Arquitectura

El lamentable deterioro del mítico edificio de Coderch en la Barceloneta

El Ayuntamiento de Barcelona descartó comprar la Casa de la Marina y el Estado busca la forma de gestionarla

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Una malla verde protege la parte deteriorada de la Casa de la Marina

BarcelonaLa Casa de la Marina en la Barceloneta (1951-1955), de los arquitectos Josep Antoni Coderch y Manuel Valls, es uno de los edificios primordiales de la arquitectura catalana y española de la segunda mitad del siglo XX. Como han explicado autores como Carles Folchs y Gustau Coderch, este bloque de viviendas protegidas para marineros marcó la trayectoria del propio Coderch y rompió con "la forma de pensar la vivienda social promovida por las instituciones públicas de la dictadura". "Con la Casa de la Barceloneta, después de la Casa Ugalde, creo que he encontrado un buen camino en mi profesión... Ambas, buenas o malas, son verdaderamente mías", afirmó Coderch. Este edificio es propiedad del Estado, y según, ha podido saber el ARA, lo sacó a subasta por 6,33 millones de euros a finales de agosto del pasado año.

La venta quedó desierta, y el Ayuntamiento de Barcelona, ​​que tiene derecho de tanteo y retracto de compra, no lo ejerció. El consistorio dejó escapar para el patrimonio de la ciudad un edificio de tanta envergadura, catalogado como bien cultural de interés nacional (BCIN) por la Generalitat en el 2003. Después de que la subasta quedara desierta, la propiedad de la Casa Marina la mantiene el Estado, pero sobre el futuro del edificio se cierne cierta incertidumbre.

Fuentes del Instituto Municipal de la Vivienda y Rehabilitación de Barcelona (IMHAB) aseguran que valoraron la compra, pero que la descartaron "por el precio". Y ahora parece que el edificio se encuentra en el limbo: desde la Tesorería General de la Seguridad Social afirman que están estudiando "varias opciones de gestión" de este inmueble, que no concretan, pero no hay ninguna cerrada. "Qué mejor noticia habría que de cara a la Capitalidad Mundial de la Arquitectura de Barcelona del 2026 el Ayuntamiento de Barcelona lo comprara o que, al menos, hablara con el Estado para que lo cediera a la ciudad, porque hay mecanismos para hacerlo", dice el arquitecto Josep Maria Boronat, el nuevo presidente de la Agrupación de Arquitectos para la Defensa y la Intervención en el Patrimonio Arquitectónico (AADIPA), del Colegio de Arquitectos de Catalunya. Precisamente, Coderch será el protagonista del cursillo anual de patrimonio que organiza esta entidad, y el Colegio Oficial de Arquitectos de Catalunya (COAC) tiene previsto conmemorar el Año Coderch.

La Casa de la Marina, de José Antonio Coderch, en la Barceloneta.
Persianas estropeadas en la Casa de la Marina de José Antonio Coderch.

Un edificio despojado de su función

Desde la calle es evidente el mal estado de la fachada, y el edificio tampoco está cumpliendo por completo su función. "Hemos podido comprobar que de los doce pisos sólo hay cuatro ocupados, es decir, nos encontramos con que tenemos un edificio que es BCIN cuya fachada está deteriorada. Pero, sobre todo, el edificio no está haciendo la función social que debía tener, que está integrada en el mismo patrimonio. Si no está haciendo su función, el edificio pierde valor", advierte Boronat. "Lo mejor que le puede pasar a este edificio es ponerlo en solfa, restaurarlo como toca, y que haga la función para la que estaba destinado, que, además, es totalmente vigente y necesaria en el barrio", subraya. Y al ser un BCIN, la ley incluye mecanismos para que el edificio se pueda visitar ocasionalmente.

La Casa de la Marina es una de las muestras más emblemáticas de cómo Coderch se forjó un lenguaje propio amorizando los rigores del racionalismo con su conocimiento profundo de la arquitectura popular. El edificio se encuentra en el extremo de una de las manzanas de la Barceloneta que quedan en la esquina del paseo Joan de Borbó y la calle Pepe Rubianes. Tiene doce viviendas de 72 metros cuadrados, dos por planta, con tres dormitorios dobles en cada uno de ellos. Para potenciar la amplitud en un espacio reducido, Coderch giró los muros de carga del edificio, lo que al mismo tiempo le da un toque algo expresionista. Otro rasgo distintivo es el planteamiento de la fachada a partir de la alternancia de franjas verticales de cerámica y unas persianas que Coderch diseñó expresamente para este edificio.

"Hice una versión con los muros formando un ángulo recto, y el programa cabía utilizando las mismas ordenanzas", advierte el arquitecto Antonio Armesto en el libro de Pati Nuñez Recordando a Coderch (Librooks). "¿Qué pasa entonces? Que si un arquitecto o un estudiante compara las dos plantas recibe una inmensa lección de arquitectura. Porque en la planta que tiene los muros ortogonales desaparecen muchas relaciones que sí están en la planta de Coderch, como las de transparencia del cuerpo edificado desde su interior, los efectos de reflexión de la luz en los planos inclinados que le envían al interior y, en definitiva, la sensación de amplitud", explica Armesto. "Hay una línea recta que atraviesa seis puertas, desde el cabezal de la cama principal hasta la fachada", concluye.

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