Rita Segato: "Tàpies se desobedece a sí mismo todo el rato"
La antropóloga argentina presenta su ensayo sobre el artista 'Tàpies y yo. Una exégesis recíproca'
BarcelonaUn año después de ganar el primer Premio Internacional de Ensayo Gesto de Ayer, Pensamiento de Hoy, impulsado por el Museu Tàpies y la UPF, la antropóloga y activista feminista Rita Segato (Buenos Aires, 1951) ha vuelto a Barcelona para presentar los frutos del galardón, el ensayo Tàpies y yo. Una exégesis recíproca. En los últimos meses Segato ha levantado polvareda afirmando que, a raíz del genocidio palestino, se considera "exhumana", como recuerda ella misma en el ARA, y remacha su afán por "no formar parte de esta especie maldita".
Antoni Tàpies participó en la Exposición Internacional de Arte en Solidaridad con Palestina organizada por la OLP en Beirut en 1978. Ahora Segato ha encontrado un anhelo parecido a su "de irse a otro lugar" en algunas de las obras que forman parte de la exposición Tàpies. La imaginación del mundo, que se puede visitar hasta el 25 de enero. "Hay un deseo de salir, un ejercicio de jugar, de extraerse, de joder el campo". Así, Segato ha podido comprobar de nuevo el entendimiento que tiene con Tàpies, aunque este hallazgo ya no ha podido incluirlo en su ensayo sobre el artista. "No soy historiadora del arte, pero sentí una inmensa afinidad con él. Para escribir sobre él, partí de esa afinidad inicial que es su desobediencia, su tremenda desobediencia", dice la autora, conocida por haber escrito sobre "la ética de la desobediencia", que ve como "una pulsión,", una pulsión,.
"Tàpies se desobedece a sí mismo todo el tiempo: encuentra un formato, un estilo clasificable, y se retira. Es una vida en fuga de cualquier forma de estabilidad, de permanencia y de obediencia, ya partir de ahí encontré que me entendía con él", dice Segato. Todo ello, Segato lo concreta en obras entre las que se encuentran Pintura-bastidor (1962), un cuadro colgado con la tela contra la pared; y Homenaje a Federico García Lorca (1951), donde existe "un paisaje que se suicida", mientras un toro alado vuela hacia el cielo.
Para Segato, este afán rupturista es el que mantiene Tàpies vigente y hace que su legado sea un campo fértil para imaginar el futuro. "Hace dos años se reeditó un ensayo mío, El grito inaudible, en el que digo que después de Gaza la agramaticalidad, es decir, la fuga de todas las convenciones, es lo único que nos servirá para intentar encontrar un nuevo camino para la historia, porque la historia tal y como la conocíamos se ha terminado. Es peor que el Holocausto, que la conquista, que todo. Es el fin de una historia reglada, en la que existía una gramática convincente sobre las relaciones entre personas y entre naciones. Sólo encontraremos nuevos caminos desestabilizando completamente la gramática en la que creíamos hasta hace poco tiempo".
Como dice el título del libro, el método que ha utilizado Segato para adentrarse en el legado de Tàpies es de las "exegesis recíprocas", es decir, un modo de trabajo que es como una "conversación". me ilumino gracias al autor", dice Segato, que también se ha servido de lo que el filósofo Ignacio Gómez de Liaño llama "la tradición del pensamiento en imágenes".
"Dócil en el espacio de la domesticidad, pero indócil hacia el mundo"
El ensayo de Segato está lleno de citas de los escritos de Tàpies. "Era un intelectual en el buen sentido de la palabra. La pintura no estaba separada de una reflexión profunda". Define Tàpies como un artista "conceptual" y cómo alguien representa y fomenta el "desacatamiento". "El buen artista no es lo que pinta bien, sino lo que capta una estructura del mundo y hace algo de ello. Tàpies lo hace y constantemente es comprado, capturado. El poder reacciona ante el arte de esta manera. El sistema, el poder y el mercado se lo comen todo, es una dialéctica constante –explica la autora– busca el mercado va, revelando, va revelando, va revelando, va revelando, va revelando, va encarcelarle, por acallarlo".
Segato también define a Tàpies como un artista "aparentemente dócil" en su vida personal. "Enfatizo el aspecto de la casa y la mujer de la que nunca se separó. Tàpies era dócil en el espacio de la domesticidad, pero indócil hacia el mundo, y el mundo la iba capturando, como también ocurrió con Picasso, que era explícitamente un hombre de izquierdas".