Las primeras veces

Las palabras que no tocan: polémica a raíz de 'Difamación'

La cubierta de 'Difamación', el nuevo libro de Eva Piquer
19/10/2025
Escritora y psicóloga
3 min

BarcelonaHace unas semanas escribí un artículo alabando a mi amigo y editor Ignacio Moreta. Lo compartió en la red antes conocida como Twitter, pero adujo que me cegaba la amistad. No puedo estar más en desacuerdo, y lo contaré con un ejemplo. El pasado año, Oriol Pérez Treviño escribió una crítica sobre mi ensayo Honrarás a padre y madre, publicado por Fragmenta, a la que respondí con un artículo en ese mismo espacio, al considerarla misógina, como mínimo. Ignacio me hizo saber que creía que mi réplica era infinitamente más cruel que el artículo original y que, por este motivo, ni la compartiría en las redes ni la colgaría en la web de la editorial, mientras que la crítica de Treviño, sí. Me pareció injusto e inadecuado, pero, sin embargo, sigo valorándolo como amigo y editor (hay que decir que es una situación ya enmendada, y mi artículo también figura ahora en la web de la editorial).

Hablando de réplicas a artículos misóginos, hoy quería escribir algunas impresiones sobre la reacción de varios medios en la publicación de Difamación, el ensayo de la periodista y escritora Eva Piquer (Club Editor), escrito como respuesta a un texto que el filósofo y articulista Bernat Dedéu colgó hace más de diez años en su blog La Torre de las Horas. Cuando lo leí por primera vez no conocía a Bernat, pero pensé que era un artículo ofensivo, machista y del todo innecesario. Actualmente lo conozco y, como la amistad no me ciega, sigo pensando lo mismo.

Dicho esto, creo que las mujeres debemos aprender a defendernos de la misoginia con las palabras adecuadas. Que Piquer tache las ofensas de Dedéu de violencia vicaria, como ha hecho en algunas entrevistas, me parece totalmente fuera de lugar. El Termcat define la violencia vicaria como la "violencia intrafamiliar ejercida de manera consciente contra una persona, a menudo un hijo, con la intención de dañar a una tercera persona que es la destinataria real de la acción, a menudo la expareja". Querer asimilar un artículo sociopático a un acto tan extremo como la muerte de un hijo creo que es hacernos un triste favor a las mujeres: si vaciamos de significado las palabras, cuando nos encontramos ante una violencia que traspasa el límite del delito ya no quedará nada con lo que defendernos.

Por otro lado, me ha sorprendido que tantos medios y tantas voces se hayan sumado al aquelarre de Dedéu, apresurados a desvelar su nombre (Piquer no le menciona en su ensayo, sino que se refiere a él como Ricard) ya tacharlo de terrorista o neofascista por unos insultos propios. En cambio, todavía cantan los gajos esperando a que alguien se rompa la camisa ante los abusos que la cantautora y poeta Ivette Nadal describe anónimo en su libro Justicia poética (Pórtico) o corra a desvelar el nombre de estos poetas abusadores de menores de edad. En este caso, parece que todo el mundo quedó satisfecho con describir estas relaciones como "descompensadas", y ese día hará un año.

Éste es el problema de poner las palabras que no tocan donde no tocan: muchos hombres, como en el caso de Difamación, correrán a sumarse a la causa para poder colgarse la medalla de feministas y defensores de la justicia, mientras compran encantados los eufemismos en situaciones realmente delictivas, creando una cortina de humo que les siga dando margen y privilegio. También es fácil pedir cancelaciones y leña de un árbol caído, pero atreverse con quien todavía tiene poder e influencia, eso ya... el próximo año no, el otro. Procesismo en estado puro.

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