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Una serie de asesinatos en la Barcelona seducida por Sherlock Holmes

Glòria Sabaté publica 'Mort al Palau', una novela negra ambientada en el Palau Güell a principios del siglo pasado

La escritora Glòria Sabaté en el Palau Güell
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BarcelonaGlòria Sabaté (Barcelona, ​​1985) se conoce al Palau Güell como la palma de la mano. Ha pasado tantos ratos para documentarse para la nueva novela que el equipo que trabaja ya le saluda con una sonrisa mientras ella explica que en el antiguo despacho de Eusebi Güell ha imaginado un asesinato. Sabaté es profesora de literatura medieval en la Universidad de Barcelona y autora de novelas como La hija de Lilith (Ediciones B, 2016) y El velo de la diosa (Columna, premio Nèstor Luján 2020). Hasta ahora su obra se había ceñido a la novela histórica, pero con Muerte en el Palau (Rosa dels Vents) ha querido adentrarse en un nuevo territorio y ha fusionado el género con la novela negra. Para este cóctel literario la autora se ha inspirado en uno de los detectives más emblemáticos, Sherlock Holmes, y más concretamente en su impacto en Cataluña a principios del siglo XX.

"En 1908 Barcelona estaba seducida por la fiebre detectivesca de Sherlock Holmes. Con sus obras, por primera vez se traducían al catalán títulos dirigidos a todo el pueblo y no sólo ceñidos al ámbito más burgués", explica Sabaté. Muerte en el Palau tiene las hermanas Isabel y Maria Lluïsa Güell como anfitrionas: apasionadas de las obras de Arthur Conan Doyle, deciden reunir en el Palau Güell —donde residían— un grupo selecto de admiradores de su literatura. "Ellas vivían junto al Teatro Principal, donde se representaban obras sobre Sherlock Holmes con un éxito abrumador", dice la escritora. En paralelo, entre 1908 y 1909 la colección Literatura Sensacional publicó semanalmente las historias del detective acompañadas de ilustraciones de Junceda y con traducciones de Salvador Vilaregut y Joan Oller i Rabassa.

Muertos dentro de un espacio bonito y tenebroso

En este contexto, Sabaté imagina una jornada cultural con personajes históricos como el editor, el ayudante de editor, el traductor y el actor que hacía de Sherlock Holmes. "He mezclado ficción y realidad, pero he procurado que la novela esté muy bien documentada especialmente respecto a las personas que sí existieron", afirma Sabaté. Entre el catálogo de personajes imaginarios destaca Robina, una profesora de inglés con raíces escocesas y gran lectora de la obra de Conan Doyle. La novela juega con que todos ellos están encerrados dentro de un espacio bonito pero tenebroso (las salas del Palau Güell) cuando empiezan a aparecer cadáveres.

"He mezclado los elementos detectivescos y el típico juego de enigmas de las historias de Sherlock Holmes con el simbolismo que alimenta el Palau", explica Sabaté. Como ha hecho también en libros anteriores, la escritora incorpora a la historia una mirada mágica que, en este caso, entronca con los motivos del asesino (o asesina). "El Palau me ha permitido recuperar un elemento simbólico clave, y ligado al Modernismo, que sirve para entender las razones de la persona culpable", dice Sabaté. Las peculiaridades del edificio, obra de Antoni Gaudí, han sido fundamentales para crear una atmósfera cada vez más angustiosa. "Los Güell fueron los únicos burgueses que no se fueron al paseo de Gràcia, sino que decidieron quedarse en el Raval. Querían protegerse del exterior sin ser vistos, por lo que el edificio está totalmente aislado del barrio —explica la escritora—. Con las columnas de hierro forjado de la entrada, es un espacio simblico".

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