El delta del Ebro, un laboratorio europeo de la crisis climática

La UE desencalla la prueba piloto de transporte de sedimentos desde el pantano de Riba-roja para frenar la regresión costera

4 min
El restaurante Vasco ha sido rodeado de rocas para protegerlo del mar a la playa de la Marquesa

BarcelonaSi hay un lugar muy cercano donde ya podemos ver los efectos de la crisis climática es el delta del Ebro. Es como asistir a la subida del nivel del mar acelerada, no porque el agua esté subiendo más que en otros puntos costeros, sino porque, en paralelo, el Delta se hunde (por el fenómeno conocido como subsidencia) y la línea de costa retrocede por la falta de sedimentos que le llegan. “En el Delta estamos experimentando lo que sufrirán nuestras playas en 2050 o en 2070, y esto lo hace ser un laboratorio natural excelente donde ensayar soluciones”, explica el catedrático de la UPC y director del Laboratorio de Ingeniería Marítima, Agustín Sánchez-Arcilla.

Hasta ahora en el delta del Ebro “se ha estudiado mucho y se ha hecho poco y de manera muy parcial”, admite Sánchez-Arcilla. La dificultad para poner de acuerdo los muchos actores implicados (administraciones diversas, entidades, particulares) y también la falta de financiación encallan acciones concretas que vayan más allá de afrontar la emergencia después de un temporal. Ahora, sin embargo, un proyecto europeo (la REST-COAST) pone el delta del Ebro en el punto de mira y puede acelerar actuaciones. Financiado con 18 millones de euros y, en el caso de Catalunya, liderado por la UPC, el proyecto identifica 12 puntos costeros prioritarios donde hay que desplegar soluciones urgentes y estructurales de restauración y protección ante el embate climático. Se fijan tres prioritarios, que son, además del Delta, la laguna de Venecia y el mar de Frisia, en el mar del Norte. 

Para Catalunya, el proyecto será una oportunidad para sacar adelante una prueba piloto de transporte de sedimentos en el delta del Ebro, una propuesta histórica que puede paliar la regresión pero que nunca se ha conseguido sacar adelante hasta ahora. El empujón europeo puede ser doble: de entrada en pone recursos para la redacción del proyecto, el análisis y el seguimiento, y, además, fija que las administraciones competentes –en este caso, el ministerio de Transición Ecológica y la Generalitat– tienen que ser socias del proyecto y serán las encargadas de financiar la prueba piloto, es decir, el traslado efectivo de sedimentos. 

Se estudiará transportarlos de pantanos “cuanto más cercanos al Delta mejor”, dice Sánchez-Arcilla sin detallar el nombre. El Govern, sin embargo, adelanta que será el de Riba-roja de donde saldrán los sedimentos: "La prueba quiere movilizar 100.000 metros cúbicos a través de riadas controladas, explica al ARA el director general de Políticas Ambientales, Antoni Ferran. Las riadas controladas harán que el transporte lo haga el mismo río a través de su curso natural hasta la desembocadura. Hacerlo con camiones queda descartado por el impacto en términos de emisiones que supondría, apunta el catedrático de la UPC, que insiste que una de las condiciones de la UE es que las soluciones que se prueben sean naturales y de bajo impacto.

Después, para que no pase “como en las playas del Maresme”, sigue Sánchez-Arcilla, estos sedimentos se fijarán plantando mucha vegetación y muy irregular para que disipe mejor la energía de los oleajes y el temporal no se los lleve. “Una de las claves es que, por primera vez, los ingenieros de caminos de la UPC y los biólogos de Eurecat vamos juntos, un hecho que parecía impensable”, reivindica el director del proyecto. Con la prueba piloto no se resuelve el problema en el Delta, pero sí que se puede “empezar a desencallar” y que bajen sedimentos y con suficiente cantidad, un hecho que no tendría que ser extraordinario sino natural, apunta Ferran.

El experto de la UPC admite que el tema de los sedimentos es especialmente delicado: “Tenemos que tener cuidado con qué hacemos porque las riadas se hacen sacrificando otros usos del agua (agrícolas o la generación de electricidad) y en un momento con menos agua dulce disponible el equilibrio es muy complejo”. De hecho, este punto es fuente de discrepancias entre la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que depende del ministerio, y las entidades presentes en la Mesa de Consenso por el Delta, que piden revisar el plan de cuenca y que se garanticen unos caudales ecológicos al río que permitan la llegada de sedimentos.

El proyecto REST-COAST también incluye levantar en el delta del Ebro una especie de laboratorios donde se recrearán las condiciones de aumento de temperatura previstas para las próximas décadas para ver cómo reaccionaría la vegetación que se quiere plantar en la zona costera para paliar el efecto de los temporales. “Serán como unas cabañas-invernadero donde calentaremos el aire y el terreno en 1,5 grados para ver la interacción entre las aguas y las plantas”, describe Sánchez-Arcilla.

Un escenario inevitable

Al ritmo que aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, se calienta el planeta y avanza la subida del nivel del mar, la adaptación es la única salida que les queda a los litorales. La UE quiere que todos los proyectos piloto que se hagan se puedan reproducir en lugares en condiciones y características similares, porque augura que las actuaciones en las costas serán muchas y variadas en las próximas décadas. “El delta del Ebro es un faro, todo el que seamos capaces de hacer bien allí nos servirá para ir bien encaminados para abordar otras situaciones en zonas deltaicas o de humedales en Catalunya”, corrobora Ferran.

Sánchez-Arcilla recuerda que aunque de la Cumbre del Clima que tiene lugar en Glasgow –la COP26– salieran compromisos de máximos para frenar el calentamiento global, esto no pararía la subida ya garantizada del nivel del mar. “La inercia térmica del agua es tan grande que aunque pusiéramos unos refrigeradores en la atmósfera, el agua se seguiría dilatando”, dice gráficamente. Hasta dónde llegará este incremento ya depende de los escenarios que dibujan los científicos: los más optimistas hablan de una subida mediana del nivel del mar de 50 centímetros en 2100; las tesis más pesimistas dicen que podría llegar a rozar el metro.

stats