Laia Aguilar: "En una familia hay silencios que se preservan generación tras generación"
Escritora y guionista
BarcelonaLa infancia y las relaciones familiares se encuentran en el centro de las novelas de Laia Aguilar (Barcelona, 1976), que en Todos esos mares (Columna, 2024) se adentra en el sentimiento de culpa de Greta, una guionista que regresa a Formentera, la isla donde desapareció su hermana Julieta cuando tenía sólo 7 años. La autora de Lluvia de estrellas –premio Josep Pla 2020– y Wolfgang (Columna, 2017) –de la que el próximo año se estrenará la adaptación cinematográfica– teje con cuidado y oficio su nueva historia a partir de tres voces en primera persona: la de Greta, la de la madre y la de la abuela.
Si a Las demás madres (Columna, 2022) explicabas tres historias diferentes relacionadas con maternidades invisibilizadas, ahora acudes a tres mujeres para adentrarte en un mismo conflicto.
— Hace tiempo que tenía en ambientar una novela en Formentera. He estado allí varias veces. La cueva des Fum, donde los piratas de la leyenda del rey viking Sigurd esconden el tesoro, me impresionó.
Además de piratas y vikingos, en esta novela también hay sirenas, serpientes marinos y algún diálogo con los fallecidos.
— La abuela de Greta, Matilde, vive en un mundo de fantasía, inspirado en parte por un libro de fábulas y leyendas de Formentera que me cautivó cuando lo leí.
La abuela es el catalizador del regreso de Greta a la isla. Tiene más noventa años, ha caído y su salud se ha deteriorado rápidamente.
— Greta vuelve a la isla después de no haber puesto los pies desde hace 20 años. El motor creativo de Todos esos mares es la desaparición de su hermana pequeña. Durante mucho tiempo imaginé a dos niñas en la playa jugando, hasta que un día un incidente se convertía en tragedia. Eran Greta y Julieta. No sabía lo que se había hecho de Julieta. Sólo sabía que Greta estaba relacionada con su desaparición.
Me ha parecido un libro donde el sentimiento de culpa es central: la desaparición de Julieta hiere de muerte la relación entre Greta y su madre, y también afecta a la abuela, aunque aparentemente no lo parezca.
— Las tres viven de distintas maneras la pérdida de Julieta. Greta, porque está implicada. La madre, porque no ha sabido gestionar aquella desaparición y culpa a su hija mayor. La abuela, porque es incapaz de enfrentarse a la realidad: refugiada en su mundo imaginativo también duele a los demás.
Abuela y limpia comparten la fascinación por las historias: la primera las explica oralmente; la segunda, a través de guiones.
— Las historias nos sirven para contar no sólo ficciones, sino también nuestras vidas. Depende de cómo nos las expliquemos, puede salvarnos o condenarnos. De hecho, los recuerdos a menudo acaban convirtiéndose en ficción, cuando los pasas por la criba del tiempo. Greta es una enamorada de las historias. Aun así, al final, la más importante es la que debe explicarse a sí misma.
¿Escribiste la novela en un momento en el que pasabas por un proceso similar?
— Sí. Durante los últimos dos años he necesitado repasar cómo había sido mi vida. Ha estado intentando entender cuál era mi posición en mi familia durante la infancia que he podido reescribir la propia historia.
La infancia es una de las etapas vitales más decisivas en tus novelas.
— Es la etapa clave de la mayoría de mis protagonistas. Vives momentos vitales importantes, buenos y malos. Estoy bastante de acuerdo en que la infancia es la patria de los escritores.
Como narradora has debutado dos veces: primero con Las brujas de Viladrau (Ara Llibres, 2008), una historia de intriga que recreaba la cacería de brujas vivida en Cataluña durante el siglo XVII, y más adelante con Wolfgang (2017), protagonizada por un niño superdotado que pasaba por un momento difícil.
— Desde los 22 años, al poco de licenciarme en comunicación audiovisual, me he ganado la vida haciendo guiones para series y películas. Aquellas historias las trabajaba en equipo, y me gusta seguir haciéndolo de vez en cuando, porque a partir de Wolfgang me he centrado más en las novelas.
Son novelas en las que aparecen temas a menudo duros.
— Totalmente. Wolfgang parte del suicidio de una madre. En Lluvia de estrellas está la cuestión de la eutanasia. En Las demás madres, la muerte perinatal. Ahora está la desaparición de una niña. Aún así, intento combinar el dolor y la luz, el sufrimiento y los momentos esperanzadores.
Los conflictos entre madres e hijas te preocupan, ¿no?
— Son relaciones muy complejas. Hay malestar pero también comprensión. En Todos esos mares, la relación entre Greta y su madre es desigual y conflictiva.
También está la cuestión de los silencios familiares.
— En una familia existen silencios que se preservan generación tras generación. Me gusta escribir sobre esos silencios, sobre los secretos y el subtexto de la vida íntima.
La madre de Greta le reprocha que siempre se ha dedicado a huir.
— Huye de lo que le pasó de pequeña, pero también de sí misma. Ante los conflictos muchos no podemos enfrentarnos a ellos: la actitud de huir es natural y humana. Aún lo es más teniendo en cuenta lo que ha vivido Greta a consecuencia de la desaparición de la hermana. Desde que Julieta no está, Greta se ha construido una vida 100% efímera. No acaba de creerse que alguien como Paul pueda llegar a quererla.
Has comentado en alguna ocasión que te costó terminar Las demás madres. ¿Por qué?
— Fue una experiencia más traumática, sobre todo la historia del luto perinatal. Con esta novela ha ido diferente, he dejado que la historia fluyera en parte gracias a un curso de creatividad que hice en la Sala Beckett con Eva Hibernia. En teoría debía servirme para escribir teatro, pero me ayudó con la novela. Eva nos enseñó a dejarnos llevar por los sueños, por el mundo inconsciente, por imágenes que relacionáramos con los proyectos que trabajábamos.
Hay un pasaje de la novela en el que ironizas sobre las historias que contienen todos los ingredientes para triunfar: "Me falta un punto de giro, y alguna sorpresa, y un buen personaje protagonista cuyo objetivo sea claro y definido".
— Buscando la fórmula suelen salir libros que son como problemas matemáticos. En una novela lo que quieres es encontrar una voz y personajes o historias con alma.