Agnès Busquets: "Es una lástima que nuestra generación tenga el cava olvidado"
Actriz
¿Siempre has tenido una buena relación con el vino?
— ¡No! De pequeña el vino era algo muy presente en las comidas de familia, como todas las que somos hijas de los ochenta. Que si botellas de Protos, Gran Caus, Petit Caus, .... pero no era un tema que me interesara especialmente. Ahora bien, cuando fui jovencita, tendría unos veinte años, decidí hacer el típico curso de vino y fue a partir de entonces que fui conociendo este mundo, ¡hasta hoy! Pero la verdad es que no soy nada buena, sobre todo porque tengo muy mala memoria, por eso normalmente acabo haciendo fotos.
¿Qué vinos tienes guardados en esta galería de fotos?
— En la competición entre blancos y tintos, en mi galería de fotos de botellas de vino tengo más blancos. Supongo que porque quiero una bebida fresquita y ligera, el negro lo asocio a un contexto más invernal, de carnaca, y pienso que no se me pone tan bien. Pero, por ejemplo, el otro día probé un negro natural muy ligero, llamado Octopussy, que lo ha hecho Camila del bar Pepa, que es buenísimo. Además, las ganancias de esa botella van para investigación del cáncer. Algo curioso también es que últimamente me está echando mucho el cava. Pero si tengo que ser sincera, ahora mismo en casa no tengo una gota de alcohol, porque al final son cosas y momentos concretos. Ahora bien, siempre he soñado con tener aquellas neveritas pequeñas de vino y quizás entonces tendría vino siempre.
Entonces tus encuentros con el vino son muy puntuales, al menos dentro de casa.
— Tengo que decirte que yo no soy muy bebedora de alcohol, entre semana intento no beberlo, y cuando se trata de salir, como no soy mucho de combinados, el vino es una alternativa perfecta. Cuando me encuentro más es en los momentos de ocio y salir a cenar. También aquellos momentos de, como dice mi amiga Marta Bayerri, “una copita afterwork”. Esto lo hacen mucho en Francia. Tengo otra amiga francesa, Ann Valerie, que para ella laaperitivo es sagrado, y pienso "¡qué bien!". Si fuera francesa pienso que esto lo llevaría mal. Pero no, todos estos encuentros donde el alcohol parece ser un fijo, deben controlarse.
¿Tuvo algo que ver que seas hija de la ciudad de Tarragona y que empezaras a relacionarte con el mundo del vino?
— Los recuerdos que tengo de pequeña en Tarragona con el vino no son demasiado memorables. Cuando se trataba de ir a comprar el vino para casa, me enviaban a mí. Con ocho añitos chino-xano iba a la tienda, algo impensable ahora. Un recuerdo que tengo muy presente es el de entrar en bodega, que estaba delante de la carnicería, que tampoco la soportaba, y era casi una experiencia traumática para los sentidos. Me vendían vascas. Entre el olor a alcohol y el olor a animal de la tienda de enfrente, siempre pensaba: nunca beberé alcohol. Ha llovido tanto desde entonces que hace unos años la ciudad de Tarragona me hizo cofrade de honor y cuando me casé me regalaron mi peso en vino del Montsant, ¡imagina si han cambiado cosas desde entonces!
El cava se asocia a menudo a la generación de los padres. ¿Cómo fue que te volviste a encontrarte?
— Tengo un amigo que siempre ha disfrutado mucho del cava y me reintrodujo. Es una lástima que nuestra generación tenga el cava olvidado, ahora me he dado cuenta. Por ejemplo, un cava que recomiendo mucho por la buenísima relación calidad-precio es el UMa, la botella tiene un color azulado y es perfecto para una cena ligera. También el De Muller es un cava buenísimo y encima está hecho en una bodega de Tarragona. Todo esto lo estoy haciendo para ver si me envían una botella a casa (ríe).
Ahora estás representando la obra Escape room, ¿se ha encontrado algún regalo en forma de botella de vino o cava?
— ¡Pues sí! ¡Ahora hace poco nos regalaron un rosado que era buenísimo! De hecho, todavía hay una botella que está en el camerino y cada vez digo «hoy me la llevo» y luego pienso «todavía no, debe ser por una ocasión especial», porque si la tengo en casa sé que estaré tentada de beberla y estos regalos deben compartirse.
¿Qué debería pasar por empezar una botella como ésta?
— Estar muy a gusto. De hecho, un día tenía una botella en casa del mejor vino blanco que he probado nunca en mi vida, que lo hacen en los viñedos de Lleida de Lagravera. Y el vino se llama La Pell, la abrí una noche que no tenía previsto. Marta y yo fuimos a ver Mis Cosas y yo de Diana Pla y allí nos encontramos dos conocidos más. Al final terminamos en mi casa hasta las tantas, fabulante, y de repente dije «¡tengo un vino que es de puta madre!». Teóricamente, estaba reservado para un momento especial, pero sentí que no habría otro más apropiado que aquél y al final es eso. Es el momento de gozo y comunión. ¡Es ahora!