Curso escolar

Francina Martí y Pilar Gargallo: “Los maestros necesitan estabilidad y reconocimiento a su trabajo”

Maestras, expresidentas de Rosa Sensat y la Federació de Moviments de Renovació Pedagògica

4 min
Francina Martí y Pilar Gargallo
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“Los maestros necesitan estabilidad y reconocimiento a su trabajo”

BarcelonaHace un año, las presidentas de las principales asociaciones de docentes reflexionaban en el ARA sobre la crisis educativa a raíz de la pandemia y dejaron un polémico titular: “Muchos docentes el 30 de junio ya no están”. Un año después han dado paso a nuevos liderazgos en sus entidades, pero todavía tienen mucho que decir.

¿Cómo valoráis el paso por las entidades?

F.M.: Rosa Sensat tiene una trayectoria muy larga. Nacimos en clandestinidad, en pleno franquismo, y el reto que teníamos era situarnos en el momento actual, para que realmente fuera útil para los maestros como espacio de encuentro y cobijo para avanzar colectivamente. Creo que hemos roto la manera que había de hacer las cosas, que era muy individual. 

P.G.: Lo he vivido como un gran aprendizaje. Venía con un perfil pedagógico y choqué con la política, y he visto que tenemos que incidir en las políticas públicas para que nos dejen hacer pedagogía. Hemos pasado por instantes muy complejos, como el 1-O y el 155, cuando decían que los maestros éramos adoctrinadores, o la pandemia; pero también momentos de reconocimiento, como cuando nos dieron la Creu de Sant Jordi.

Os despedís de las presidencias en uno de los cursos más complicados. ¿Qué pensáis de lo que pasó el curso pasado?

F.M.: Veníamos de un curso 20-21 en pandemia, en el que las escuelas hicieron muchos esfuerzos, y el curso pasado parecía que tenía que ir mejor, pero acusamos mucho el cansancio, el desgaste, la desorganización, y hubo una ruptura que todavía no se ha cosido entre la conselleria y los maestros. Hay cansancio y los maestros necesitan estabilidad y reconocimiento: creo que el esfuerzo durante la pandemia no ha tenido suficiente reconocimiento y esto afecta a la profesión. Las huelgas llegaron en un momento de una tensión muy fuerte, a pesar de que para mí fueron inesperadas. Parece que empezaremos el curso con movilizaciones y esto es síntoma de que el sistema no está bien y se tiene que resolver. 

P.G.: Para mí las huelgas fueron la crónica de una muerte anunciada. Durante la pandemia los maestros se volcaron en ayudar a los niños y solo un sector muy pequeño, ínfimo, no hizo nada. Y cuando fue la hora de volver, los sindicatos decían que íbamos a morir todos. En la Federación dijimos que teníamos que volver como fuera y fuimos a la escuela a salto de mata, con unos protocolos incoherentes. A la mínima que ha habido una rendija, el sistema ha estallado.

La rendija es el adelanto del curso escolar. ¿Qué opináis?

P.G.: El detonante de las vagas fue el calendario, una decisión unilateral que podría haber sido una gran decisión si hubiera sido pactada.

F.M.: El adelanto del curso ha sido como el calor con los incendios. La situación era propicia: todo estaba seco y la chispa del calendario lo hizo saltar todo por los aires.

P.G.: El problema es que no se han establecido puentes ni alianzas. Tengo la sensación de que pasará lo mismo que con la semana blanca, que no será un cambio sistémico, sino de una conselleria y después acabará cayendo.

El adelanto de curso ha hecho bajar la formación en julio. ¿Cómo se tendría que revertir?

P.G.: Hablamos mucho con la conselleria: ¿por qué queremos la formación de verano? ¿La necesitamos? ¿Queremos que los docentes estén actualizados? Nosotros nos comprometemos a montarlo, pero tenemos la sensación de que no encuentran el sentido.

F.M.: Nos dijeron que las escuelas de verano las hiciéramos por la tarde. Son un patrimonio intangible que no podemos perder, un espacio de encuentro y debate, pero los maestros también tienen que encontrarle el sentido y este año muchos necesitaban desconectar. La formación de verano es diferente de la que tendría que ser la formación de centro, que es la que tiene más impacto. 

¿Los maestros están bien organizados?

P.G.: No nos conocen [a las entidades] y muchos se han organizado por otros lados porque quizás no se han sentido bastante representados.

F.M.: Ahora hay mucha relación entre los centros a través de las redes. Se ha explorado la posibilidad de hacer un Colegio de Maestros, pero esta estructura me parece pasada de moda, demasiado fija. 

¿Qué os sugieren los nuevos currículums?

F.M.: No divergen tanto de lo que hemos estado haciendo hasta ahora, pero todos los cambios requieren tiempo. Los maestros no somos solo ejecutores de normativas, sino que tenemos que dar nuestra opinión para marcar la agenda de las políticas educativas. Y no sé si los sindicatos son los más adecuados para hablar de temas pedagógicos.

P.G.: Son un avance porque reconocen cosas que ya estábamos haciendo y se ha informado a los equipos directivos, pero me preocupa que no haya una estrategia de despliegue y de acompañamiento. Hay cosas interesantes, como las horas de gestión autónoma, la autoevaluación o entender la obligatoria como una sola etapa, pero el papel lo aguanta todo.

F.M.: Hay un gran desconocimiento y, si los que tienen que aplicar los nuevos currículums no saben cómo hacerlo, todo queda en papel mojado. Habrá centros que se pondrán bien, pero continuaremos haciendo lo que hacíamos hasta ahora. No soy muy optimista.

¿Qué esperáis del curso próximo?

P.G.: Escuchar ruido en el patio, que no haya mascarillas, más recursos, que sea lo más normal posible.

F.M.: Más tranquilidad, más estabilidad, también de las plantillas. Y desplegar el decreto de escuela inclusiva, que es una cuestión de recursos y también ideológica, porque no nos lo creemos.

P.G.: Nos falta mucha formación en este sentido.

¿Y qué haréis a partir de ahora?

F.M.: Me incorporo al equipo de innovación del Consorcio de Educación de Barcelona.

P.G.: Seré jefa de estudios de una escuela de alta complejidad en Vilafranca.

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