Controlar la pandemia sin vacunas: la estrategia Covid-0

Según varios estudios, el alta capacidad de detección de casos y otras medidas preventivas favorecen la salud y la economía

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Playa de Vietnam el 31 de mayo, después de las restricciones motivadas por 328 casos en un país de 98 millones de habitantes.

Los problemas logísticos en la distribución de vacunas han evidenciado que el control de una pandemia tan compleja no se puede fiar solo a la carta de la profilaxis vacunal. ¿Cuál es la mejor manera de gestionar la crisis, entonces? Varias voces del ámbito científico apuestan desde hace tiempo por una estrategia de control y máxima supresión de la transmisión conocida como Covid-0. A diferencia de la estrategia de lograr la inmunidad de grupo mediante una infección progresiva o de la estrategia de contención o mitigación para evitar el colapso sanitario (el famoso aplanament de la curva seguido en gran parte del mundo occidental), el planteamiento Covid-0 tiene por objetivo mantener los contagios en los niveles más bajos e incluso reducirlos a cero en algunas áreas concretas.

Escrito así, y vista la experiencia de nuestro entorno, esta estrategia parece demasiado perfecta para ser posible. Pero lo es. Lo han demostrado países como Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Vietnam o Nueva Zelanda. Incluso se puede conseguir en lugares donde ha habido una transmisión comunitaria elevada, como la ciudad china de Wuhan o el estado australiano de Victoria. Algunas de las claves del éxito son el aumento de la capacidad de detectar y trazar las cadenas de transmisión del virus y la gestión de los brotes mediante el apoyo económico y asistencial para garantizar el aislamiento de casos y contactos. Según publican en un artículo de análisis en la revista British Medical Journal el profesor de salud pública Michael Baker, de la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda, y otros investigadores, esta estrategia reduce el número de muertes y de personas con secuelas, además de suavizar las consecuencias de la falta de equidad social que la pandemia ha puesto de manifiesto en muchos países. Por otro lado, los efectos económicos de las acciones preventivas que implica, como los confinamientos localizados y de corta duración al principio de los brotes, quedan compensados a medio plazo porque si se consigue reducir bastante la circulación del virus, la economía se puede recuperar más fácilmente que con otras estrategias. Según los autores, el hecho que los países que lo han aplicado hayan sufrido menos muertes y una menor recesión económica apoya este planteamiento.

¿Una estrategia posible?

En un texto más divulgativo, el mismo autor argumenta en el periódico The Guardian que la estrategia funciona con variantes más infecciosas del virus y que, al mismo tiempo, contribuye a conseguir que no aparezcan tantas variantes nuevas.

En un artículo sobre este mismo planteamiento publicado por el Instituto de Salud Global de Barcelona, se argumenta que “una actuación preventiva y precoz para mantener el control de la transmisión no solo evita el colapso sanitario a todos los niveles asistenciales, también por patologías que no son covid-19, sino que permite preservar la salud física y emocional de la ciudadanía y de los profesionales sanitarios, además de mantener la vida social y económica”.

Según explica a este diario la primera autora del artículo, Anna Llupià, del servicio de medicina preventiva y epidemiología del Hospital Clínic de Barcelona, “la estrategia Covid-0 es la que más procura tanto por la vida como por la forma de vida de las personas”. Uno de los problemas del planteamiento actual de mitigación es que “las medidas para evitar la emergencia sanitaria no son solo una solución, sino que crean otros problemas en el ámbito económico y social”. Por lo tanto, “tendríamos que intentar que fueran cortas y que las tuviéramos que utilizar poco”, concluye Llupià.

Ahora bien, ¿sería posible aplicar la estrategia Covid-0 al ámbito catalán o español? “Ahora estamos en una situación de minimizar daños –valora el catedrático de farmacoepidemiologia de la Universidad de Oxford Daniel Prieto-Alhambra–, pero lo habríamos podido hacer el verano pasado”. “Con los datos que tenemos hoy, esta estrategia es la mejor”, añade. Según el investigador, “tenemos que mirar más allá del corto plazo y hablar más de este planteamiento”. Segun él, “después de las restricciones actuales y con el efecto de las vacunas, habrá otra oportunidad para hacerlo el próximo verano”. “Hay que preparar la opinión pública”, remarca.

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