Ni un día en casa

Un colmado donde sólo se habla catalán

Una tienda de toda la vida fusionada con un restaurante que trabaja una cocina de nivel con el asesoramiento del chef Jordi Vilà

El equipo del Colmado Pícara.
  • Dirección : Calle Roger de Llúria, 85, Barcelona
  • Carta : Cocina de producto, elaborada
  • Obligado : Solomillo Wellington con croissant del horno San José
  • Vino : Bodega extensa con mucha variedad
  • Servicio : Próximo y profesional
  • Local : Tienda modernista con restaurante
  • Precio por persona a: 70 €

Joan Múrria lleva más de medio siglo siguiendo cada día el mismo ritual: es el primero en llegar a la tienda para levantar la persiana, enciende las luces y después pasa por la calle la escoba de toda la vida. Tiene setenta y seis años y la gran mayoría les ha pasado tras el mostrador de la tienda, satisfaciendo a los clientes que buscaban el mejor producto de la ciudad. Fue pionero ofreciendo quesos de pequeños productores del Pirineo y salmón ahumado y también fue de los primeros en vender champán en Barcelona. Todo ello le trajo una merecida fama y un rotundo éxito que ha sabido gestionar y mantener con el paso de los años, hasta que la ausencia de relevo generacional para continuar el negocio le hizo replantearse seriamente el futuro. Fue entonces cuando apareció Ernest Pérez, actual CEO de la compañía telefónica Hablemos y cliente histórico del Colmado, interesado en darle un impulso. Joan acordó con él cederle la gestión del local para hacer una parte de restaurante, a condición de mantener viva su tienda. Y así nació lo que es ahora el Colmado Múrria, un templo modernista de 1898 donde comprar y degustar el mejor producto del mercado. Una tienda de toda la vida que ofrece los mejores vinos, quesos y embutidos, fusionada con un restaurante que trabaja una cocina de nivel con el asesoramiento del reputado chef Jordi Vilà.

El encargado de dirigir todo el espacio es Toni Merino, que conoce perfectamente las curiosidades y las particularidades de uno de los locales gastronómicos más emblemáticos de la ciudad. También tiene un peso importante en la confección de la carta y es la persona indicada para aconsejarnos en nuestra selección. Iniciamos el aperitivo con un matrimonio de mar y montaña por cada uno (hechos con salmón ahumado y tocino). Añadimos las bravas a la raclette con sobrasada picante, los extraordinarios (así se definen en la carta, y con razón) macarrones de asado de Joan Múrria, las colmenillas rellenas de calamar y butifarra negra (plato de temporada) y el bistec tártaro de solomillo de ternera con anguila ahumada. Danilo, un camarero chileno que se expresa en un catalán perfecto, nos acaba de servir la botella de La Guinardera 2019, un Priorat magnífico 100% garnacha de la Bodega Balaguer y Cabré de Gratallops. Aprovechamos los últimos sorbos para rematar el último plato que compartimos: el solomillo Wellington freestyle con croissant del horno San José, una auténtica maravilla. Con una selección de quesos de la tienda y una cata de digestivos, estamos listos para escuchar a Toni.

Desmiente rotundamente que el Colmado Múrria sea un lugar para turistas: "El 80% de nuestra clientela es local y sólo el 20% son turistas. Mucha gente mayor del barrio aún viene a buscar salchichón o sobrasada", explica. Remarca la importancia que dan a nuestra lengua: "Ernest exige que todo el mundo que trabaja aquí debe hablar catalán y en la cocina también lo hemos conseguido", dice orgulloso. De hecho, también en esto Joan Múrria fue un ejemplo, cuando durante el franquismo rotulaba con la palabra víveres el escaparate y se hartó de pagar multas al régimen que se lo prohibía. Un motivo más para admirarle, y Toni lo tiene claro: "Es una suerte tenerlo aquí cada día. Es una enciclopedia del producto, hacemos muy buen equipo y es la imagen de Colmado: su bigote y el delantal azul". El bigote del Eixample es el de Joan Múrria y exprime verlo en la tienda y en el restaurante durante muchos años más.

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