El drama de la vivienda estalla en las escuelas: 200 alumnos pueden perder su casa y 1.300 viven en hostales
Los centros educativos alertan del impacto de los desahucios en el bienestar emocional de los menores
BarcelonaEl caso se produjo hace dos cursos y todavía sufren las consecuencias: "Se trata de dos niñas, hermanas. Estaban en casa en el momento del desahucio de su familia y vieron cómo llegaban los furgones de la policía, la comitiva judicial, cómo entraban en su casa y cómo las echaban. Las llevaron a la escuela dos trabajadoras del Ayuntamiento. Llegaron en un centro sano y me llegaron a un trabajador: no llegaron en un colegio sano y me llegaron a un trabajador. tarde no tenían casa a la que volver". Quien relata este caso, todavía emocionada, es Anna Pérez, directora de la Escuela Jacint Verdaguer del barrio del Poble-sec de Barcelona. "Siempre hay un caso que te hace saltar, que te hace decir lo suficiente, y para nosotros fue éste", continúa. Este curso tienen otros 18 alumnos en la escuela en la misma situación, en pleno proceso de desahucio.
Cada vez son más los centros que dan un paso adelante para denunciar los casos de desahucios que afectan a sus alumnos en la capital catalana. No son casos aislados: sólo entre septiembre y abril, el colectivo Docents 080 ha contabilizado a más de 215 alumnos en proceso de desahucio en Barcelona. "Pero hay muchos más seguro", adelanta Pérez, quien subraya, por ejemplo, que en el análisis de escuelas que han hecho todavía no hay contabilizados los casos de Vallcarca, que se han hecho públicos en mayo. Sólo en este barrio hay al menos 13 menores escolarizados en cuatro centros diferentes que desde hace unas semanas están a la espera de que los echen a consecuencia de los planes de reurbanización del barrio, que prevén derrumbar edificios viejos (ahora ocupados) para realizar una nueva configuración urbanística.
Los datos del propio Ayuntamiento ponen sobre la mesa una realidad aún mucho más dura, que no se cuenta por decenas ni cientos, sino por miles. En promedio, unas 3.000 personas viven reubicadas en los llamados alojamientos temporales de urgencia en Barcelona. De éstas, 1.700 son adultos y 1.300 niños. Casi el 60% de los usuarios de estas plazas son familias con hijos, apuntan desde el consistorio. Los casos se repiten escuela por escuela, y no siempre en los barrios más pobres.
"Nosotros somos una escuela del Eixample que miraba toda esta problemática de lejos, hasta que nos llegó el primer caso", admite Marta Ortiz, directora de la Escuela Diputació. Actualmente, tienen siete alumnos afectados por procesos de desahucios. "Está en juego el bienestar de los alumnos", subraya Ortiz, quien asegura que en su escuela han detectado que los alumnos pasan por "una especie de luto": "Primero llegan con mucha rabia, impotencia, no entienden nada, y luego pasan a la tristeza, porque ven que el proceso se alarga y que no se revierte". "Y el estado emocional del niño afecta directamente al proceso de aprendizaje", recuerda esta directora.
"Tenemos un alumno que se quedó sin todos sus juguetes, y una de las cosas que más le preocupaba era dónde habían ido a parar y cómo recuperarlos", relata Ortiz. "Es que lo pierden todo, su historia, objetos personales, ordenador, juguetes... y eso en personas que todavía se están formando puede provocar traumas muy bestias", coincide Pérez. "Una madre me explicaba que no tienen mesa, y que la hija mayor hace los deberes en la sala de las lavadoras comunitaria; en otro caso, una niña no quiere ducharse en el lavabo compartido de la pensión. Son casos cotidianos que les afectan mucho en la escuela, también", señala. "Hablamos de niños y familias con los que hemos creado vínculos y que están aprendiendo a leer ya escribir con nosotros. Niños que sienten la escuela como un lugar seguro", añade Mercè Barnés, directora de la Escola Montseny, que tiene casos de menores afectados por los desahucios en Vallcarca. "La escuela no puede ser ajena a esta problemática", resume Pérez.
Sin protocolos
Las direcciones coinciden en que han aprendido a reaccionar sobre la marcha: "Hemos creado una comisión mixta de vivienda con la AFA –explica Ortiz–. Por un lado, intentamos detectar los casos lo antes posible para poner en contacto a la familia afectada con los sindicatos de vivienda y con servicios sociales, porque eso les empodera mucho y les aporta calma; el alumno". Pérez explica que en su centro han organizado un protocolo interno, siguiendo el ejemplo de algunas escuelas de Salt, las primeras en declararse explícitamente en lucha contra los desahucios en Catalunya. Y en Vallcarca, las escuelas acompañan a las familias a las protestas.
"No es fácil para las direcciones dar la cara, porque eso a veces señala algunas escuelas y hay muchas que aún prefieren no posicionarse", apunta Albert Torrent, miembro de la coordinadora de AFA de Vallcarca, quien recuerda que todos estos casos tienen una relación directa con los problemas de la llamada matrícula viva. "Pero es importante que los centros se impliquen, porque sin duda alguna la educación tiene una dimensión política y de pensamiento crítico", valora. Desde la AFA de la Escola Diputació, Pablo Peralta recuerda que son situaciones "que ahora ya le pueden pasar a cualquiera". "Esto lleva años pasando, pero es cuando nos ha llegado a los barrios más pijos que las clases sociales medias han empezado a movilizarse: hacía demasiado tiempo que había una equidistancia muy grave con el tema de la vivienda", lamenta.
Reclamaciones a la administración
Así, estos centros, las AFA y el colectivo Docents 080 reclaman respuestas a la administración pública. "Para empezar, queremos que nos reciban y trasladarles esta preocupación –comienza Ortiz–. Cuando hay un alumno maltratado tenemos un protocolo y sabemos qué hacer; pero cuando el maltrato es estructural o institucional, no hay protocolo", continúa Pérez. "También haría falta una atención psicológica rápida", añade Ortiz.
Otro de los problemas que tienen detectado los centros es que muchas familias desahuciadas acaban en pensiones lejos del barrio, incluso en otros municipios. "Al menos, que los realojen cerca, para que no pierdan el vínculo con la escuela", reclaman.
Al respecto, el Consorcio de Educación de Barcelona asegura estar "en contacto" con la plataforma Docents 080 para guiar "actuaciones que podrían llevarse a cabo". También señalan que el sistema educativo "tiene establecidos mecanismos para favorecer la escolarización de proximidad frente a situaciones sobrevenidas". Esto significa que si la familia desahuciada pide un cambio de escuela para facilitar la conciliación, intentan estudiar el caso individualmente. Sin embargo, el problema es que –tal y como apuntan las direcciones– la mayoría de las familias desahuciadas quieren evitar, además, un cambio de escuela y, en definitiva, un trasiego aún mayor para los niños.