Yuri Andrujovich: "La 'firmeza' y la 'fuerza legendaria' del ejército ruso son una estafa, como todo en aquel país"
BarcelonaNovelista, ensayista y poeta, Yuri Andrujovich (Stanislav, 1960) es una de las voces de la literatura ucraniana más reconocidas internacionalmente. Entre sus libros, inéditos todavía en catalán pero publicados en castellano en Acantilado, destacan títulos como Moscoviada (1993) y Doce anillos (2003). Próximamente tiene que aparecer, en la misma editorial, La enciclopedia de las ciudades íntimas, una compilación de prosas de lugares, tanto de Ucrania como otros países, que el autor ha visitado durante los últimos años.
Usted vive en la ciudad de Ivano-Frankivsk, situada en el oeste de Ucrania. ¿Cómo ha vivido el último mes, desde el inicio de la invasión rusa?
— Sin duda, Ivano-Frankivsk no es de los lugares más afectados del país. Todo lo contrario: es uno de los más seguros. Solo sufrimos tres ataques con misiles durante los primeros días. Constantemente suenan alarmas aéreas, pero ya nos hemos acostumbrado. A la ciudad han llegado una gran cantidad de personas, refugiados de zonas donde las consecuencias de los ataques son horribles. A la región han llegado un total de 100.000 personas, según las autoridades. Yo trabajo desde casa, y aprovecho cualquier oportunidad para hablar de nuestra resistencia, que creo que no se comenta lo bastante a los medios occidentales: hablo de la lucha de los ucranianos, de la efectividad y valentía de nuestro ejército, y de las elevadas pérdidas del enemigo.
¿Cómo ha cambiado su estado de ánimo desde el inicio del conflicto? ¿Mantiene la esperanza?
— Y tanto que mantengo la esperanza. Llevamos un mes de guerra. Los rusos pretendían resolver la invasión en un máximo de 72 horas. Esto quiere decir que el enemigo no pelea, que está desmotivado y desmoralizado. Muchos soldados rusos entran en pánico y se rinden. La firmeza y la fuerza legendaria del ejército ruso son una estafa, como todo en aquel país. Rusia tiene un ejército tan corrupto que ha acabado siendo inútil. Los defensores de Ucrania son como David luchando contra un Goliat enorme y terriblemente enfermo.
Estas semanas se ha hablado de heroísmo en relación con los ucranianos. ¿Hasta qué punto este heroísmo no se mezcla también con la necesidad, teniendo en cuenta las consecuencias de perder la guerra?
— Puedo dar muchos ejemplos de heroísmo –personal y colectivo, que se explicará en los libros que escribamos en un futuro–, pero se mezclan con estrategias militares de una gran inteligencia. Si Ucrania recibe más ayuda militar por parte de los socios occidentales –es decir, tanques, aviones, etcétera– conseguiremos penetrar en los frentes rusos y liberar los territorios ocupados. Esta guerra no se tendría que eternizar. Si los países democráticos quieren un futuro mejor, más tranquilo y más feliz tienen que participar de forma más activa en la confrontación para frenar, castigar y liquidar el régimen fascista ruso. Ucrania resistirá de todas formas. Defendiéndonos a nosotros mismos defendemos Europa y a la humanidad: esta es la necesidad que usted mencionaba.
¿Cree que Putin es capaz de usar armas nucleares en su país?
— La paranoia de Putin crece a un ritmo insospechado. No podemos saber, tampoco, de qué manera se pueden usar armas nucleares de alta tecnología, sobre todo teniendo en cuenta que en Rusia nada funciona bien y van atrasados en este sentido. Tengo la esperanza de que haya mecanismos que puedan bloquear el deseo de matar de un enfermo que tiene acceso al botón rojo.
¿Cómo se puede frenar esta guerra?
— Hay dos caminos. El más largo es que Ucrania continúe luchando sola, recibiendo las mejores armas por parte de los compañeros occidentales y, paso a paso, vaya derrotando los frentes abiertos por el ejército ruso, hasta que llegue el día en que se queden sin recursos. Les sorprenderá, cuando esto pase, pero qué le haremos. El segundo camino es más rápido: algunos de los países miembros de la OTAN envían unidades militares –también pacificadoras– a Ucrania. Estoy totalmente de acuerdo con la propuesta del primer ministro polaco [que la OTAN envíe una misión de paz al país].
¿Cuál es el peor escenario para los próximos días en Ucrania?
— El peor escenario es que aumenten los bombardeos y los misiles contra la población. Que maten a los ciudadanos, eso es lo peor. Como los rusos no tienen éxito en las acciones militares prefieren sembrar el terror entre la población arrasándolo todo: hospitales, escuelas, teatros, estaciones de tren... De momento nadie quiere ayudarnos a cerrar nuestro espacio aéreo.
¿Ve factible una revolución interna en Rusia que frene Putin?
— No. El pueblo ruso es el resultado de una larga exposición al poder de Putin. Esta exposición ha durado 22 años. Los rusos han perdido cualquier posibilidad de protestar, de defender sus derechos, de luchar por la libertad. Son un pueblo en parte obediente, en parte indiferente. Las encuestas sociológicas independientes que se han hecho recientemente en Rusia muestran que más del 70% de los rusos apoyan la "operación especial" de Putin en Ucrania y están de acuerdo con que continúe gobernando el país tanto tiempo como quiera.
¿Está en contacto con Kiev, Mariupol y Odesa?
— En Odesa están bien, los ataques no han sido fuertes, igual que aquí, en Ivano-Frankivsk. Tiene que ver con su situación geográfica: Odesa es la ciudad más occidental del sur del país, y está situada relativamente lejos del alcance de los rusos. Aún hay otra razón: Odesa está muy bien preparada para las agresiones, es como una fortaleza, y su gente tiene una gran motivación para resistir. Pasa lo mismo con Kiev. La capital tiene el nivel más alto de protección del país y los rusos no entrarán fácilmente. Algunos de mis amigos son miembros de la Defensa Territorial de Kiev, una milicia formada por voluntarios que ayudan al ejército. El caso más triste es el de Mariupol. No me atrevo a llamar a mis amigos de Mariupol, no sé qué decirles, solo deseo que se salven.
¿La reacción de la Unión Europea es todavía insuficiente?
— Sí, pero lo entiendo, nos encontramos inmersos en un proceso diplomático. Nuestra diplomacia está trabajando. Esta guerra no es únicamente un problema ucraniano, tiene efectos en crisis globales como la migratoria, la económica, la alimentaria, la ecológica, la nuclear... Cuanto más larga sea la guerra, peores serán las crisis que provocará.
No es la primera vez que como ciudadano se ha comprometido con su país. Participó activamente en las protestas del Euromaidán en 2013 y 2014. Escribió un ensayo, pero desconozco si la experiencia acabará formando parte de su ficción.
— ¡Ya lo he hecho! El 2020 publiqué Noche de radio [inédita en catalán y castellano], donde se pueden reconocer días y sobre todo noches pasadas en Maidán. El protagonista de la novela es un músico, antiguo teclista de un grupo de rock, que se suma a la revolución tocando el piano en las calles. Él dice que hace "música de barricadas". La pregunta que el libro se hace es la siguiente: ¿cómo puedes continuar viviendo después de la revolución, cuando lo diste todo por la victoria?
¿Cómo afectará esta guerra a su literatura?
— En enero acabé el primer capítulo –o quizás la primera narración– de un libro ambientado a principios de los 70. Será como una especie de "arqueología interna", y la construyo a través de experiencias reales mezcladas con la fantasía y la imaginación. La guerra hace que tenga que replantearme el proyecto. Incluiré más elementos militares y más crueldad, y el estilo del libro será más duro.