Salud

A partir de los 6 años las niñas ya quieren estar más delgadas

Además de la mitad de los adolescentes no les gusta su cuerpo

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Una niña pequeña.

Barcelona"No me gustan mis piernas, en la piscina me fijo y las otras niñas las tienen más delgadas que yo", comenta Marina, de sólo seis años. Los niños no son inmunes a los cánones de belleza socialmente aceptados y pueden, en edad temprana, sufrir insatisfacción corporal.

“Si hay mucha discrepancia entre la valoración que uno mismo hace de su cuerpo y el modelo estético vigente, nace la insatisfacción corporal”, explica Eduard Serrano, jefe de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria del Hospital Sant Juan de Dios. Piernas largas, delgadas, perfectas; brazos atléticos y barrigas planas construyen el modelo estético que la sociedad, a través de la televisión, las revistas y las redes propaga. "A partir de los seis años hay un porcentaje significativo de niñas que comienzan a tener un deseo de estar más delgadas, esta insatisfacción corporal llega, en general, a su punto álgido entre los 12 y los 17 años", puntualiza Serrano. Lo corrobora el estudio Body dissatisfaction, dieta awareness y el impacto de parental influence in young children hecho por investigadores de la Flinders University en Australia y realizado a más de un centenar de niños y niñas de entre 5 y 8 años en los que se les mostraban diferentes figuras y los niños escogían cuál era su aspecto actual y cómo querían ser . La investigación concluía que las niñas aspiraban a una imagen corporal más delgada y que los niños querían ser más fuertes.

En una edad sin herramientas para ser críticos, las redes sociales, sobre todo aquellas basadas en la imagen, con cuerpos irreales hechos con filtros, pueden aumentar esta insatisfacción corporal a los niños. “Esta comparación genera insatisfacción y malestar, amplifican y difunden este modelo estético corporal de extrema delgadez y lo vinculan al éxito social, y esta vida de perfección genera contradicción”, explica Serrano. Pero no sólo por lo que se recibe del entorno, también como el entorno nos recibe, puede generar situaciones de insatisfacción corporal. “Haber recibido comentarios despectivos respecto al cuerpo también crea esta inseguridad y baja autoestima sobre la imagen corporal, y pueden nacer estos valores que tiene la sociedad respecto al estar delgado o rechazo hacia las personas que no tienen un cuerpo normotípico”, añade.

Señales de alerta

"Soy una niña de 17 años que desde los 14 he tenido una fuerte obsesión con mi cuerpo, al inicio pensaba que podría solucionarlo yo sola, que era una tontería de la edad y que me pasaría", explica Julia, una adolescente dada de alta en el Hospital de Día de San Juan de Dios. El caso de Julia entra dentro de la normalidad. Según la última encuesta FRESC realizada en la ciudad de Barcelona a adolescentes de entre 13 y 19 años, el 63% de las chicas y el 55% de los chicos siente insatisfacción corporal. "Podemos decir que la norma es no gustarse", puntualiza Serrano. En el universo de la muestra entraban todo tipo de adolescentes, normotípicos y fuera del modelo, pero la insatisfacción corporal era relevante en ambos sexos. Otra de las conclusiones es que el nivel socioeconómico no era una variable asociada a mayor insatisfacción, sino igual a todos los grupos.

Hacer comentarios despectivos sobre el propio cuerpo, intentar realizar cambios en la dieta, pesarse de manera más continuada, aumentar la actividad física pero sin disfrutar del deporte, más inestabilidad emocional, más tristeza, más rabia y más aislamiento son algunas de las señales de alerta que muestra a un niño que lucha contra la insatisfacción corporal. “Aunque sufrir insatisfacción corporal no determina tener un trastorno alimenticio, es el primer síntoma. Cuando vemos cambios en la alimentación o selección alimentaria (restringir ciertos alimentos), cambios en la forma de vestir (no marcar la figura o llevar ropa de invierno en verano) debemos estar atentos”, comenta Serrano, doctor en Psicología. Hay algunos factores que pueden jugar a favor en el desarrollo de un trastorno alimenticio como sufrir presión estética por parte de familiares, círculos personales o socioculturales y características de personalidad como baja autoestima, perfeccionismo o autoexigencia.

Hacer comidas en familia

"El médico nos ha dicho que Jan debe bajar de peso, estoy preocupada por cómo gestionarlo. El otro día, durante la cena, ya seleccionaba los alimentos más calóricos”, explica Marina, la madre de un niño de 10 años. Según datos de la Encuesta de Salud de Cataluña (ESCA) 2022-2023, un 34% de niños de entre 6 y 12 años tienen exceso de peso (39% niños versus 29% niñas), y d éstos, un 13% sufre obesidad (16% niños versus 8% niñas) “Hay que hacer que no todo gire en torno al peso, no separar los alimentos como buenos o malos, tener una dieta saludable, fomentar el deporte y no centrarlo en la cifra sino en reeducar a nuestros hábitos”, recomienda Serrano. corporal cada vez comienza antes y los trastornos alimenticios comienzan ya en edades prepuberales, pero en las chicas hay más trastornos alimenticios, la proporción es que de cada 10 casos, 9 son chicas y uno es chico”, explica el doctor del Hospital de San Juan de Dios. Si la familia, por ejemplo, debe hacer dieta, una buena estrategia es centrarlo en la vertiente de la salud y no en la parte estética y ser un buen modelo en la mesa, comer en familia disminuye de forma significativa el riesgo de sufrir un trastorno alimenticio.

“Muchos niños se quedan aquí y aceptan esta diversidad corporal, de hecho la mayoría de las personas vivimos con cierta insatisfacción corporal, no pasa nada, el problema es cuando se convierte en la base de mi autoestima”, explica Serrano. “Mi madre siempre me dice que mis piernas están bien como están, que lo importante es que sea una buena persona y que todas tenemos cuerpos diferentes, pero a mí me gustaría que mis piernas fueran más delgadas”, replica la Marina. Las familias deben realizar una tarea preventiva para que la valoración corporal del niño sea global y no centrada únicamente en la estética: si el niño está preocupado por una parte del cuerpo, no centrarlo en el defecto e intentar que tenga una imagen completa de sí mismo. De esta forma, su autoestima estará desatada de la imagen corporal y la belleza exterior. Tratar de exaltar sus puntos positivos y sus habilidades, la personalidad, las capacidades deportistas y artísticas ayudará. “Hay que trabajar para aprender a aceptar el malestar, no todos podemos ser de una determinada manera, está lo que se dice la autocompasión, que es decirse: «Esto no me gusta, pero tengo que salir adelante, he de tolerar esa frustración»”, puntualiza el doctor Serrano. Al mismo tiempo, algunas recomendaciones para los mayores pasan por desarrollar un espíritu crítico hacia las redes sociales, limitar su uso y no valorar el bienestar estético de acuerdo con el número de likes conseguidos.

Cómo hablamos de nuestro cuerpo explica cómo nos valoramos

Hay un aspecto muy importante para ayudar a desarrollar una imagen corporal positiva, que es no verbalizar críticas de los padres ante los hijos sobre nuestra propia imagen. "Todas nuestras quejas son un espejo, sobre todo para las hijas en la relación con las madres, es una de las variables que más se relaciona con la percepción de las niñas con su insatisfacción corporal", explica Serrano. Tenerlo presente y aplicarlo dentro y fuera de casa es el primer paso, por ejemplo, evitar felicitar con comentarios positivos a alguien por adelgazar porque es un refuerzo social peligroso. “Esto hace que la persona tenga más interés, más fuerza, más ánimo para continuar porque le estamos reforzando este cambio, y esto es muy grave cuando esta bajada de peso se ha hecho de malos modos con una dieta no saludable, o con conductas cómo vomitar o tomar laxantes”, añade.

De una insatisfacción corporal, sumada a otros factores, se puede llegar a desarrollar un trastorno alimentario, sobre todo en la adolescencia. Hacer dieta sin control médico, aumentar el ejercicio, cambiar el estilo de vida, la forma de vestir son algunos de los síntomas. “Si vemos que es algo más obsesivo, que le está robando la felicidad, la tranquilidad, que cambia su estado de ánimo, que está más irritable, que empieza a escapar de las comidas, debería hacerse la consulta porque no estemos ante un trastorno alimenticio o el inicio de un trastorno”, detalla Serrano. El primer paso en este camino sería ir al Centro de Atención Primaria (CAP), visitarse con el pediatra y comentarle la situación, en caso de que el médico confirme el diagnóstico o tenga dudas, habría que pasar al Centro de Salud Mental e Infantojuvenil (CESMIJ).

El complejo de Adonis

Aunque la insatisfacción corporal está más presente en chicas, más de la mitad de los adolescentes la padecen (55,3%). La obsesión por tener un cuerpo más musculado, unos abdominales marcados y piernas fuertes puede derivar en el trastorno conocido como complejo de Adonis, especialmente presente en hombres. Se da principalmente por el abuso del ejercicio físico y dietas estrictas que generan una alteración en la percepción corporal y provocan insatisfacción constante, depresión, aislamiento, dependencia del ejercicio y cambios en los hábitos alimenticios. “Las dietas son muy restrictivas y con frecuencia incluyen sustancias perjudiciales como esteroides, que pueden causar graves problemas de salud”, explican Jordi Mitjà y Marta Carulla-Roig, en el blog 360 del Hospital Sant Joan de Déu.

Según los expertos, para evitar caer en esta obsesión se recomienda realizar ejercicio físico en grupo y de forma lúdica, adaptándolo a las necesidades y capacidades individuales, evitando sobreesfuerzos y parando frente a fatiga o dolor. Es crucial tener sentido crítico con el contenido de las redes sociales, evitar comparaciones y reconocer los factores de riesgo como baja autoestima, autoexigencia, personalidades obsesivas y antecedentes de acoso escolar. La recuperación pasa por terapias psicológicas para modificar la conducta y la percepción corporal, con el apoyo del entorno cercano para reducir el ejercicio excesivo, aumentar el interés por otras actividades, reforzar la autoestima, mejorar las relaciones sociales y combatir las obsesiones y el perfeccionismo.

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