Salud

La UPF y Oxford descifran como los fármacos contra la depresión reequilibran el cerebro

Un estudio muestra cómo cada medicamento reconfigura la jerarquía cerebral de forma diferente

El cerebro, a juicio

BarcelonaEl cerebro humano es como una orquesta y necesita a alguien en la dirección para no desafinar. La información que procesa se articula a través de un grupo reducido de regiones cerebrales, que se encargan de coordinar y dirigir al resto. Son las que llevan la batuta. Cuando una persona tiene depresión se descompensa a esta jerarquía entre regiones cerebrales y la información no se transmite correctamente, porque las responsables de coordinar la orquesta no funcionan como toca. Ahora investigadores de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Aarhus han comprobado en un estudio que los tratamientos farmacológicos contra la depresión reequilibran la jerarquía entre regiones cerebrales, es decir, restablecen la coordinación y los músicos recuperan la armonía que habían perdido.

La revista Nature Mental Health ha publicado los resultados del estudio que revela cómo reconfigurar el cerebro deprimido a partir de diferentes tratamientos. Ahora bien, ¿todos los fármacos funcionan igual? Los autores han analizado la respuesta de dos medicamentos, la psilocibina y el escitalopram, y han descubierto que afectan al cerebro de forma bien distinta. "Ambas intervenciones funcionan, porque curan la depresión o mejoran los síntomas, pero los cambios de la jerarquía en el cerebro son muy diferentes", explica al ARA el catedrático e investigador en el Centro del Cerebro y la Cognición (CBC) de la UPF, Gustavo Deco, que ha coliderado el estudio.

Por un lado, han observado que el tratamiento con psilocibina conduce a relaciones más horizontales y menos jerárquicas entre las diferentes regiones cerebrales. Por el contrario, el tratamiento con escitalopram hace que esta reorganización jerárquica se acentúe. "Los cambios en la jerarquía, por tanto, no son idénticos. Uno hace que la jerarquía aumente, de forma más dictatorial, mientras que el otro es más democrático", ejemplifica Deco. Sin embargo, el investigador aclara que ambas opciones funcionan contra la enfermedad, si bien estas conclusiones abren la puerta a encontrar nuevos y mejores fármacos que reequilibren el cerebro de los enfermos.

Preguntar en el cerebro

Los autores han utilizado un modelo computacional individualizado, es decir, realizado a medida para cada uno de los participantes, con el objetivo de cuantificar y analizar los cambios en la jerarquía de las diferentes regiones del cerebro. Han utilizado datos de imágenes cerebrales de pacientes antes y después de recibir el tratamiento contra la depresión, mediante un ensayo controlado aleatorio que comparaba la terapia con psilocibina y escitalopram, sin que ni los investigadores ni los pacientes supieran exactamente el tipo de fármaco aplicado en cada caso.

"Es una técnica sofisticada con la que se pregunta en el cerebro cómo ha cambiado", explica Deco, quien cree que se puede aplicar a cualquier enfermedad psiquiátrica, no solo la depresión. Para el investigador, es una forma "más robusta" de evaluar el efecto de una intervención terapéutica, porque se profundiza en la respuesta que tiene el cerebro del paciente, más allá de cómo se siente él.

Para Moren L. Kringelbach, de la Universidad de Oxford, estos hallazgos "aportan luz sobre un problema importante aún no resuelto: cómo se reequilibra el cerebro deprimido". Avisa que la depresión mayor se ha generalizado y puede convertirse en la mayor causa de morbilidad mundial en 2030, por lo que defiende que se necesitan nuevos y mejores tratamientos. "Debemos entender mejor cómo las intervenciones que actualmente son eficaces cambian la dinámica cerebral de forma significativa", concluye.

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