Antic Egipte

Anatomía del descubrimiento de la tumba de Tutankamón

Una exposición en Oxford muestra los diarios de Howard Carter y Minni C. Burton y también planos, fotografías y dibujos

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Howard Carter supervisando las cajas para reubicar  la tumba de Tutankamon.

Barcelona"Esta mañana he estado pintando mis muebles. Mr. Carter ha enviado a casa a su burro para que fuera a ver la tumba de Tutankamón. Fantástica", escribió en su diario Minnie C. Burton, la mujer del arqueólogo y fotógrafo Harry Burton, el 19 de diciembre de 1922. Sus diarios, junto con las fotografías de su marido y los que escribió el arqueólogo Howard Carter, forman parte de la exposición Tutankamón: anatomía de una excavación, que se puede ver en la Biblioteca Bodleian, de la Universidad de Oxford, hasta febrero de 2023.

La tumba del faraón se descubrió en noviembre de 1922, y para conmemorar este centenario se sucederán todo tipo de actos, como esta muestra que incluye las notas de campo que escribieron Carter y Burton a lo largo de los diez años que duró la excavación, y que está formada por unas 50 piezas que dan una visión desde dentro de cómo fue entrar aquel 1922 en la tumba del faraón egipcio que más ha alimentado la imaginación de cineastas y novelistas.

Los diarios de Carter los dio su sobrina, Phyllis Walker, al poco de la muerte del arqueólogo, en marzo de 1939, al The Griffith Institute, creado aquel mismo año en Oxford. "Aunque estaba contento porque estaba a las puertas de lo que quizás sería un gran descubrimiento y porque había estado buscando la tumba durante muchos años, me sorprendió que la entrada fuera tan pequeña, sobre todo si la comparaba con otras tumbas del valle de Luxor", escribió Carter el 5 de noviembre de 1922. 

Cuaderno de campo del arqueólogo Howard Carter.

Un día antes, el 4 de noviembre, Carter había encontrado las escaleras y unas semanas después entraba a la antecámara de Tutankamón. Aquel 26 de noviembre, con la ayuda de unas antorchas y acompañado de Lord Carnarvon, que había financiado la investigación, hicieron el descubrimiento. "¿Ves algo?", preguntó Carnarvon a Carter, mientras accedían a la antecámara. "Sí, contesté, y es maravilloso", escribe el arqueólogo en el diario. Carter detalló en su diario parte de los tesoros que vio: dos efigies negras de marfil con sandalias de oro, sofás dorados de extrañas formas, cabes de león, cascos exquisitamente pintados y decorados, jarrones, papiros...

Había un cierto desorden, cosa que hizo pensar a Carter que antes de él habían entrado ladrones. Horas más tarde escribió que jamás había soñado ver todas aquellas maravillas: "Estábamos impactados por la belleza y el refinamiento de todo aquel arte. Superaba cualquier cosa que hubiéramos podido imaginar". La noticia del descubrimiento se difundió con una gran rapidez. El 30 de noviembre ya eran muchos los ciudadanos importantes de Luxor que querían visitar la tumba: "No estábamos preparados para tanta cantidad de visitantes y, para preservar todas las antigüedades que había allí, decidimos no permitir el acceso", escribió Carter. 

"La descubierta no es mérito de un solitario y heroico arqueólogo inglés, sino de un equipo moderno de arqueólogos egipcios que a menudo han sido ninguneados cuando se ha escrito sobre Tutankamón. Esperamos que esta exposición contextualice el descubrimiento, lo celebre, abra nuevos interrogantes y cuestione algunas cosas", ha asegurado Richard Bruce Parkinson, que ha comisionado la exposición con Daniela Rosenow.

Y Carter se hizo famoso

Carter y Carnarvon vendieron por 5.000 libras de la época los derechos exclusivos para informar sobre el hallazgo al Times. Los lectores del diario podían seguir el descubrimiento prácticamente en directo. Carter, a pesar de que a menudo se quejaba de las molestias que le causaban las autoridades, los periodistas y los curiosos, era muy consciente de la importancia que tenían los medios a la hora de hacerse famoso. Sus diarios eran muy precisos. Y cuando sacaba los tesoros no los cubría, para saciar las expectativas de los visitantes.

Diferentes objetos hallados en la antecámara de la tumba de Tutankamón.
El arqueólogo británico Howard Carter, abre las puertas del segundo de los santuarios ¡ de oro que rodean el sarcófago del faraón Tutankamón.
Puerta de la tumba de Tutankamón.

Cuando el octubre de 1925 finalmente abrió el sarcófago del faraón, Carter escribió la impresión que le causó tanto oro: "Me hizo pensar en toda la riqueza que debía de contener este valle. Tutankamón era quizás uno de los faraones menos importantes de los 27 que hay enterrados. Empecé a ser consciente del alcance de todos los robos que había habido en Luxor", escribió. Tutankamón gobernó durante unos diez años (del 1335/1336 al 1325/1327 aC). A pesar de su fama gracias a Carter, fue un faraón secundario. Sea como fuere, el descubrimiento, hace cien años, modificó las leyes relativas a las excavaciones en Egipto (y quienes se quedaban los objetos). Fue una lección sobre la necesidad de documentar, conservar y publicar los hallazgos, y provocó una fiebre que todavía dura por el Antiguo Egipto.

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