Memoria histórica

Abel, 17 años: "Me identifico mucho con Puig Antich porque tampoco soporto las injusticias"

Los estudiantes de secundaria asisten a la representación de 'Puig Antich, caso abierto' en la tercera galería de la Modelo

Un momnet de la representación en prisión Modelo
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BarcelonaAl anarquista Salvador Puig Antich lo ejecutaron con el garrote vil el 2 de marzo de 1975, cuando tan sólo tenía 26 años. Hace 50 años de esa muerte tan terrible y de un juicio lleno de irregularidades, una eternidad para quienes apenas están en la adolescencia. Ponerse en la piel del joven Puig Antich, entender por qué luchaba o qué significa vivir en una dictadura no debe ser fácil para alguien que ni lo ha vivido ni seguramente lo han hecho sus padres.

La obra de teatro Puig Antich, caso abierto, que al final de esta semana habrán visto a 583 estudiantes de ocho institutos de secundaria, hace que el viaje en el tiempo sea más fácil. Hay una pieza muy importante: el esqueleto de hierro de la tercera galería de la cárcel de la Modelo, que acoge la representación, y que no ha cambiado prácticamente nada desde que el joven militante del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL) estuvo encarcelado. No es el único elemento que ayuda al público a dar ese salto atrás. Hay una mesa de los años 70, con una Olivetti y muchas carpetas, y un relato de los hechos preciso y sin demasiadas florituras, que en buena parte recoge el libro Salvador Puig Antich, caso abierto: la revisión definitiva del proceso, del periodista Jordi Panyella, que ha inspirado la obra. En el escenario sale un Salvador Puig Antich (interpretado por Marc Pujol) que recuerda sobre todo porqué luchó, pero también cómo murió. La actriz Carme Sansa da voz a muchas de las mujeres del joven anarquista. Entre ellas, a las cuatro hermanas Puig Antich que nunca han dejado de batallar para que se reabra su caso. Los abogados, a los que interpreta Bàrbara Roig, dejan claro, con todo lo que intentan, que no se rindieron.

La opinión de los jóvenes

Antes de empezar la obra, se advierte que si no hay silencio, los actores van a parar. De momento, esto nunca ha ocurrido en ninguna de las funciones y los estudiantes –la gran mayoría de 4º de ESO y de Bachillerato– suelen seguir con bastante atención lo que se ve en el escenario. "Me identifico mucho con Puig Antich, porque tampoco soporto las injusticias", dice Abel, que estudia primero de Bachillerato en el Institut Menéndez Pelayo de Barcelona. "Quizás no tengo los mismos ideales, pero él no quería imponer lo que pensaba, sino que quería que el pueblo decidiera", añade. "Se sentía muy oprimido y quería la libertad", afirman Angela y Zoe. Hacer lo que hizo Puig Antich, sin embargo, seguramente no lo harían: "Es una decisión muy difícil porque debes pensar en la familia y en las personas que te quieren", afirma Angela. Les ha tocado vivir en un estado democrático que dista fuerza del régimen franquista. Sin embargo, Nil asegura que también se pueden sentir vulnerables ante alguien más fuerte o poderoso: "Si tienes un problema con la policía, lo más probable es que no tengas nada que hacer; tienes todas las de perder", lamenta.

En el Instituto de Ca n'Oriac de Sabadell se habían preparado bien antes de ir a ver la obra. Han estudiado la transición y algunos estudiantes también han estudiado el exilio. Incluso han ido a ver el campo de concentración de Argelès, en el Rosellón. "Salvador Puig Antich no quería quedarse con los brazos cruzados y encontró una forma de luchar", opina el Biel. En distintos momentos de la obra, se explica cómo los jóvenes de la época querían cambiar el mundo. "Nosotros también podemos luchar, pero a pequeña escala, haciendo cosas pequeñas", aseguran Joana y Nico. Tampoco la situación es la de entonces. "La gente tenía mucho miedo", dice Nico. "Si lo pasáramos muy mal quizás sí que haríamos cosas más radicales, porque eso nos daría más fuerza", reflexiona Joana. A ella, lo que más le ha impactado es que las hermanas Puig Antich no pudieran despedirse de El Salvador: "Me ha afectado mucho el hecho de que no dijeran adiós, que se marcharan diciendo que ya se verían cuando llegara el indulto".

Esta semana se acaban las funciones, pero el equipo que ha hecho posible este proyecto teatral, Jordi Panyella, Jordi Pérez Solé, Mercè Sarrias, Marc Pujol y Helena Moliné, esperan que pueda continuar, y están en conversaciones con l Ayuntamiento de Barcelona. "No creemos que deba representarse en escenarios convencionales, sino en diferentes espacios de memoria", afirma Moliné, que valora mucho que en las representaciones dirigidas al público general el aforo ha sido completo: "Muchos de los asistentes afirmaban que habían tenido una conexión u otra con Puig Antich. Vino un hombre que había compartido cárcel con él y otro con quien había repartido octavillas", explica Moliné.

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