Música

Joan Magrané: "Es responsabilidad de los creadores explorar las cosas que son singulares de su cultura"

Compositor

El músico reusense Joan Magrané.
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GeronaJoan Magrané (Reus, 1988) es uno de los compositores catalanes con mayor presencia y proyección en el panorama nacional de la música clásica. Heredero de las disonancias rompedoras del siglo XX, firme defensor de la singularidad musical catalana y amante de la tradición clásica, ha escrito una veintena de obras que se abren paso en las programaciones de los principales teatros y auditorios del país, como la ópera Diálogos de Tirant y Carmesina, estrenada en el Festival de Peralada en 2019. Ahora, también por encargo del festival alto-ampurdanés, el compositor reusense estrena una nueva pieza: Tenebrae Responsoria, que se presentará en la edición de Pascua, en la Iglesia del Carmen, el viernes 29 de marzo, antes de la medianoche. Se trata de una pieza para voz y conjunto de cámara que, desde la mirada contemporánea, revisa las lecciones de tinieblas del Viernes Santo que hicieron célebres autores canónicos como Tomás Luis de Victoria y François Couperin. El estreno contará con los músicos de Gio Symphonia, la dirección de Francesc Prat, y la presencia del violonchelista Pau Codina y la soprano Maria Hinojosa como solistas.

¿Cómo imaginar la obra que se estrenará en Peralada?

— A partir de la liturgia del oficio de tinieblas quiero proponer una obra completamente nueva. Las liturgias habitualmente se inspiraban en el texto del Libro de las Lamentaciones de Jeremías, que yo utilizo en ciertos momentos, pero también me baso en los Cuatro poemas de Semana Santa de Blai Bonet. Tienen un estilo fuerte, que me remueve y me apasiona, hacen de contrapunto y aportan una mirada más humana a la vertiente bíblica de la prenda.

¿Cómo se traduce en la partitura ese diálogo entre modernidad y tradición?

— Cuando suenan los textos en latín, intento mantener una escritura más austera, ceremonial y ritualista, mientras que en las partes de Blai Bonet son más expresivas y teatrales. Eso sí, todo siempre dentro de la austeridad, puesto que se trata de transmitir el lamento de Cristo y quiero mantenerme fiel al gesto de ir apagando una vela en cada una de las partes de la pieza.

¿Siempre escribes inspirándote en los autores del pasado?

— Sí, esa es mi forma de trabajar, la idea siempre es reflejarme o utilizar algo que me atrae. Me parece pretencioso pensar que soy una hoja en blanco y que se me ocurrirá algo que no tenga nada que ver con lo escrito hasta ahora.

¿Y cuál es el compositor de la historia de la música que más te estimula?

— Un autor clave para mí es Monteverdi ya partir de ahí salgo adelante y atrás. Ahora bien, creo que en el arte y la música la historia lineal y cronológica no tiene sentido, ya que hacer referencia a la tradición no significa hacer una escenificación actual de algo antiguo. No significa hacer arqueología para saber cómo sonaba la música de antes, sino simular que todavía la tenemos entre nosotros. En este sentido, puedo decir que, por ejemplo, las lecciones de tinieblas de Couperin sonarán al mismo tiempo que las mías.

La música clásica no atrae focos mediáticos ni audiencias multitudinarias. ¿Habría que promocionarlas con más énfasis?

— Es mucho de nuestro tiempo pensar que las cosas si no son masivas significa que no tienen éxito, pero creo que es todo lo contrario. Yo hago música para compartirla con mis amigos músicos y con el público que quiere venir a oírla, con ganas, interés y mente abierta. Esto es lo que me interesa, y no llegar a 2 millones de personas. Debemos saber que la música de una minoría tiene el mismo derecho a existir que la de la mayoría.

¿Se puede reconocer un estilo propio y común en la música escrita por compositores catalanes?

— La música no tiene idioma, pero tiene acentos, ya que hay formas de hacer propias de cada cultura. Es responsabilidad de los creadores explorar las cosas singulares de su cultura, aunque sean abstractas y compartidas con otras culturas. En Cataluña nos falta valorar y poner por delante las cosas que hacemos nosotros.

Y, aunque sean poco palpables, ¿cuáles serían estas singularidades de la música catalana?

— Entre Miró, Fortuny y Gerhard, por ejemplo, existe una fuerte exploración de la luminosidad ante todo, que no es cegadora, sino que también profundiza en la penumbra. Yo también intento dar vueltas sobre el desdibujo instrumental, sin aristas, que se pasa la melodía de una voz a otra en un diálogo armónico, distinto al pensamiento germánico, más dialéctico. También tenemos el referente orquestal de Juli Garreta, que abre camino al gran sinfonismo catalán a partir de Wagner y Strauss. Y en el polo opuesto: Mompou, con sus juegos de resonancias de timbre a la intimidad del piano.

En las programaciones de auditorios y festivales de música clásica, la mayoría de las obras del repertorio son de autores anteriores al siglo XX. ¿Por qué cuesta tanto introducir piezas contemporáneas en los programas?

— No es un tema de fácil solución, ya que es cierto que, por un lado, la música sólo se puede vivir de verdad en el momento del concierto, en directo, delante del público, y por eso debes ir interpretando las sinfonías de Beethoven regularmente, porque, si no, desaparecen. Ahora bien, también existe un problema de comodidad, ya que nos hemos acabado creyendo que ir a concierto es un momento de descanso y distensión, cuando es todo lo contrario, es donde más tienes que conectarte. Nos hemos acostumbrado a oír sólo las piezas que han entrado el repertorio de las grandes orquestas por repetición, hasta que se han hecho perfectamente asequibles y asimilables para todos.

¿Qué otro compromiso musical tienes en agenda después del estreno en Peralada?

— El 7 de mayo, en el Palau de la Música Catalana, el Trio Fortuny, con quien compartimos la misma forma de pensar la música, estrenaremos una pieza titulada Trois Nocturnas. También participará la compañía de danza Mal Pelo y será una propuesta muy sugerente.

La segunda edición del Festival de Pascua de Peralada

Por segundo año consecutivo, el Festival de Peralada organiza una edición de Pascua que, durante tres días de Semana Santa, del 28 al 30 de marzo, presenta seis propuestas musicales en la Iglesia del Carme. El festival se inaugurará el jueves con el estreno en tiempos modernos del oratorio San Giovanni Batista, de Alessandro Stradella, de la mano de la orquesta Vísperas de Arnadí y el contratenor Xavier Sabata. Al día siguiente sonará el célebre Stabat Mater de Pergolesi en la versión de Johann Sebastian Bach, que interpretará el ensemble instrumental Bachelona Consort, con las voces solistas de la Salvat Beca Bach. El mismo viernes, a las once de la noche, se estrenará Tenebrae Responsoria, de Joan Magrané; y, en la última jornada, el pianista Javier Perianes, que sustituye al coreano Yunchan Lim, ofrecerá un recital con obras de Falla, Granados y Albéniz. Cerrará la programación una propuesta familiar, prevista para la mañana del viernes en los jardines del castillo, que combina la tradición de buscar huevos de Pascua con la danza de la compañía CobosMika, música de Stravinski y las esculturas de conejos gigantes del artista Amanda Parker.

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