La casa que guarda las ideas de los grandes arquitectos
Los herederos de Ignacio de Solà-Morales dan al Centro Canadiense de Arquitectura la parte teórica de su archivo


BarcelonaEl arquitecto Ignacio de Solà-Morales (1942-2001) ocupa un lugar excepcional en la historia de la arquitectura catalana. Por su doble formación en arquitectura y filosofía, también fue un destacado intelectual. Solà-Morales fue una figura profundamente comprometida socialmente, y uno de los críticos de arquitectura que tuvieron mayor prestigio internacional en su momento. Como su trayectoria, la gestión de su legado también refleja las dos vertientes de su actividad. Según ha podido saber el ARA, sus hijos, Oriol, Pau y Clara –estos dos últimos, arquitectos–, han dado su archivo a dos instituciones: la parte teórica en el prestigioso Centro Canadiense de Arquitectura (CCA), y la de los proyectos y obras, entre los que se encuentra la reconstrucción del Arte de un Arte de Arte de Col'tec de l'Arc de Arte de Colu.
El Centro Canadiense de Arquitectura está ubicado en Montreal, y desde que la arquitecta y filántropa canadiense Phyllis Lambert lo fundó en 1979 ha tenido siempre una vocación internacional. El edificio abrió sus puertas diez años más tarde ya lo largo de los años 80 y 90 el centro adquirió numerosos archivos que se sumaron a los que Lambert había recogido. Más adelante, los fondos fueron creciendo gracias a donaciones, por lo que el centro concentra los presupuestos en la costosa catalogación de los archivos. La lista de los arquitectos y teóricos de los que el centro guarda los fondos es antológica, y se pueden encontrar, entre otros muchos, los legados de James Stirling, Aldo Rossi, Alvaro Siza, Toyo Ito, Peter Eisenmann y los dos estudios cuyos miembros quisieron dejar su legado en el CCA antes de separarse: Ábad's usabuelo.
El CCA representa una sólida "colección de investigación", tal y como explica el arquitecto barcelonés y director de publicaciones de la institución Albert Ferré. Esto significa que la colección la pueden leer los estudiosos según sus intereses y que el afán de la institución es, sobre todo, "tener un impacto en el discurso arquitectónico". "La manera de coleccionar del CCA es muy diferente a la de un museo como puede ser el MoMA. Aquí vienen archivos completos, archivos que te permiten relacionar o entender cómo se construye el pensamiento de un arquitecto –añade Ferré–. Es necesario tener la correspondencia, los bocetos, ver presupuestos, para poder realmente entender lo que se hace con los clientes, qué relación interesa por construir su búsqueda".
Otro de los rasgos de la colección es que está pensada teniendo en cuenta las relaciones que puede haber entre los distintos legados. "Lo importante en aceptar un fondo de archivo es entender precisamente cómo este archivo puede formar parte del ecosistema que tenemos y enriquecerlo, hacerlo más complejo", dice Ferré. Es aquí donde la figura de Solà-Morales encuentra el encaje. "Yo había hablado con Pau también hace tiempo, y el CCA me parece un lugar lógico para todo lo que es la obra teórica de Ignasi Solà-Morales, que tuvo una vinculación muy fuerte con el mundo del pensamiento arquitectónico en Nueva York y también académica con Princeton y Columbia", dice Ferré.
Solà-Morales fue uno de los fundadores de la Architecture New York Corporation (AÑO), con los también arquitectos Cynthia Davidson y Peter Eisenmann. El CCA ya contaba con los archivos de Davidson y Eisenmann, así que los de Solà-Morales completarán los fondos del AÑO Corporation y, al mismo tiempo, convivirán con los de otros teóricos e historiadores de su generación. "Durante los años 90 Davidson, Eisenmann y Solà-Morales convocaron unas reuniones anuales monográficas, las AÑO Conferences, una de las cuales tuvo lugar en el CCCB en octubre de 1994. Estos congresos reunían a todos los pensadores de la arquitectura y arquitectos de vanguardia del cambio de momento. ·lenio, de la liberalización, de la globalización, y estos congresos creo que fueron unos momentos que han marcado mucho el pensamiento arquitectónico del siglo XXI”, dice Ferré.
Asimismo, el hecho de que una parte del archivo de Solà-Morales se traslade a Canadá no quiere decir que se desvincule de la parte catalana. "No puedes entender una sin otra, eso también es muy importante. Es muy importante que encontremos la manera de que lo que venga aquí sea accesible desde Catalunya, y de que la obra que hay en el COAC lo sea desde aquí", advierte Ferré. Además, los herederos de Solà-Morales continuarán conservando su extraordinaria biblioteca, clave para entender cómo fraguó su pensamiento.
El enriquecimiento mutuo del CCA y el COAC
"La donación salió por casualidad. Primero hablé con Albert, al que conozco desde hace años, para ver si el Centro Canadiense estaría interesado en transformar en un catálogo la exposición que La Virreina dedicó al padre en el 2019, y durante la conversación salió la posibilidad de hacer la donación –recuerda Pau de Solà-Morales–. En la donación del legado de Solà-Morales fue esencial realizar la misma operación que el CCA realizó con el archivo de Alvaro Siza, que está conservado en otras dos instituciones, la Fundación Gulbelkian y la Fundación Serralves. "Desde el principio quedó claro que el CCA está interesado sobre todo en la parte más académica y más intelectual, por así decirlo, pero nos dijeron enseguida que en muchos archivos habían hecho acuerdos a tres bandas. A mí me recaba dar todo el archivo a una institución extranjera y que quedara nada aquí y lo mantendrá perfecto: Así que el acuerdo ha sido perfecto: la presencia del padre en Catalunya", dice Pau de Solà-Morales. El acuerdo entre el CCA y el COAC también es importante institucionalmente: "Me parecía muy interesante, porque así el CCA se aproxima a los fondos que tiene el COAC, y el COAC entra en contacto con una institución que le aporta también una dimensión más intelectual, o de una forma de hacer archivos algo más amplia que los que tienen aquí, que son más de proyecto", explica.
En cuanto a los proyectos y obras que han dado al COAC, incluyen desde su etapa inicial como arquitecto municipal hasta los últimos grandes proyectos, como un ensayo de reordenación del frente marítimo de Marsella. Y entre las más destacadas se encuentran los teatros de Valls y Torelló, la rehabilitación del Pati Llimona y el Correu Vell, en Barcelona, y la reconstrucción del pabellón Mies van der Rohe.
El COAC suele hacer exposiciones de los legados que recibe. En el caso de Solà-Morales todavía no han hablado, pero sí está previsto hacerle un reconocimiento el próximo año, coincidiendo con el 25 aniversario de su muerte, dentro de los actos de la Capitalidad Mundial de la Arquitectura. Y, por otra parte, los hermanos Solà-Morales también han hecho una donación del archivo de su madre, la interiorista Eulàlia Serra, al DHUB. Serra es conocida por diferentes trabajos en el Liceu, entre los que se encuentran las lámparas gigantescas que hay diferentes espacios del teatro, y por la Sala Lluís Companys del Ayuntamiento de Barcelona.
Entre los investigadores y el público general
El Centro Canadiense de Arquitectura lo dirige desde 2020 la arquitecta italiana Giovanna Borasi, y la directora de las colecciones es Martien de Vletter. Este equipamiento forma parte de la Confederación Internacional de Museos de Arquitectura. Cada año recibe a unos 900 investigadores, una parte importante de los cuales llegan con algún tipo de beca. Para Ferré, la escala y el presupuesto del centro le recuerdan a los del Macba, que tiene un presupuesto de unos 12 millones de euros anuales. "Somos un equipo lo suficientemente pequeño para que las cosas funcionen de forma muy transversal y al mismo tiempo lo suficientemente grande para que haya un alto nivel de especialización", explica Ferré.
Pero el CCA no tiene una exposición permanente de la colección y las cifras de público no son una preocupación arrolladora. "Nosotros tenemos la suerte de que el hecho de estar en Montreal nos pone en una periferia –dice Ferré–. No estamos en un gran centro como Londres, Nueva York o París, y sabemos que no debemos pretender atraer al mismo público que un museo de arte, por ejemplo. La cantidad de gente que puede venir a ver una exposición nuestra es muy limitada, comparada con la que puede visitar una. alumnos de las escuelas y de las universidades, pero priorizando también que vengan los investigadores".