Lorenzo Cavazzoni: el genovés que quiere jugar la Champions desde Barcelona
Can Bo ocupa la planta baja de un edificio con historia que era la antigua sede de los negocios de Francesc Cambó
- Dirección: Via Laietana, 30 08003 Barcelona
- Carta: Tapas y platos clásicos con toques italianos
- Obligado: Tagliatelle frescos con ragú de cola de buey
- Vino: Algunos catalanes y muchos italianos
- Servicio: Atento e instructivo
- Local: Muy elegante
- Precio pagado por persona: 70 € (50 € menú especial + 20 € maridaje)
A finales de octubre de 2024 abrió Can Bo, el nuevo restaurante situado dentro del Gran Hotel Central, en la céntrica Via Laietana de Barcelona. El establecimiento ocupa la planta baja de un edificio con historia: antigua sede de los negocios de Francesc Cambó, abogado y político, e inspirado en la arquitectura majestuosa de los rascacielos de Chicago. Además guarda una curiosidad entre sus paredes: fue el primer edificio de la ciudad que tuvo ascensor. Pero para descubrir la cocina del chef Lorenzo Cavazzoni, no es necesario ningún ascensor: Can Bo está a pie de calle y respira vitalidad desde el primer paso. "Se acabaron las obras, pero la Via Laietana siempre será un caos", dice con humor Lorenzo, que vive con pasión este proyecto gastronómico cargado de simbolismo. El nombre, Can Bo, juega con el apellido de Cambó y la aspiración de ofrecer una buena comida.
Lorenzo define así su restaurante: "Una casa de tapas catalanas y españolas, con productos de aquí, de temporada y proximidad, pero con alguna intrusión italiana, de mi tierra. Lo hacemos todo con mucho cariño y con un cierto nivel", explica. A su lado está Oliver Peña (Teatro Kitchen Bar), que asesora el proyecto. "Le conozco desde hace años y es un orgullo tenerlo aquí", añade. Todos los platos son para compartir y pensados para disfrutar con maridajes bien escogidos. Empezamos con las gildas XXL de Can Bo, acompañadas de una copa de Inalterat, un cava de la bodega Sumarroca. A continuación llega la ensaladilla rusa con ventresca de atún y la curiosa testa in caseta, un carpaccio de hervor blanco hecho en casa. "Hervimos la cabeza, la dejamos curar unos días, la cortamos fina y la servimos", nos cuenta Giancarlo, el jefe de sala. Estos platos los maridamos con un Levante 90, un vino blanco 100% malvasía de la región de Emilia, fresco y ligero, que recuerda a la sidra. Entre los logros de la carta destaca el bonito ahumado con aceite de ajo.
El arroz con chamuscado de gamba roja, almejas y alioli llega como clímax salado, servido con un vino tinto llamado Volaina de la bodega Credo. "Hagamos un caldo con el jugo de la cabeza de la gamba y lo servimos por encima", detalla el chef. De postre, un tiramisú Lorenzo, hecho al momento con café de Finca y chocolate de Santo Domingo, y un flan clásico, bien afinado y meloso. Evidentemente, aquí también hay maridaje, un Roccolo Grassi, perfecto para poner punto y final a una gran comida.
Una buena ensaladilla
Lorenzo, nacido en Génova, ha trabajado en Roma y Londres, pero lleva seis años viviendo en Catalunya, donde llegó por amor. "Mi pareja quería aprender castellano para ir a trabajar a Sudamérica, pero el buen clima nos hizo quedar", explica. Ahora, bien arraigado, sueña a lo grande: "No es fácil encontrar una buena ensaladilla o una buena tortilla de patatas. Con Oliver queremos hacer bien los clásicos". En la vida nunca se sabe, pero Lorenzo está cómodo en la Via Laietana. Desde allí, sonríe y sentencia: "Quiero luchar por jugar la Champions de la gastronomía catalana".