Cambios en la microbiota intestinal podrían disminuir la progresión del Alzheimer
Un nuevo experimento muestra que una microbiota alterada puede favorecer los síntomas de la enfermedad
La enfermedad de Alzheimer es la principal causa de deterioro cognitivo. Se calcula que, en Cataluña, aproximadamente el 2% de las personas mayores de 59 años tienen síntomas compatibles con esta enfermedad. Además, la carencia de tratamientos efectivos combinada con el incremento en la esperanza de vida hace que, según todas las previsiones, el número de personas afectadas de Alzheimer se duplique en las próximas décadas.
El Alzheimer es una enfermedad multifactorial. En sus causas existen muchos factores implicados —genéticos, ambientales y de estilo de vida—, lo que dificulta su estudio. Dada su incidencia y complejidad, muy especialmente el hecho de provocar incapacidad progresiva e irreversible en las personas afectadas, se están invirtiendo muchos recursos para estudiar cómo intervienen todos estos factores y encontrar posibles tratamientos que permitan disminuir su incidencia alcance. Según datos de la Fundación Pasqual Maragall, Barcelona es la séptima ciudad del mundo en la que se generan más resultados en la investigación científica sobre esta enfermedad, con 540 publicaciones especializadas en 2022.
El Alzheimer y la microbiota
Uno de los muchos factores que pueden estar implicados en la manifestación o desarrollo del Alzheimer es el contenido de la microbiota intestinal. Hace tiempo que se sabe que muchas de las personas afectadas presentan alteraciones en la composición de las bacterias intestinales, pero hasta ahora se desconocía si estas alteraciones eran sólo una consecuencia o si, por el contrario, también podían ser parte de la causa.
Para investigar esta posibilidad, la catedrática de anatomía y neurociencia Yvonne M. Nolan, de la University College de Cork, en Irlanda, y sus colaboradores de diversas universidades y centros de investigación irlandeses, ingleses e italianos han analizado hasta qué punto la microbiota intestinal puede contribuir a la manifestación o al desarrollo de esa enfermedad. Según han publicado en la revista Brain, a partir de experimentos con ratones han demostrado que una microbiota intestinal alterada puede propiciar los síntomas del Alzheimer, lo que abre una posible vía para disminuir su alcance o, como mínimo, para retrasar su desarrollo.
Numerosas investigaciones realizadas desde hace décadas en laboratorios de todo el mundo han identificado los principales procesos moleculares y celulares que se asocian a la enfermedad de Alzheimer. De forma resumida, en las personas afectadas se observa una acumulación anormal de determinadas proteínas en regiones específicas del cerebro, entre las que destacan la llamada proteína amiloide beta y la proteína tau, que se enredan y forman los llamados cogollos neurofibrilares . Estas estructuras causan la muerte de neuronas en regiones concretas del cerebro y evitan que se generen neuronas nuevas en la única zona del cerebro que, a efectos prácticos, sigue produciendo toda su vida, el hipocampo.
Dado que el hipocampo es la estructura del sistema límbico que se encarga, precisamente, de gestionar las actividades cognitivas vinculadas al aprendizaje y la memoria, el síntoma más común del Alzheimer que se detecta inicialmente es la pérdida de memoria , así como la dificultad para recordar cosas aprendidas recientemente.
Alteraciones en el hipocampo
En el experimento clave del trabajo, Nolan y sus colaboradores tomaron muestras de microbiota intestinal de personas afectadas de la enfermedad de Alzheimer y las introdujeron en ratones a los que habían eliminado completamente las bacterias intestinales. Como control, utilizaron microbiota de personas sanas, no afectadas de Alzheimer, que también introdujeron en los intestinos de ratones desprovistos de microbiota. Hace tiempo que se sabe que existe una relación entre la microbiota intestinal y muchos aspectos del funcionamiento del cerebro que condicionan el comportamiento, a través del sistema nervioso que une los intestinos con el cerebro.
La presencia de la microbiota intestinal de personas con Alzheimer fue suficiente para afectar a la estructura del hipocampo de estos ratones de manera similar a como ocurre en las personas, y también con efectos visibles sobre su comportamiento. En cambio, en los ratones a los que se inoculó microbiota intestinal de personas sanas, no se observó ninguna alteración significativa de la estructura o funcionalidad del hipocampo. Dicho de otra forma, la simple presencia de una microbiota alterada es suficiente para instigar algunos de los efectos que la enfermedad de Alzheimer causa en el cerebro, en concreto los relacionados con las alteraciones morfológicas y celulares en el hipocampo y con la pérdida de memoria asociada.
Como dicen los autores del estudio al final del trabajo, este resultado no demuestra que la alteración de la microbiota sea la causa inicial directa de esta enfermedad, porque hay otros muchos factores implicados que también contribuyen a ello. Sin embargo, abre la puerta a poder reajustar la microbiota de las personas afectadas para devolverle el equilibrio original, como mecanismo que permita, quizás, retrasar la manifestación de los síntomas. En cualquier caso, el asedio a la enfermedad de Alzheimer se va estrechando poco a poco.