La Barcelona que enjauló a Colón
El Archivo Fotográfico muestra un centenar de fotografías inéditas del siglo XIX que testimonian la transformación urbana de la ciudad
BarcelonaEn 1888, con la Exposición Universal, los barceloneses tuvieron que mirar hacia arriba. Por un lado, se edificó el monumento a Colón, un proyecto del arquitecto Gaietà Buïgas i Monravà, y, por el otro, se elevó, desde el Parque de la Ciutadella, un globo cautivo (un globo aerostático atado al suelo) que permitió tener una de las primeras fotografías aéreas de la ciudad. De Colón lo que impresionó más a quienes se paseaban por el Portal de la Pau era el andamio y la prensa hizo burla: "Para acabar ha llegado Colón a la cima de su pedestal. Pero, como todavía no han sacado el andamio, no da la impresión que pide. Un forastero exclama al verlo: «¡Pobre señor Cristóbal, lo tienen enjaulado!»", decía L'Esquetlla de la Torratxa. El fotógrafo Antoni Esplugas dedicó series fotográficas a las dos atracciones, con decenas de imágenes. La mirada de Esplugas en esta Barcelona en plena transformación urbana, social y política se entrecruza con la otros fotógrafos de la segunda mitad del siglo XIX en la exposición La ciutat davant la càmera. Imaginaris urbans al segle XIX, que se puede ver en el Archivo Fotográfico de Barcelona (AFB) hasta el 23 de octubre. Aquel 1888 el aumento de fotografías que se hicieron de la ciudad fue brutal y dejaron testimonios de algunos edificios efímeros, como el espectacular Hotel Internacional, que se puede ver en el AFB.
El incierto destino de la primera fotografía de Barcelona
"Hemos seleccionado fotografías del fondo del AFB del siglo XIX que nunca habían sido expuestas para mostrar cómo cambia la concepción de la ciudad con la llegada de la fotografía. Las imágenes no son un espejo de la Barcelona del pasado, sino que urbanismo y fotografía se contaminan", explica la comisaria de la exposición, Núria F. Rius. Sobre todo desde la década de 1860 hasta la Exposición Universal de 1888, la fotografía exploró diferentes maneras de entender la ciudad y representarla. "La primera fotografía se hizo precisamente en el corazón de la burguesía del momento", dice la comisaria.
Esta primera fotografía, de Barcelona y de la península Ibérica, se hizo en otoño de 1839. La Real Academia de Ciencias Naturales y Artes organizó una demostración pública del funcionamiento de una cámara en Pla de Palau. "Esta foto, sin embargo, se sorteó en una tómbola y se perdió. Quizás algún día aparece", añade Rius. La cámara, que se sufragó con el sorteo, captaba la plaza con la Casa Xifré, entonces acabada de construir, y el reformado edificio de la Llotja. "En aquel momento la fotografía ya era plural, no solo había papel", dice Rius señalando unos binóculos a través de los cuales se pueden observar las imágenes estereoscópicas que hizo Franck de Villecholle de Pla de Palau.
La Barcelona burguesa del Pla de Palau no es la única que quisieron captar los fotógrafos. Algunos también se fijaron en el desmantelamiento de la ciudadela militar, construida después de la derrota militar de 1714, o hicieron panorámicas con vistas de Montjuic sobre Barcelona, y desde la muralla de mar hacia Montjuic. Estas imágenes son testigo de la rápida transformación y crecimiento de la ciudad, que a finales del XIX llegó a medio millón de habitantes. En Barcelona, el derribo de las murallas se inició en 1854, pero continuó en 1870 y 1880, y los fotógrafos fueron testigos. Hay imágenes bastante curiosas, como una foto captada en una azotea donde se ve a un hombre y una mujer, y, detrás, un estudio fotográfico, edificado en la misma azotea.
"En aquel momento debía de haber una sesentena de estudios fotográficos en Barcelona, pero fotografías como esta abren nuevas líneas de investigación", detalla Rius, que lleva años investigando el fondo y la historia de estas fotografías desde la Pompeu Fabra, universidad que ha hecho posible la exposición con el AFB.
La Revolución de 1868 tiene testimonio gráfico
"La Semana Trágica no es la primera revuelta con testimonio fotográfico. Hemos encontrado imágenes de la Revolución de 1868", dice Rius. Hay fotografías, por ejemplo, de la destrucción de la iglesia de Sant Miquel y, en una, se ve a un guardia, a solas, custodiando las piedras. De la iglesia, una de las más antiguas de la ciudad, tan solo sobrevivieron algunas esculturas, que se conservan en el MNAC, y un capitel que está en el MAC. Aquella revolución supuso el destronamiento y el exilio de la reina Isabel II y el inicio del Sexenio Democrático. El hecho de que quienes tenía y podía utilizar una cámara eran las élites se nota en cómo se relata aquella revolución: el objetivo era denunciar las acciones de los sublevados. En aquel momento se cambió el nombre de la plaza de Gràcia: hasta entonces se había denominado Isabel II y, a partir de 1868, se conoció como plaza de la Revolución.
A finales del siglo XIX, los fotógrafos fueron dejando atrás la Ciutat Vella y se centraron en el tema industrial y en el crecimiento de Barcelona. El foco lo pusieron en las estructuras que simbolizaban el progreso. Pau Audouard, fotógrafo oficial de la Exposición Universal de 1888, fotografió, por ejemplo, las obras del puerto de Barcelona en 1896. "Aplicó el punto de vista nuclear. Comprimía grandes estructuras en los límites y el espacio bidimensional de la fotografía, al mismo tiempo que acentuaba la tridimensionalidad", dice la comisaria. En la exposición se suceden las obras del Eixample, la plaza Catalunya, el Liceu o una fotografía espectacular de cuando se construyó el edificio de la Universitat de Barcelona en 1865.
Poco a poco, los fotógrafos también hicieron fotografías de los grandes acontecimientos con personas, que hasta finales del siglo XIX prácticamente no aparecían en las imágenes. También corrían cuando sucedía algo que se escapaba de la rutina, como la nevada de febrero de 1887. La cobertura gráfica de aquella Barcelona inédita, toda cubierta de blanco, fue extraordinaria en diferentes medios, combinando fotografías y dibujos.