Así están las posiciones en Europa en el debate sobre el certificado de vacunación
La presión del turismo y la necesidad de desconfinar topan con las incógnitas que comporta la propuesta
BruselasLos países de la Unión Europa se han dado tres meses para terminar los detalles técnicos de un certificado de vacunación que pueda usarse en verano. Así es como están las posiciones en este debate que apenas empieza:
La presión del turismo y la necesidad de desconfinar
Con las fronteras internas de la Unión Europea abiertas solo a los viajes esenciales, los países que dependen más de la llegada de turistas temen perder del todo la temporada de verano. Por eso, uno de los primeros gobiernos que pusieron sobre la mesa la necesidad de crear un pasaporte de vacunación fue el griego. Rápidamente se sumó Chipre, y también Italia y España, a pesar de que desde un enfoque mucho más prudente. Desde Atenas y Nicosia se hace grupo de presión desde finales del año pasado para establecer directamente un pasaporte de inmunidad, es decir, un documento que permita facilitar la entrada y la salida de personas al país, como también la participación en actividades sociales. De hecho, el gobierno helénico ya ha cerrado un acuerdo bilateral con Israel para abrir las puertas a sus turistas y está en negociaciones con el Reino Unido. Este grupo de países apuestan directamente por dar funciones de pasaporte al certificado. Es decir, que sirva para librar de restricciones de entrada o salida a las personas vacunadas. Lo han activado incluso cuando todavía no está del todo claro si una persona vacunada deja de contagiar. Pero no son los únicos. Otros, como Dinamarca, Islandia y Polonia, ya han anunciado que salen adelante con sus propios certificados, empujados por la necesidad de empezar a desconfinar. En sociedades como las nórdicas, donde el debate sobre las libertades individuales tiene un fuerte peso político y social, es urgente empezar a aligerar restricciones.
Los escépticos por las incógnitas y las consecuencias
Ante las presiones de los países más dependientes del turismo, hay un fuerte grupo de escépticos que consideran que todavía es un debate prematuro. Francia, Alemania y también los Países Bajos rechazan por ahora la idea de un pasaporte de vacunación por las incógnitas científicas que todavía quedan por resolver. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, hizo referencia jueves a los primeros estudios en Israel, donde ya se ha vacunado a un porcentaje muy significativo de la población. Los estudios apuntarían que una vez recibidas las dos dosis de Pfizer/BioNTech la transmisión del virus se reduce significativamente. Aún así, todavía no hay certeza. La claridad irá llegando a medida que se vaya vacunando a más gente, y por eso desde el gobierno neerlandés, por ejemplo, insisten que todavía es demasiado pronto para ponerlo en marcha. Además, tampoco se sabe todavía hasta qué punto las vacunas actuales son efectivas con las nuevas variantes del virus, o si pueden surgir nuevas de aquí a verano. Las farmacéuticas, sin embargo, aseguran que están preparadas para actualizar las vacunas si hace falta, y afirman que sus vacunas ya demuestran efectividad. Aparte de los interrogantes mencionados, estos países también ponen de relieve las cuestiones de tipo legal y ético de este mecanismo. Recuerdan que hasta que no se haya inmunizado a suficientes personas puede ser una medida discriminatoria para los que no hayan tenido la oportunidad de recibir la vacuna.
Primero el certificado, después el pasaporte
En un punto intermedio están las instituciones europeas y países como España e Italia. Son partidarios de crear un certificado de vacunación (tal y como se acordó jueves en cumbre europea) y creen que hay que estudiar la aplicación del pasaporte pero no para ponerlo en marcha de manera inmediata. Por ahora el consenso está en continuar los trabajos técnicos que permitan la creación de este certificado digital (ya hay empresas como Google involucradas). Desde España se insiste que lo más adecuado es abordar el debate en dos fases. Que primero se tenga a punto el certificado y que después, una vez se disipen las incógnitas epidemiológicas y se avance en la campaña de vacunación, será más sencillo decidir con celeridad qué aplicación práctica darle. De entrada, sin embargo, fuentes diplomáticas dicen que no se tratará de un pasaporte excluyente. Es decir, que no implicará que las personas que no lo tengan no puedan viajar o no tengan acceso a ciertos acontecimientos, sino que se convertiría en una alternativa a las pruebas que ya existen, como por ejemplo PCRs o pruebas de antígenos. Aún así, esta es la parte más espinosa, porque es la que genera más dudas de carácter legal o de privacidad, y por eso todavía no hay consenso entre todos los gobiernos. La CE se ha dado tres meses para concluir los detalles técnicos del certificado y también para ir allanando el camino para resolver el debate político y encontrar el consenso antes de que empiece la temporada turística de verano.