Ciudades construidas para realizar la guerra
La arquitecta Julia Schulz-Dornburg explora diecisiete espacios ideados para aprender a combatir en las calles y en las casas


BarcelonaEn Emiratos Árabes, en el 2017, se inauguró Al Hambra, una gran ciudad con centro urbano, un puerto, una petroquímica, un aeropuerto y una planta de gas. En 2020, en algún lugar de los altos del Golán, empezó a funcionar otra ciudad con un entramado subterráneo. En 2024, en Singapur, abrió SAFTI City, con muchos edificios interconectados y estaciones de metro. Todas ellas están en países diferentes, pero tienen un rasgo en común: nunca estarán habitadas. Se han construido para que los soldados entrenen para hacer la guerra. Son poco visibles, la mayoría son inaccesibles, aunque en algunas hacen jornadas de puertas abiertas y seguramente no llegaría con Google Maps. Ocupan terrenos militares y cada vez hay más. En España, cerca de Albacete, existe una: Chinchilla (2007).
La arquitecta Julia Schulz-Dornburg (Múnico, 1962) ha investigado a fondo estas ciudades y ha escrito un libro donde explica, incluso, cómo llegar a diecisiete de estas ciudades: Complete guide to Combat City (Jovis, 2024). La arquitecta, que participa este martes en una conversación en el CCCB sobre estas ciudades con Thomas Keenan, director de Human Rights Project del Bard College de Nueva York, alerta de que estas instalaciones construidas a escala real se han extendido por Europa, Estados Unidos y Oriente Medio, y su arquitectura ha ido evolucionando.
Según los investigadores militares, las ciudades serán cada vez más el campo de batalla. Estos expertos auguran combates asimétricos y no entre estados. "Cuando hacen estos entrenamientos es para que los soldados puedan salvarse a sí mismos. No hay reflexión sobre cómo afectará a las ciudades o sus habitantes", señala Schulz-Dornburg, que se ha encargado del comisariado y el diseño de exposiciones como Ruinas modernas de Berlín. Una topografía del beneficio en la galería Aedes (Berlín) y El cuerpo vestido en el DHUB (Barcelona). La arquitecta también investigó dónde se escondían las estatuas de Franco e hizo un libro: ¿Dónde está Franco? Cuaderno de un viaje (Tres Hermanas). En las ciudades combate, los militares aprenden a entrar en las casas, casi nunca por la puerta principal, a moverse por las calles y evitar a los francotiradores, a disparar por una calle llena de gente, a rescatar a compañeros ya retirar cadáveres, oa negociar con los habitantes. Algunos edificios no tienen techo, porque así los entrenadores pueden ver desde arriba cómo se mueven los soldados en las habitaciones de estos pisos ficticios.
Ciudades con efectos especiales y actores
En el diseño de estas ciudades no intervienen sólo arquitectos. "A menudo también participan técnicos de cine, por ejemplo, porque existe una recreación completa, también de los ruidos, las luces, del humo...", destaca Schulz-Dornburg. Incluso intervienen actores y robots. Hay quienes hacen de extras, quienes se interpretan a sí mismos, es decir, autóctonos del lugar donde se espera entrar en conflicto, soldados que hacen de enemigos y veteranos de guerra que simulan ser heridos. En muchas de las instalaciones hay muñecas y muñecos que simulan ser civiles y robots. Las hay de todos los tamaños y formas. Algunos están por el suelo y representa que están malheridos. Hay tan sofisticados que incluso sangran, respiran con dificultad o hacen ruidos. Otros son objetivos para que los soldados aprendan a disparar. "Los soldados realizan una inmersión completa y algunos son descartados porque durante este entrenamiento se constata que no aguantan bien la presión", destaca Schulz-Dornburg.
Los primeros en construir una ciudad para simular la guerra fueron los alemanes en 1938. Un antiguo pueblo dedicado a la agricultura ya la ganadería se convirtió en Hohenfels. Paralelamente, en Estados Unidos se aprovecharon las instalaciones de un psiquiátrico para hacer realidad Muscatatuck. En 1942, los británicos empezaron a utilizar su propia ciudad construida para entrenar soldados: Eastmere. Tras la Segunda Guerra Mundial, con la llegada de la Guerra Fría, ambas ciudades se aliaron y empezaron a colaborar intercambiando ideas y recursos militares. En 1980 fueron los israelíes quienes realizaron una visita a Hohenfels y consideraron que necesitaban dar un paso en sus entrenamientos y simular la guerra en un entramado urbano. Terminaron construyendo Baladia, que recreaba una ciudad libanesa con mezquitas incluidas. Meses después de haberla terminado de construir, en junio de 1982, Israel invadió Líbano. En 1988 los británicos abrieron Copenhill para entrenar al ejército para hacer frente a los conflictos con los irlandeses... y así sucesivamente se han ido construyendo ciudades para simular guerras.
"Al principio se recreaban y simulaban ciudades de los lugares donde se estaba en conflicto, pero en los últimos años esto ha cambiado. Todas se han ido pareciendo, ha surgido un urbanismo y arquitectura específica y diseñada para entrenar soldados en gran escalera —dice la arquitecta—. Estas ciudades han acabado siendo como un sofisticado gimnasio gigante", asegura. Schulz-Dornbrug. Nada es donde se espera que esté y muchas estructuras o distribuciones tienen mucho sentido desde un punto de vista urbanista o arquitectónico. "Ya no simulan una realidad, sino que son hiperreales. Son ciudades construidas según la tesis de que en el futuro la ciudad será un campo de batalla. Sirven también para consolidar esta tesis y cada vez se parecen más entre sí, porque forman parte de 'una red internacional donde se comparten técnicas y estrategias', concluye la arquitecta.