Literatura

Josep Maria de Sagarra y las 'cucarachas': ¿cómo debemos leer los clásicos catalanes?

Club Editor publica una nueva edición de 'La ruta azul' de Josep Maria de Sagarra, al cuidado de Narcís Garolera, liberada de las "correcciones excesivas" del texto que ha circulado mayoritariamente desde 1964

Josep Maria de Segarra en Tahití.
17/05/2024
7 min

Barcelona"Los defensores de la pureza, una vez muerto en Sagarra, le destrozan la lengua", aseguraba Enric Casasses hace unas semanas en X (antes Twitter), mientras leía la edición que Proa hizo de'All y salobre. Publicada por primera vez por la Llibreria Catalònia en 1929, la segunda novela de Josep Maria de Sagarra (1894-1961) presenta cambios desde la primera frase en la versión de 1966. "Quimet llegó al café que serían las dos de la tarde" quedaba así: "Quimet llegó al café alrededor de las dos de la tarde". "No respetan la memoria histórica, hay unos diez cambios en cada página y todos absurdos, inútiles, idiotas", se quejaba Casasses.

Sagarra ha sido uno de los muchos autores afectados por la política de corrección de determinadas editoriales durante décadas, antes, durante y después del franquismo. La Vida privada que Joan Oliver publicó en Aymá en 1965 –y que Proa recuperó en varias ocasiones más tarde– también era bastante diferente al original sagarriano, que data de 1932. "La reescritura de Vida privada fue escandalosa: el normativismo y el gusto personal de Oliver pasaron por encima del manuscrito –asegura Narcís Garolera, filólogo y editor de las obras completas de Sagarra–. Gracias a Francesc Pujols, Sagarra y Pla vieron muy pronto que debía escribirse con más naturalidad. Uno y otro rehuyeron un catalán de cartón-piedra, pero más tarde sus libros se acabaron leyendo llenos de cambios que se han tenido que ir restituyendo".

La accidentada ruta azul

Durante décadas, la edición catalana del libro estaba "adulterada"

Las "ultracorrecciones" han hecho que durante demasiado tiempo hayamos leído a un Sagarra "adulterado", opina Garolera. Además del trabajo realizado para la edición de la Obra Completa de 3i4 –de la que, a partir de 1994, se han publicado 21 de los 25 volúmenes previstos–, se ha encargado recientemente de las últimas ediciones de Vida privada (Barcino, 2023) y La ruta azul (Club Editor, 2024). "La historia de La ruta azul es singular –hace memoria–. Sagarra lo escribe en 1937 en catalán, durante el viaje de boda que hace por varias islas de la Polinesia con su mujer, Mercè Devesa, pero en 1942 lo publica en castellano, y con cambios, en Juventud, con el título deEl camino azul".

El régimen franquista prohibió la edición comercial en catalán desde finales de la Guerra Civil hasta finales de los 40. Aunque antes de morir en 1961 Sagarra publicó nuevos libros, entre ellos El poema de Montserrat (1950-1955) y las Memorias (1954), y también numerosas traducciones –de la Divina Comedia de Dante Alighieri en varias obras de teatro de Shakespeare–, el autor barcelonés dejó inédita en catalán La ruta azul. En 1964, Selecta la puso en circulación. "Le corrigieron los mismos que revisaban la obra de Pla, Josep Miracle y Bartomeu Bardagí –dice Garolera–. Aquella versión está llena de ultracorrecciones, pero también de malas lecturas del original". En 1986, Edicions 62 la reeditó "sin revisar el texto". Cuando Garolera empezó a trabajar en la obra completa, escribió un artículo en elHoy con la voluntad de localizar el manuscrito de Sagarra. "Se puso en contacto conmigo una señora de la Diagonal que era su propietaria: me dejó consultar y fotocopiar el texto de 1937, y fue así como pude preparar la edición crítica de 3i4, que se publicó por primera vez en el 2002", dice. La versión de Club Editor sigue la de las obras completas, a diferencia de las últimas reediciones por parte de Edicions 62 (2000 y 2009).

En la nueva edición leemos ciclón, tahicianos, cantadores y sur. Una de las palabras que más llama la atención aparece durante un viaje en goleta del matrimonio: "Mi mujer descubrió una gran cantidad de insectos –escribe Sagarra–, entre ellos unas cucarachas llenas y tostadas como una croqueta de gallina, de esas croquetas de gallina de absoluta confianza que antes se comían en las casas decentes".

Víctor Catalán (1926)

Las vicisitudes de 'Josafat' y 'Solitud'

¿Es necesario atenerse a la normativa oa la voluntad del autor?

Jordi Cornudella, vinculado desde hace casi tres décadas a Edicions 62, explica cómo ha cambiado la política de edición de clásicos. "En los últimos treinta años se ha ganado mucha conciencia en cuanto al rigor filológico, que no significa atenerse a la normativa, sino acercarse a la voluntad del autor", explica, evolución que se ha dado en paralelo en otras muchas lenguas, aunque el caso catalán ha sido especial debido a las vicisitudes políticas y sociales del país durante el siglo XX.

Entre los ejercicios de "restitución" que Cornudella ha practicado durante su larga trayectoria hay dos cumbres modernistas que, durante mucho tiempo, se han leído "a través de versiones que presentan cambios muy grandes". El primero es Josafat, que Prudenci Bertrana publicó en 1906. "En la década de los 20, la edición que Avel·lí Artís Balaguer hizo para la colección Las alas extendidas tergiversó el texto de lo lindo", admite Cornudella. Las reediciones de Edicions 62 (1971) y Barcanova (1990) seguían la versión de Artís Balaguer. "Josafat fue lectura obligatoria durante años, y se leyó en una edición que era una salvajada, filológicamente hablando", continúa el editor. Primer Educaula (2009) y, más tarde, Ela Geminada (2014) "deshicieron los cambios", y ahora Josafat se puede leer cómo Bertrana le había dejado, siguiendo, eso sí, la ortografía fabriana.

En 2021, Cornudella y Maria-Arboç Terrades practicaron una operación similar con Soledad, de Víctor Catalán. Publicada por Joventut en 1905, la novela fue reeditada en varias ocasiones hasta que, en 1946, Catalònia puso en circulación una edición "corregida" –así lo anunciaba la cubierta– que, para los editores, era "mediamente eficaz en el aspecto ortográfico pero a menudo abusiva por las esquinas del léxico, la morfología y la sintaxis". Esta edición fue "el punto de partida de todas las posteriores, empezando por la que se incluyó en las Obras completas de Selecta (1951) y llegando hasta la edición crítica de Núria Nardi en Edicions 62 (1990), pionera en el afán de ofrecer un texto desprovisto de las intervenciones espurias que se fueron introduciendo a base de ediciones , cada una con su cuota de correcciones añadidas". "En muchas cartas de los años 40, antes de la edición de Catalònia, ella acepta finalmente la normativa fabriana, pero pide que no le toquen la lengua –recuerda Cornudella–. Dice, por ejemplo, que quisiera que mantuvieran palabras como mediaval en vez de medieval o que el artículo lo le es indispensable. No le respetan ni lo uno ni lo otro".

Ilustración de la nueva edición del 'Tirant lo Blanc'.

Un canon catalán mal editado

La MOLC, una colección muy influyente pero discutible

Entre 1978 y 1981, Edicions 62 y La Caixa publicaron la colección las Mejores Obras de la Literatura Catalana, dirigida por Joaquim Molas, una elección de un centenar de títulos con vocación de canon, entre los que se encontraban autores como Jacint Verdaguer, Mercè Rodoreda, Carles Riba, Gaziel y Joan Sales. "En clase repetí durante años que eran las mejores obras en la peor de las ediciones –afirma Narcís Garolera–. Fue el último gran desastre editorial de ese país".

Una colección reciente que se ha inspirado en la MOLC ha sido Imprescindibles, de Barcino. "Es anómalo que se haya tardado tanto en plantear un proyecto similar –comenta Oriol Magrinyà, su editor–. La MOLC fue imprescindible para situar la literatura catalana en muchas casas. Nuestra colección aparece en un momento muy distinto, sin voluntad de fijar un canon cerrado y dando voz también a autoras que hemos tenido menos oportunidades de leer por razones más sociológicas que literarias. En la MOLC hay muy pocas mujeres”. Este junio, Imprescindibles incorporará la obra completa de "un escritor fundacional", Bernat Metge, al cuidado de Lola Badia. Entre sus nueve títulos publicados desde 2021 se encuentran Tirando lo Blanco, de Joanot Martorell; La fiebre de oro, de Narcís Oller; La fabricante, de Dolors Monserdà, y Clichés, de Carme Karr. "Publicamos autores de todo el dominio lingüístico, desde la literatura medieval hasta el siglo XX y de todos los géneros: hemos hecho la gran novela de Martorell, la poesía de Bartomeu Rosselló-Pòrcel y el teatro de Joan Ramis", dice Magrinyà, que asegura que, "sin olvidar el rigor filológico de Barcino" –que cuenta con colecciones emblemáticas como Nuestros clásicos–, Imprescindibles "quiere interpelar a un público más amplio ofreciendo textos regularizados, que respetan la morfología, la sintaxis y el vocabulario del autor, adaptándolos a la ortografía fabriana". "Ya lo decía Pla: Fabra fue el único catalán que ha logrado la unanimidad de todos los catalanes", comenta Cornudella. Narcís Garolera destaca también el trabajo del lingüista Joan Solà, "imprescindible para ir saliendo del corsé de la normativa".

Teresa Pàmies (1972).

Ir por buen camino

El buen trabajo de Barcino, Adesiara y otras muchas editoriales

Para Oriol Magrinyà, la edición de textos catalanes de principios del siglo XX o incluso anteriores pasa por un buen momento: un gran número de editoriales se han atrevido, desde L'Avenç (con Santiago Rusiñol y Marian Vayreda), Ediciones de 1984 (con Juli Vallmitjana y Eduard Girbal Jaume), Ela Geminada (Prudencio Bertrana, Joan Barat) y, más recientemente, Comanegra (que tiene una colección dedicada a recuperar la obra de periodistas catalanes del siglo XX), Cráter (con Piña de rosa, de Joaquim Ruyra) y Medusa (con Volvas, de Carme Karr).

En 2012, Adesiara puso en marcha la colección De corazón a piensa, "dedicada a los autores catalanes de valía histórica y literaria incuestionable que por diversas y variadas circunstancias quedan olvidados, desgraciadamente, desde hace años". Ya tiene casi una treintena de títulos, entre ellos Primera parte, de Celia Suñol (1947), y Una noche, de Domènec Guansé (1935). "Cuando preparas la edición de un texto escrito hace unas décadas, hay que ser lo más fiel posible al texto original, aunque no se trata de hacer una restitución salvaje", opina la filóloga Montserrat Bacardí, que empezó a leer clásicos catalanes "gracias a la MOLC", pero también "a partir del repertorio fabuloso de obras completas de la Selecta y las de Edicions 62", donde convivían Pere Calders con Joan Perucho, Mercè Rodoreda y JV Foix.

Bacardí ha tenido cuidado de varios volúmenes de la colección de Adesiara, entre los que se encuentra la publicación de una novela inédita de Teresa Pàmies, Una chica y un soldado, publicada este invierno pero escrita en los años 60. "He querido respetar la viveza del catalán oral de Pàmies", comenta Bacardí: se pueden leer palabras como destierro, enchufe, mandanga, cuarto y tinglado. "La situación deplorable que se prolongó hasta los años 80 se ha ido enderezando –dice Jordi Cornudella–. Desde hace décadas somos muchas, las editoriales que trabajamos. Hay un cierto consenso de que, finalmente, todos vamos por buen camino".

Dos formas de leer los autores medievales

Los clásicos medievales catalanes llegan a los lectores a través de dos caminos: a partir de las ediciones críticas, con colecciones emblemáticas como Nuestros Clásicos , de Barcino, pero también a través de adaptaciones al catalán moderno, como Cata de Clásicos. La joven y tenaz Cal Carré publica clásicos de lenguas tan diversas como el ruso, el inglés y el francés, y el pasado otoño presentó el Espill , de Jaume Roig, en una versión en prosa a cargo de Antònia Carré-Pons que incluye una parte importante del poema del siglo XV. "Saqué la parte más pesada, el libro tercero, y también las notas, de tal manera que el libro se pueda leer como una novela –explica Carré-Pons–. Mi intención es que los clásicos se puedan leer en la playa y en el metro".

El trabajo de Carré-Pons con Roig arranca de muy atrás, con la edición de Quaderns Crema (2006), "que incluye el texto en verso, pero también su traducción en prosa", y la edición crítica de Barcino (2014 ), "pensada sobre todo para especialistas y público universitario". La buena acogida del Espill en Cal Carré ha hecho que la editora encargara una nueva adaptación de una obra medieval que publicará este otoño. "Se trata de Fra Bernat y otros cuentos medievales para reír –avanza–. Sadurní Martí se ha ocupado de adaptar una serie de textos escritos en verso durante los siglos XIV y XV que son divertidos, groseros y anticlericales".

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