Ni un día en casa

77 Kilos: cultivando la vida

Una carta con producto local, bien elaborada, con toques asiáticos y platos para compartir.

2 min
Gerard y Sara con su ratafía casera en el restaurante.
  • Dirección : calle Mallorca, 77, Barcelona
  • Carta : producto local con toques asiáticos
  • Obligatorio : cebolla asada con anguila ahumada y salsa choron
  • Vino : carta corta, pero bien encontrada
  • Servicio : muy próximo y atento
  • Local : acogedor
  • Precio por persona : 55 € con vino

En el restaurante 77 Kilos, situado en la calle Mallorca de Barcelona, ​​no falta ni sobra de nada. Es un proyecto muy personal que Sara Di Bari y Gerard Cuartero García iniciaron hace apenas un año. "La gente tiene hijos y nosotros abrimos restaurantes", dice ella con una sonrisa. Llevan toda la vida en la hostelería: se conocieron y enamoraron hace cinco años en los fogones de La Barriga del Obispo. Además de compartir vida y corazón, también tienen una misma filosofía: aprovechar al máximo todos los recursos.

De ahí el nombre del restaurante que resume este ideario. Setenta y siete kilos es la cantidad de comida que, en promedio, desperdicia cada español durante un año. “Nosotros no malgastamos lo que tenemos, y ésta es nuestra ideología. Todo el producto que entra en ese local lo maximizamos. En casa hacemos lo mismo”. El restaurante abrió sus puertas el 13 de septiembre de 2023, con la idea de crear un espacio donde pudieran plasmar su visión de la vida. "Era el momento ideal para echarnos a la piscina", comentan ambos.

El concepto de su propuesta culinaria es simple, pero efectivo: una carta con producto local, bien trabajado, con toques asiáticos y platos por compartir. Cuando empezamos a pedir, Sara nos frena con una sonrisa cómplice. "Menos es más, mejor que falte y no que sobre", dice con un guiño. Seguimos el consejo y optamos de entrada por las croquetas de dulce y huevo duro. su madre. Es el punto diferencial”, apunta él. . La brandada, aparte de las tostaditas de aceitunas, viene acompañada también de pimiento del piquillo y piparra. La cebolla asada con anguila ahumada y salsa nos deja boquiabiertos choron. "La hacíamos en la Barriga del Obispo ya todo el mundo le gusta", dicen orgullosos. Las judías con panceta y chipirones son uno de los platos favoritos de Sara, así como el extraordinario canelón relleno de cola de buey con salsa holandesa que tiene un secreto: la pasta. Lo elabora Sara en casa, como manda la tradición italiana. Es ella quien nos recomienda, para custodiar toda la comida, Pilosa, un vino tinto de la Terra Alta con garnacha peluda, elaborado por la bodega Herència Altés en Batea. El postre: un catalanito, hecho con ratafía casera y helado de turrón, y una naranja granizada con helado de naranja, aceite de oliva, gelatina de mezcal y canela.

Después de tanta intensidad, algo de frescura nunca viene mal. Al final de la comida, nos gusta que Sara y Gerard se unan a nuestra sobremesa. Dos limoncellos y una ratafía presiden la charla en la que la pareja cuenta su historia, desde su pasado hasta sus sueños futuros. Sara, originaria de Bérgamo, llegó a Barcelona por amor cuando tenía 20 años y nunca ha mirado atrás. “No volveré; no tengo nada que hacer. Catalunya es mi casa”, asegura con firmeza. Después de celebrar el primer aniversario de su proyecto, están contentos y orgullosos, pero también saben, como dice Gerard, que hay que ir “partido a partido”. Su sueño es expandir el 77 Kilos fuera de Barcelona, ​​con un huerto propio para llevar su filosofía al extremo: no sólo aprovechar lo que entra, sino también cultivarlo.

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