"Si ser como soy significa ser autista, bienvenido sea"

La actriz y 'tiktoker' Emma Cunill protagoniza la webserie 'Lisa' y visibiliza el autismo en las redes sociales

Júlia Claramunt
4 min
L'actriu Emma Cunill, protagonista de 'Lisa'

Barcelona"Muchas veces, decidir ser tú misma te causa problemas. Por lo tanto, decides ser otra persona y coges rasgos que te gustan de la otra gente, como la manera de andar o la sonrisa. En parte, por eso decidí ser actriz: había estado actuando toda la vida", explica la actriz y tiktoker Emma Cunill, que protagoniza la webserie Lisa, producida por la UVic y Abacus. Cunill se mete en la piel de Lisa, una chica que llega a la universidad para estudiar el grado en ingeniería mecatrónica. Emma, en este caso, comparte un rasgo importante con Lisa y es que tanto la actriz como el personaje que interpreta tienen un trastorno del espectro autista (TEA), una condición crónica que empieza en la infancia y dificulta la comunicación social recíproca.

"El hecho de elegir a una actriz autista permite aportar matices que, si no, seguramente pasarían por alto. Queríamos que todos los detalles fueran de verdad; es decir, aunque sea exagerado porque lo marca el formato, no caer en la ridiculización", explica. "[Al fin y al cabo] Lo vivo en mi día a día", remarca. Además, el artista enfatiza el elevado valor que las personas con TEA aportan en el ámbito laboral. "En el mundo profesional, la gente se piensa que porque tienes autismo eres menos capaz. Pero precisamente por eso, como te gusta lo que haces, eres mucho más capaz. Cuando una cosa me apasiona, no salgo de eso. Te aguanto un rodaje de diecinueve horas y tres días seguidos. Y diez si hace falta", reivindica.

Visibilización a través de TikTok

Pero Cunill estuvo 22 años sin saber que tenía autismo, puesto que se lo diagnosticaron hace poco más de un año. Fue gracias a la red social TikTok que la actriz empezó a "sospechar" que podía tener esta condición, concretamente después de ver el perfil de la canadiense Page Layle. Layle lucha por la visibilización y la aceptación del autismo, y acumula más de 2,6 millones de seguidores en la plataforma. "Tiene autismo y explica el autismo en chicas. Me sentí identificada con la mayoría de las cosas que describía y pensé «tengo que mirármelo»", recuerda Cunill. Pero la actriz decidió ir todavía más allá y se creó una cuenta personal en la que habla del autismo de manera natural y divertida, y que también incorpora en la webserie.

"Las redes sociales me permitieron descubrir que tenía autismo y ahora soy yo quien quiero ayudar a la gente", dice Cunill. "Quién sabe cuántas chicas han estado 50 años de su vida sintiéndose diferentes y nadie les ha explicado qué les pasa", se pregunta. La actriz actualmente tiene más de 19.000 seguidores en la red y asegura que los comentarios son muy positivos. "No doy abasto. Hay muchísima gente que me escribe, pero hay muchas cosas que me preguntan a las que no sé dar respuesta", reconoce.

'Masking' para protegerse

Antes de saber el diagnóstico, la actriz había recurrido de manera inconsciente al masking, que en la webserie se define como el "camuflaje social para adaptarse al uso esperado". Es decir, imitaba el comportamiento otras chicas sin TEA para "no sentirse diferente y pertenecer a algo", explica: "Pensaba que todo el mundo era así, que todo el mundo lo hacía. Y que simplemente eran mucho mejores al esconder como se sentían". Para la actriz, el masking era un intento de protegerse y evitar el acoso escolar. Sin embargo, este "camuflaje" también le pasó factura, sobre todo emocionalmente. "Lo que no se veía lo sufría por dentro. A lo largo de mi vida he pasado depresiones muy fuertes. No entendía qué me pasaba y tenía tanta ansiedad que me rascaba y me hacía heridas", dice.

El diagnóstico, por lo tanto, le proporcionó una gran tranquilidad, puesto que le permitió poner palabras a lo que hacía 22 años que no entendía. "Ahora soy más consciente del masking, sé de dónde vienen las cosas, cómo funciona mi cabeza y cómo me tengo que comportar para evitar malentendidos", señala. "Me habían llegado a decir «Emma, haces daño a la gente». Si yo me sentía buena persona, ¿por qué hacía daño a la gente? No lo entendía", admite. Como en el caso del masking, sin embargo, también tuvo su lado negativo: la actriz asegura que sufrió una crisis de identidad. "«¿Quién soy?», me pregunté. No tenía ni idea, porque toda la vida me había estado creando máscaras diferentes. Pero, cuando lo encuentras, es la mejor cosa del mundo, porque estoy más calmada y a la gente le gusta más. Y a mí también. Si ser como soy significa ser autista, bienvenido sea", manifiesta. A la vez, le ha permitido priorizarse, puesto que ahora se queda en casa cuando le apetece estar sola, en vez de salir con los amigos porque es "lo que es correcto".

Ahora bien, no todo el mundo lo acaba de entender. "Soy una chica que sale de fiesta, que tiene amigos... Y, por lo tanto, les cuesta creerlo", explica, y lo atribuye a la falta de conocimiento. "El autismo se suele entender de manera muy estigmatizada. Además, prácticamente todo lo que se ha visto en el mundo audiovisual es el autismo en chicos. Todo lo que sale de este estereotipo no se entiende como autismo, sino como un intento de llamar la atención, o de hacerte la víctima o una invención", lamenta.

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