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Memoria Histórica

"Se dicen, se hacen y se prometen cosas que se asemejan terriblemente a las de los nazis"

Siegmund Ginzberg analiza las similitudes entre la destrucción de la República de Weimar y el ascenso de Hitler y el momento actual

1 de abril de 1933: miembros de las SA y las SS en Berlín, enganchando un aviso a un negocio judío, instando a los alemanes a boicotear las tiendas judías.
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BarcelonaLos nazis no conquistaron el poder por la fuerza. Lo hicieron con la ayuda de las instituciones, la clase política, los medios de comunicación y el electorado. No todo el mundo quería a Hitler, pero aquel hombre pequeño del que algunos se mofaban, acabó gobernando y llevando a cabo algunas de sus promesas más terroríficas. En Síndrome 1933 (Gatopardo, 2024), el periodista Siegmund Ginzberg (Estambul, 1948) se traslada a los meses previos al derrumbe de la República de Weimar y analiza cómo Hitler conquistó el poder y hace analogías con el presente.

Siegmund Ginzberg

Ginzberg, hijo de una familia judía que emigró a Italia en la década de los 50, confiesa que de un tiempo a esta parte tiene una poderosa sensación de déjà-vu. Lee y ve las noticias, escucha las tertulias y lo que se comenta en el tren y en los bares, y tiene la impresión de que todo lo ha leído, lo ha visto y lo ha oído en otro momento y en otro lugar. El periodista deja claro, en el libro, que la historia nunca se repite y, si lo hace, no se repite exactamente de la misma forma. Pero las analogías que va desgranando, estremecen. "Confieso que cuando escribí el libro no era consciente de que estaríamos donde estamos ahora: Trump ha llegado a la Casa Blanca, con el beneplácito y el apoyo de los millonarios, como hicieron, en su día, los grandes industriales y banqueros en Alemania , y hay un auge de la derecha, de la intolerancia, de la violencia verbal y de la falsedad –reflexiona Ginzberg–. admiradores de Mussolini y existe la posibilidad de que los herederos de los nazis lleguen al poder en Austria y Alemania. los nombres, pero dicen, hacen y prometen cosas que se asemejan terriblemente a las que decían, hacían y prometían los nazis", añade.

Las similitudes entre las promesas de Hitler y de Trump

El autor pone muchos ejemplos. Este enero, Donald Trump, en una rueda de prensa, sugirió que podría utilizar el uso de la fuerza militar o presiones económicas para anexionarse al canal de Panamá y Groenlandia. "Los necesitamos por una cuestión de seguridad económica", afirmó desde su residencia de Mar-a-Lago. "Hitler estaba convencido de que era cuestión de vida o muerte para Alemania conquistar 'el espacio vital' en el este. A diferencia de Trump, Hitler lo decía de forma privada a sus generales", detalla Ginzberg.

A Hitler le votaron muchos obreros, agricultores, los más castigados por la crisis, los que estaban en paro, los decepcionados de la burocracia, de los servicios públicos, de la ineficiencia y de la inestabilidad de los gobiernos; quienes tenían miedo a la inseguridad, a la pérdida de las costumbres, ya los comunistas; los que creían que todo era culpa de los judíos y de los supuestos enemigos de Alemania... En el Reichstag se celebraron elecciones en 1928, 1930, julio de 1932, noviembre de 1932 y marzo de 1933. El partido de Hitler va ganando votantes en cada elección: pasó de 800.000 votos a 17,3 millones. Paralelamente, el número de votantes aumentó durante este período: de 30 a 39,3 millones. La República de Weimar había temido durante años la violencia revolucionaria, las barricadas, un golpe de estado... Sin embargo, la destruyó una serie de elecciones con sufragio universal y una participación cada vez mayor. Y también la actitud del resto del gobierno: en marzo de 1933, el Parlamento alemán decidió dar el poder absoluto a Hitler. La ley de concesión de plenos poderes se aprobó con 444 votos a favor y 94 en contra.

La mala fama de la política

"Tenemos la mala costumbre de dar mucha importancia a las campañas electorales y casi hacia los resultados electorales– lamenta el periodista–. Trump obtuvo los mismos votos que las elecciones anteriores. Fueron los demócratas los que perdieron 10 millones de votos. S deberían preguntarse por qué no pudieron llegar ni siquiera a sus propios electores. Hay un gran agotamiento respecto a la democracia. muy buena fama. Se la considera corrupta, mentirosa, alejada de las necesidades de la gente y, sobre todo, incapaz e ineficiente. Exactamente la misma canción que repetían una y otra vez en los años 30 los enemigos de la Constitución de Weimar" Ginzberg. Hitler era considerado un líder antisistema y revolucionario, el hombre que debía cambiar la política alemana, echar a los corruptos, conseguir que las cosas funcionaran y, sobre todo, hacer gran Alemania. Engañó y convenció a muchos alemanes, incluso a los que no simpatizaban con los nazis.

Hitler logró mantener y aumentar el consenso mientras hizo lo prometido. "Para hacerlo instauró una dictadura feroz y personal, masacró a los adversarios políticos internos y luego a los judíos y otros pueblos. En lugar de hacer grande a Alemania, la llevó a la destrucción. Lo mismo que hizo Mussolini. Por eso durante varias generaciones era impensable que los nazis volvieran a gobernar Alemania. ¿Cuántas generaciones guardan la memoria? positivo", concluye el periodista, que deja claro que no puede realizar ningún pronóstico. Sin embargo, cuidado del mal que puede hacer todo. El Reich nazi, según sus dirigentes, debía durar mil años y duró diez. La dictadura de Mussolini duró veinte, la de Franco treinta y seis. Aún así, las consecuencias fueron terribles: "Los daños que provocaron a sus propios países ya los demás son incalculables", lamenta Ginzberg. Actualmente, puede parecernos que la democracia es definitiva e inquebrantable. En la Alemania de Weimar también lo creían. Consideraban irreversibles la democracia representativa, las elecciones libres y la concurrencia de distintos partidos. Al final del libro, el autor escribe: "Las analogías no representan una predicción; que circunstancias similares desemboquen en determinados hechos no implica que el resultado se repita. Crucemos los dedos, porque podría ser peor".

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