Obituario

Muere Roger Corman, el héroe del cine independiente y el gigante de la serie B

Dirigió filmes como 'La caída de la casa Usher', 'Los ángeles del infierno' y 'Maldita madre'

Roger Corman: "La diversidad de idiomas dificulta la distribución de películas en Europa"
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Barcelona"Sus películas fueron revolucionarias e iconoclastas, y capturaron el espíritu de una época. Cuando le preguntaron cómo le gustaría que le recordaran, dijo: «Yo era cineasta, sólo eso»". La cita la recoge el comunicado con el que la familia ha informado de que Roger Corman murió el jueves 9 de mayo en Santa Monica (California) a los 98 años. Director, productor y maestro de jóvenes rebeldes, el legado de Corman son sus películas, algunas tan memorables como las adaptaciones de relatos de Edgar Allan Poe protagonizadas por Vincent Price, y su modelo de producción, pero también la intuición por descubrir actores como Robert De Niro y Jack Nicholson y para apoyar al principio de sus carreras a directores que revolucionarían Hollywood como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y Peter Bogdanovich, además de Joe Dante, John Sayles, Jonathan Demme, Ron Howard, James Cameron...

"Mi carrera ha sido una anomalía en Hollywood. Me han dicho de todo, desde rey de la serie B hasta Papa del cine pop. He dirigido más de cincuenta films independientes de presupuesto bajo y he producido y/o distribuido más de doscientos cincuenta para mis compañías, New World Pictures y Concorde/New Horizon", explicaba el propio Corman en la introducción en el libro de 1990 How I made a hundred movies en Hollywood and never lost a dime (Cómo hice cien películas en Hollywood sin perder un centavo; editado en castellano por Laertes).

Esta anomalía incluye filmes dirigidos por Roger Corman como La caída de la casa Usher (1960), El hombre con rayos X en los ojos (1963), Los ángeles del infierno (1966), La matanza del día de San Valentín (1967) y Maldita madre (1970). También fue heroico su trabajo como distribuidor de cine europeo y japonés en Estados Unidos. "Me gusta mucho el trabajo de los directores europeos y distribuí filmes de Federico Fellini, Ingmar Bergman, François Truffaut, Alain Resnais o Akira Kurosawa. Bergman había hecho Gritos y susurros (1972) y pensé que no tendría una buena distribución. Y nosotros éramos lo suficientemente fuertes para conseguir las condiciones correctas. Sin perder dinero, claro. Bergman tuvo el mayor éxito que había tenido nunca. Así que otros directores europeos vinieron después hacia nosotros", decía Corman en el ARA en 2016, cuando recibió un premio honorífico en el Festival de Locarno.

Roger Corman nació en Detroit el 5 de abril de 1926. Cuando tenía 14 años, la familia se trasladó a Beverly Hills (California). Todo hacía pensar que seguiría el camino de papá y sería ingeniero. De hecho, se licenció en ingeniería industrial, pero eligió el cine. Empezó como mensajero en la Fox en 1948, y seis años después ya hacía de guionista y productor: Highway dragnet (1954), dirigida por Nathan Juran, fue la primera película en la que Corman apareció como "escritor y productor asociado". De esa experiencia sacó dos conclusiones: si quieres que se respeten tus ideas, es mejor que tengas el control de la producción, y el sistema de Hollywood, incluso en rodajes de poco presupuesto, era ineficaz. "Se podía haber rodado de forma más competente", decía Corman. Esto guió toda su carrera.

Un camino propio a Hollywood

Corman encontró un camino propio en los años 50 y 60, cuando el cine estadounidense tuvo que asumir una sucesión de crisis: la competencia de la televisión, los sobrecostes de las superproducciones y el desencaje entre los cambios culturales promovidos por la juventud y el obsoleto código Hays de censura. En ese contexto, Corman hizo la suya. Sus primeras películas como director se movían en la llamada serie B, cine de género en un sentido amplio: westerns cómo Cinco revólveres en el oeste (1955), La mujer apache (1955) y La mujer de Oklahoma (1956); filmes de ciencia ficción más o menos terrorífica o apocalíptica como La bestia de un millón de ojos (1955), El día del fin del mundo (1955), El ataque de los cangrejos gigantes (1957) y La mujer avispa (1959); incursiones en el cine noir cómo Swamp women (1956) y Teenage chorro (1957), y películas juveniles como Rock all night (1957) y Carnival rock (1957) que aprovechaban el éxito de los autocines entre los jóvenes. Es decir, estaba creando a partir de los elementos fundacionales de la cultura popular estadounidense: el western, la ciencia ficción pulp, el terror, la literatura policial y el rock'n'roll.

Aquella productividad (¡25 películas dirigidas en cinco años!) fue más allá de la formación de un oficio. Corman entró en la década de los 60 con un sello de autoría, evidente sobre todo a partir de La tienda de los horrores (1960), protagonizada por Jack Nicholson, un filme rodado en dos días que se convirtió en una película de culto. "Cuando hice La tienda de los horrores estaba creando un género nuevo: la comedia negra de terror [...] Un cine más cínico, tenebroso y divertido", decía Corman. Este estilo ya lo había apuntado en Un cubo de sangre (1959), y lo consolidó en El monstruo del mar encantado (1961). Sin embargo, no era hombre de un solo camino, y en 1960 empezó lo que sería uno de los ciclos de películas más interesantes de su filmografía: las adaptaciones de relatos de Edgar Allan Poe.

Edgar Allan Poe y Vincent Price

Lo que la productora británica Hammer había hecho con la literatura de terror europea, sobre todo con Drácula, y con actores como Christopher Lee, Roger Corman lo hizo con el terror estadounidense y Vincent Price como actor fetiche. "Fue mi primera opción para La caída de la casa Usher. Era un actor muy sensible que recreaba la extravagancia con inteligencia. No tenía la intención de hacer más filmes de Poe, pero como fue un éxito, me pidieron que hiciera otro e hice El pozo y el péndulo, otra vez con él", recordaba Corman en Locarno.

Con un uso estilizado y expresionista a la vez del color como hallazgo estético, llevó al cine la fascinación por Poe que había empollado desde la adolescencia. El ciclo incluye títulos como La caída de la casa Usher (1960), El pozo y el péndulo (1961), El cuervo (1963) –las tres con guión de el escritor Richard Matheson, el autor de la novela Soy leyenda–, El entierro prematuro (1962) –protagonizada por Ray Milland–, Historias de terror (1962), La tumba de Ligeia (1964) y la magistral La máscara de la muerte roja (1964), una película en la que Corman asume la influencia deEl séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman. "Me inquietaba que la gente me acusara de plagiar a Bergman, y por eso dejé pasar unos años antes de hacer La máscara de la muerte roja", dice en la autobiografía.

"Los filmes de Poe recibieron la atención de la crítica, primero en Europa y después en Estados Unidos. Pienso que fue así, al menos parcialmente, por cómo integraba el simbolismo en la historia, y también porque los movimientos de cámara, tan pronto sinuosos como en picado, y los ángulos discordantes contribuyeron a acentuar el nerviosismo y el pánico", explicaba Corman. Tomaron buena nota muchos cineastas posteriores, incluso Francis Ford Coppola, que hizo de ayudante de dirección en El terror (1963), ya quien Corman produjo su debut como director, Dementía 13 (1963). Además de Vincent Price, también trabajaron en esa época dedicada al terror actores como Peter Lorre, Boris Karloff y Lon Chaney Jr.

Motos y rock'n'roll

Roger Corman encontró en el terror un sello de autor y un éxito comercial que le resarcieron del fracaso de The intruder (1961), un filme sobre el fanatismo blanco contra la población negra en el Sur de Estados Unidos. Detrás estaba "una firme convicción política y social". Productoras como United Artists y AIP no quisieron saber nada del proyecto, y Corman tiró por el derecho como productor. The intruder tuvo buenas críticas y se proyectó en la Muestra de Venecia, pero varios obstáculos burocráticos y políticos afectaron a la carrera comercial de una película pionera.

Paralelamente al terror, Corman barrenaba otros proyectos más conectados con el presente, como Los ángeles del infierno (1966), el filme sobre la banda de motoristas que protagonizaron Peter Fonda, Nancy Sinatra y Bruce Dern. Sin esta película seguramente no existiría Easy rider (1969), una producción impulsada por Peter Fonda (y dirigida por Dennis Hopper) en la que debía participar Corman como productor, pero finalmente no lo hizo. "Era un buen proyecto, pero solo yo no podía invertir los 300.000 o 400.000 dólares que costaba Easy rider. Sólo había financiado películas de 100.000 dólares o menos. Evidentemente, me arrepiento, de haberme echado atrás", admitía Corman.

Hollywood estaba cambiando. Coppola y Scorsese estaban poniendo en marcha un nuevo paradigma. Corman estaba al caso, siempre atento a apoyar a estos jóvenes rebeldes. Produjo los debuts de Martin Scorsese (Boxcar Bertha, 1972), Jonathan Demme (Caged heat, 1974), Joe Dante (Hollywood boulevard, 1976) y Ron Howard (Grand theft auto, 1977), como había hecho antes con Coppola y Peter Bogdanovich (Targets, 1968), e incluyó a un joven Robert De Niro en Maldita madre (1970), la película de Corman sobre las peripecias criminales de Ma Barker que tuvo como protagonista a una extraordinaria Shelley Winters. Fue una de las últimas películas que dirigió Corman, quien en los años 70 vio cómo aquellos jóvenes rebeldes que habían aprendido con él estaban revolucionando Hollywood.

Hay un punto de inflexión en esta historia: el estreno de Tiburón (1975), de Steven Spielberg. El crítico Vincent Canby escribió en The New York Times: "Qué es Tiburón sino un filme de Roger Corman con mucho presupuesto". "Lo que no dijo es que era mejor que mis películas –admitía Corman en Locarno–. Por primera vez los grandes estudios sabían lo que hacían, y cuándo se estrenó La guerra de las galaxias vi que estaban haciendo lo mismo que nosotros y que de ninguna manera nosotros podíamos competir con aquellos presupuestos".

Sin embargo, el nuevo Hollywood no fue el final de Corman, que continuó produciendo y alimentando el culto a un modo de hacer cine alabada por infinidad de cineastas de diferentes generaciones, conscientes de la maestría de un hombre libre y eficiente. Intentaba diseñar todos los planes antes de empezar el rodaje. Quizás no lo seguirás todo punto por punto, pero trabajarás de manera más eficiente. Las películas de Poe se hacían en tres semanas".

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