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Barcelona"Hace años que se ve un peor cambio en competencia lingüística", asegura Xavier Villalba, coordinador del grado de filología catalana de la UAB. Las últimas pruebas de competencias básicas lo ratifican y son especialmente preocupantes los resultados en secundaria. Los alumnos de 4º de ESO registraron el pasado curso el peor nivel de catalán desde que se realizan las pruebas, en 2012, con una puntuación media de 70,7 (el umbral que Educación determina como óptimo es 70 puntos sobre 100). En sexto de primaria, el nivel fue mayor (74,7 puntos) pero lejos de los 76,7 alcanzados en 2021. ¿Por qué ahora los alumnos hacen más faltas? ¿Qué ocurre entre la primaria y la secundaria para que haya este bajón? ¿Cómo se enseña la ortografía en las aulas? ¿Cuáles son los errores más habituales?
A la espera de que se cierren los últimos flecos sobre la nueva selectividad que se hará este curso, las universidades del Estado ya han pedido que se penalice hasta dos puntos la falta de coherencia, cohesión, corrección gramatical, léxica y ortográfica en los exámenes de lengua castellana y en los de las otras lenguas cooficiales, entre ellos los de catalán. En cuanto a la lengua extranjera, la penalización proponen que sea de hasta 1,5 puntos, y en el resto de materias que se reste hasta un máximo de 1 punto.
Los motivos de este descenso ortográfico son diversos. "Esta bajada de nivel es generalizada, e incluso se ha esparcido de primaria a secundaria, y también a bachillerato", asegura el profesor de catalán Xavier Gual. Él lo achaca, primero, a las pantallas. "En quinto y sexto de primaria ya entran portátiles en la escuela y los ordenadores han sustituido horas que antes los niños escribían a mano y eso afecta a la ortografía", apunta, ya que, dado que los programas autocorrectivos ya corrigen ciertas faltas, los alumnos no se fijan en ellos.
"¿Pero las faltas cuentan?", le preguntan los alumnos a Gual. "No, las faltas descuentan", responde él. Es del parecer que la ortografía debe evaluarse más allá de las clases de lengua. "Normalmente, en matemáticas, sociales o tecnología la nota no se ve condicionada por si se ha escrito con muchas faltas o pocas, y desde el departamento de lengua hemos pedido que nos apoyen. Si tan importante es que escriban bien, los alumnos también deben ver que, si hacen un examen de sociales lleno de faltas, también les descontarán puntos. ESO", explica este profesor de secundaria.
De la misma opinión es Imma Pinero, maestra de primaria en una escuela pública de máxima complejidad: "No sólo hay que escribir correctamente en clase de lengua catalana; también en matemáticas porque todo es código escrito", apunta. Pero el problema, dice Gual, no está en primaria, donde hay margen de mejora, sino en bachillerato. "Nos encontramos que todavía hacen muchas faltas y hemos llegado tarde. Te dicen: «Nunca me han suspendido por las faltas», «Si me lo sé todo...» o «El ordenador ya me lo arreglará»" . La clave, opina Gual, es transmitir la preocupación que deben escribir bien, también por no quedar en evidencia, y eso es difícil. "Porque, si somos muy estrictos, ¿cómo los explicas que suspendes a media clase porque hacen faltas de ortografía?". En este punto, Enric Prats, profesor de pedagogía de la Facultad de Educación de la Universidad de Barcelona, reflexiona si un docente que ha estudiado geografía o historia tiene el mismo nivel de corrección de catalán que un maestro que ha estado cuatro años trabajando la lengua . "Actualmente el sistema no puede garantizar que el nivel de corrección de todo el profesorado sea el óptimo", apunta.
El otro factor tan importante como las pantallas es la bajada de la lectura cuando se da el salto de la primaria a la secundaria, ya que la lectura permite recordar visualmente cómo se escribe una palabra. "Y para ello es necesaria la memoria fotográfica y, si han leído menos en comparación con otras generaciones, se nota. Porque a veces cuando ves mal escrita una palabra ya te chirría visualmente", apunta Xavier Gual.
Justo antes de la llegada de la pandemia a los alumnos del grado de traducción e interpretación de la UAB se les hacía una prueba de nivel de varias lenguas, entre ellas el catalán. "Solo un tercio tenían el nivel mínimo exigible; los resultados eran dramáticos", recuerda el coordinador del grado de filología catalana de la UAB. Como Gual, Villalba defiende que, para que esto no ocurra, hay que leer más durante la secundaria. "Es fundamental para la ortografía y mucho más efectivo que hacerlos aprender, por ejemplo, cuando se escribe l·lAhora bien, según el profesor de la UAB, el problema es que las lecturas en los institutos cada vez se reducen más y tienen menos dificultad. “Se ha bajado el nivel, se han hinchado las notas; es muy significativo que la mayoría apruebe la selectividad pero casi la mitad de los aspirantes a profesores hayan suspendido las últimas pruebas de aptitud (43%), que son de razonamiento, comprensión lectora y expresión muy básicas", apunta el coordinador de la UAB . En este punto, Prats matiza que, donde hay más suspensos, es en el caso de alumnos que provienen de ciclos formativos, que están exentos de realizar la selectividad.
Sin embargo, Villalba no quita la responsabilidad de las universidades. "Las universidades tienen una presión muy fuerte por tener estudiantes y en muchos casos la instrucción es que los alumnos vayan pasando y hagan la carrera más o menos con los años que les toca". Hay materias, apunta, que tienen cientos de estudiantes y acaban suspendiendo sólo diez. "Hay algo que entre todos no estamos haciendo bien; los estudiantes tienen una formación más floja y, de hecho, hay muchos maestros que reconocen abiertamente que no les gusta leer", lamenta. Sin embargo, Villalba asegura que en los últimos años las facultades de educación, gracias en parte a las pruebas de aptitud, se están "poniendo las pilas" y lamenta que la actual carencia de profesores de catalán haga que estén impartiendo esta materia docentes que carecen de los conocimientos de un filólogo. Según datos del sindicato USTEC, durante el curso pasado cuatro de cada diez sustituciones de esta especialidad no logró un nombramiento que las cubra. Villalba recuerda que, hace más de diez años, la UAB, entre otros, ya advirtió a Educació, sin mucho éxito, que habría una falta de profesores de catalán.
Además de las pantallas y la lectura, también debe tenerse en cuenta el lenguaje que se utiliza en las redes sociales que los jóvenes comienzan a utilizar, precisamente, durante la secundaria. "Ha habido una bajada de la exigencia social en cuanto a la ortografía causada por la utilización de canales como WhatsApp, donde se utiliza un lenguaje que no es el estándar, sino que es mucho más coloquial y, por tanto, la ortografía se ha relajado", apunta Prats.
"A veces parece que los profesores somos unos perepuñetas pero hay unas convenciones y debes prepararlas para la máxima precisión posible, porque algunas no ponen el acento ni a su nombre, o lo escriben en minúscula", añade Gual.
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¿Pero cómo se enseña la ortografía en las escuelas? El aprendizaje de la ortografía va de la mano del proceso de lectoescritura. Durante los primeros años de escolarización se trabaja lo que se llama ortografía natural, es decir, los niños escriben tal y como suena. Maria Marcos, maestra y presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica, explica que en edades tempranas la enseñanza de la ortografía va muy ligada al contexto de cada centro. "Por ejemplo, en educación infantil el tema de los nombres propios y los apellidos da mucho juego y no se esconden las arbitrariedades de la lengua. Si hay dos Paulas en clase y una se llama Ruiz y la otra Guerra, ya tenemos un marco idóneo para trabajar una que no suena", explica.
Según Marcos, que también es profesora asociada a la Facultad de Educación de la UB, la ortografía natural [escribir cómo suena] es un pilar básico para adquirir conciencia fonológica, es decir, reconocer el sonido y asignarle una letra para poder escribirlo. “Es normal que, si dicen. coche, no lo escriban con tx; y no es un error, es un proceso de aprendizaje", asegura Marcos, quien explica que la corrección llegará en el momento en que "el alumno esté preparado para comprenderlo y avanzar en el proceso". "Los errores ortográficos los pasamos por alto porque no están madurativamente preparados para asumirlos. Más vale que escriba coche y gogina que no escriban nada, porque queremos que los alumnos se expresen y hablen, y los errores de ortografía se van trabajando a medida que avanzan en su proceso de escritura", reflexiona esta maestra.
En primaria ya se comienzan a establecer normas ortográficas que se van trabajando ciclo por ciclo para ir profundizando en las normas arbitrarias Superada la ortografía natural, cuando ya no existen inversiones (prota por puerta), omisiones (cata por canta) ni sustituciones (danda por banda), comienza la ortografía arbitraria, que corresponde a un ciclo medio de primaria. A estas edades se asegura la grafía correcta de palabras que se escriben ortográficamente de forma arbitraria. "Bastante por qué termina con t? Éste por qué lleva una s en medio? La constante repetición de estas palabras asegura la grafía correcta", explica Imma Pinero.
La ortografía en estas edades se trabaja "escribiendo y leyendo y haciendo reflexiones a partir del juego y la búsqueda y no a partir de las normas ortográficas ni tampoco a partir de ejercicios mecánicos de llenar agujeros, porque esto está totalmente descontextualizado", explica Pinero. Se realiza a partir de textos y lecturas en contexto que estén vinculadas a lo que se está trabajando o que interesen a los alumnos.
Lejos han quedado los años en los que se enseñaba ortografía de forma más repetitiva y sistemática. La ortografía se aprende leyendo y escribiendo y son dos actividades "que beben del contexto más inmediato". "Tienes que captar los intereses de los alumnos –opina Pinero–. Cualquier momento es susceptible para trabajar la ortografía; se pueden aprovechar situaciones cotidianas del aula y convertirlas en aprendizajes. Aprendemos porque lo necesitamos", dice. Marcos considera que hay alumnos a los que sí les funciona la repetición. Por eso cree que "cuantas más modalidades se den y más diversidad de actividades y de presentar la lengua, mejor", añade.
Hay escuelas que trabajan la ortografía con dictados y otras que cuelgan una lista de palabras en la pared o las tienen en soporte visual impreso y son palabras que los alumnos deben revisar que hayan escrito bien antes de entregar los sus textos. Son listas que se irán ampliando y, posteriormente, se introducirán las normas ortográficas.
- Entre los 6 y los 7 años: Se les enseña ortografía natural, es decir, que los sonidos se escriben de forma diferente dependiendo de la letra que les acompaña. Los niños aprenden que el fonema /k/ se puede escribir de dos formas, con c o qu , por ejemplo.
- Entre los 7 y los 9 años: Empiezan a aprender la ortografía como tal, es decir, las normas básicas más importantes y las reglas de acentuación.
- A partir de los 10 años: A esta edad deben conocer las reglas de acentuación y deben empezar a utilizar los signos de puntuación, empezando por las comas y los puntos.
En la escuela donde trabaja Imma Pinero la corrección de textos se realiza en entrevistas individuales con cada alumno, en la que se le invita a reflexionar "sobre la arbitrariedad de la lengua": "¿Esto por qué lo has escrito así? Si está mal escrito, ¿cómo podemos solucionarlo? Recuerda la norma o busca un sinónimo. Esto, dice, funciona mejor que dar un texto con las faltas corregidas en rojo porque "ni lo miran". "Antes se enseñaba la ortografía de forma muy mecánica. Eran ejercicios no contextualizados. La ortografía por la ortografía, como si fuera una materia: llenar vacíos y tachar la palabra equivocada en un texto, poner b o v, palabras con h... De nada servía porque quizás las escribían bien, pero lo más importante es que las utilicen en contexto, y con estos ejercicios mecánicos no se conseguía, aparte de que eran aburridos", asegura.
Esta manera de trabajar la ortografía hace que la adquisición correcta sea más lenta.