo, Florentino también chocaba con la oposición vecinal para el macroproyecto de aparcamientos en el paseo de la Castellana, que finalmente se detenía por orden judicial. El último tropiezo era el Skybar, un local de restauración de lujo en la última planta del Bernabéu que debía acoger convites y grandes celebraciones. Ya tenía que estar en marcha, pero la empresa que había ganado la concesión quebró. El presidente cedió la licencia a otro empresario, aunque por el momento no hay fecha de apertura. De hecho, explican en la capital que las obras no están terminadas y que cada vez que llueve, hay goteras.
En un intento por defenderse de las críticas, Florentino utilizó la última asamblea para minimizar estos problemas y decir que el volumen de negocio que se perdía con conciertos, aparcamientos y bares era mínimo. Unas declaraciones que chocan con las proyecciones que él mismo había hecho antiguamente y que se contradicen con la urgencia de vender la explotación de los palcos vip a una tercera empresa -una operación similar a la que realizó el Barça posteriormente- para evitar pérdidas en el balance de cuentas de la temporada 2023-24. Todo un aviso para navegantes: hacer dinero con un estadio es mucho más difícil de lo que dicen los estudios antes de empezar las obras.