El radar suculento

La librería para comer en armonía chipirones, albóndigas o un bocadillo de autor

La +Bernat tiene una cafetería, regentada por Carles Armengol, única en su especie

El cocinero es Carles Armengol con el plato del día de la cafetería de la librería de la +Bernat.
23/04/2025
3 min

BarcelonaNi que decir tiene que las librerías alimentan el espíritu crítico, la sed de conocimiento y, en definitiva, el alma. Pero hoy os hablaremos de una librería que también nos alimenta de la forma más prosaica, honesta y directa posible: la + Bernat.

Una amiga me advirtió: "Tienes que ir a degustar las albóndigas que hacen". Tocó las teclas adecuadas para que creciera en mí la inquietud de ir a descubrirlo. Lo que no sabía es que quien se escondía detrás de las albóndigas con chanfaina y arroz basmati era Carles Armengol y toda una concatenación de eventos que le llevaron del barrio de Collblanc a la zona alta.

Armengol es un ser social. Saluda a todo el mundo que entra en la librería por el nombre. Sabe qué van a pedir y quiénes son. Aprendió a cocinar mientras hacía los deberes en el bar de los padres, Collado. Ha vivido "la maldición" –en sus palabras– de crecer en una casa de comidas. Se alejó, se hizo psicólogo. Trabajaba en estudios de mercado y en hacernos querer comprar lo que compramos. Hasta que la crisis le alejó de este mundo y de forma orgánica volvió a trabajar en restauración. Era un oficio que sabía hacer igual que lo que aprendió a montar en bicicleta no se olvida. Cuando su padre se jubiló y encerró al Collado le vio llorar. Algo insólito. Fue entonces cuando decidió que escribiría un libro. Estuvo diez años.

Los bocadillos son uno de los puntos fuertes. En la imagen, el bocadillo de tortilla y queso que prepara Carles Armengol en la librería +Bernat.
El plato del día que ha preparado Armengol: chipirones guisos con garbanzos, patatas y picadura de romesco.

El caso es que este libro, titulado Collado, la maldición de una casa de comidas y publicado con una pequeña editorial (Colectivo Bruxista) fue todo un fenómeno. Sin ir más lejos, en este diario se hizo eco Marc Giró en el artículo El Collado y otros grandes tugurios del mundo y Xavier Theros en Memorias de Collblanc. Todos aquellos lectores que habían crecido en las mesas de un bar rodeados de la parroquia habitual se sintieron reflejados en él.

El ojo afilado de Montse Serrano

Llegó el día de Sant Jordi y su libro se vendió muy bien en especial a una librería, la + Bernat. Armengol acudió con su editor y allí se encontró Montse Serrano. Que según Armengol "sabía leer a la gente" y de quién lamenta su muerte hace unos meses. Ella le propuso que llevara el café de la librería. Las condiciones eran muy buenas y así empezó todo.

Armengol se ha reconciliado con la hostelería, un sector que ha cambiado mucho y que ahora permite tener mejores horarios. Él trabaja de lunes a viernes. Abre por la mañana, donde comienza a servir desayunos. En especial sus magníficos bocadillos, que todos tienen nombre de libro: Gatopardo (mortadela de Bolonia con pesto de anacardos, queso scamorza ahumado y espinacas); Americanah (planchado de hervor blanco con nueces, obispo negro con pistachos y queso havarti); Crimen y castigo (planchado de sobrasada ibérica con queso de Maó, berenjena al horno y un toque de miel). O el bikini clásico, que se llama, claro, Collado.

La fórmula de mediodía es imbatible. Siempre encontrará una ensalada con falafel, frutos secos y salsa de yogur, pero aparte, cada día Carles Armengol diseña un plato caliente, de cazuela. Lentejas estofadas, albóndigas al curry, pollo con salsa teriyaki o chipirones guisos con garbanzos, patatas y picada de romesco. Todos los días, lo que toque. Y el viernes acaba de limpiar. El plato del día vale 10,50, con bebida 11,90 y con postre 13,50. Tiene muchísima clientela habitual, que buscan la atmósfera de la librería para comer tranquilos. Desde gente que se pone con el iPad y aprovecha para mirar una serie, a personas que prefieren la intimidad y acuden a las tablas del fondo. Se puede ir por la tarde a merendar, encontrará buenos pasteles.

Armengol tiene una relación simbiótica con la librería y también gestiona el catering de las presentaciones de los libros, cenas con escritores, el día que se juega en el dominó o en el bridge. En esa librería pasa de todo.

El padre de Carles Armengol, que viene de la cocina clásica y había estado con Josep Lladonosa, ahora le visita en bicicleta y le echa una mano de vez en cuando cuando Carlos necesita consejo. Un nuevo capítulo para esta familia, en otro barrio y otra época, pero con el mismo amor por dar buena comida a la tribu.

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