El edadismo en casa: "Mis hijas me tratan como a una niña"
La gente mayor se queja de que deben realizar demasiados trámites online y denuncian el trato infantilizante de servicios y empresas
BarcelonaA punto de entrar en el mercado, Lluïsa García dice tener una "agenda de ministra": recoger los nietos y hacerles el almuerzo, limpiar la cocina, ir a nadar una hora en la piscina y hacer la cena para ella, su marido y una de las tres hijas. A sus 75 años, Lluïsa mantiene una vida activa y autónoma, pero se lamenta de que "por ser vieja" a menudo la tratan "como una niña". Desconoce el término edadismo, pero lo que nos explica coincide a la perfección con la definición recogida por la Organización Mundial de la Salud (OMS): discriminación por razón de edad. Y seguramente, entre las mujeres es todavía un comportamiento más pronunciado. ¿Y quién la discrimina? Luisa se para un momento a pensar y señala que las hijas "a menudo" la tratan como si fuera "menos" y también "hacen y deshacen" sin tenerla en cuenta en cuestiones que le afectan directamente. "Es como si la tortilla se hubiese vuelto y ahora somos los hijos de nuestros hijos", añade Susana Pous, de 70 años y con dos hijos por encima de los 40 que tienen familia propia, pero se organizan "contando" con el trabajo de los abuelos.
Desfogadas de los agravios familiares, ambas mujeres también apuntan hacia otras direcciones: los bancos, los supermercados, incluso el ambulatorio, en los que a veces notan que estorban cuando hay un malentendido o preguntan por aclarar dudas. De hecho, en el primer informe del Servicio Estatal de Atención a Personas Mayores, presentado este miércoles en Madrid, la mayoría de los encuestados indican que los principales obstáculos que les afectan están vinculados al acceso a la información sobre prestaciones y servicios (36%), la brecha digital (26%) y los cuidados (10% ). En su primer año de funcionamiento, la entidad ha recogido medio millar de quejas y consultas, sobre todo de mujeres, las más concienciadas y con menos vergüenza por levantar la voz.
La "moda online" en los teatros
Lluïsa tiene un teléfono móvil, desde donde "organiza" la rutina familiar, desde todo lo que necesitan las hijas y los nietos hasta la agenda social de quedar con las amigas del gimnasio o del barrio para ir a hacer" la ruta del colesterol". Sin embargo, denuncia que desde la pandemia hay demasiados trámites que deben realizarse online y con cita. Rafael Moliner, de 80 años, ya ni intenta pedirle hora al médico, y se lamenta que depende del hijo. También en su entidad bancaria tuvo "problemas" cuando le instaron a utilizar el correo electrónico y la aplicación virtual, en lugar de pasar por ventanilla como siempre. "Al final tuvimos que pelearnos para que me mantuvieran la libreta, porque me decían que lo mirara en internet y yo quiero ver mi saldo sin tener que pedir ayuda", asegura Mati Moreno, de 79 años, que también se queja de que les teatros se hayan "apuntado a la moda de comprar online", lo que le dificulta la adquisición de las entradas.
En la presentación del informe, la presidenta de HelpAge Internacional España, Isabel Martínez, que gestiona el servicio, ha denunciado "el lenguaje poco amable" con las personas mayores de las administraciones públicas, así como los obstáculos que les ponen a la hora de gozar de los mismos derechos que otros colectivos. Se refiere, por ejemplo, a la denegación de una tarjeta de compra por tener más de setenta años o la limitación de algunos bienes.
Tanto Rafael como Lluïsa cuentan la misma historia de menosprecio y "engaño por ser grandes". Relatan que sus compañías de telefonía y electricidad les han cobrado "extras" que ni han pedido ni necesitan. Pese a que ellos mismos cogieron el teléfono para intentar hablar "mil veces con la operadora", no salieron adelante y durante meses siguieron pagando más de lo que querían contratar. "Necesitamos que vuelvan los cuidados de persona a persona, no todo puede ser a través del ordenador", resume Lluïsa.