Blackpink lleva su arsenal pop a Barcelona
El cuarteto coreano de K-pop llena el Estadi Olímpic con la gira Deadline y celebra nueve años de éxitos
BarcelonaEl espectáculo aún no ha empezado, pero el público hace rato que lo está dando cantando las canciones que suenan a través del equipo de sonido. Le siguen mientras empuñan un gran martillo rosa y negro de plástico que se ilumina con el movimiento –uno de los gadgets del merchandising más exitosos de la noche– mientras que en la pantalla se proyectan imágenes de Jisoo, Jennie, Rosé y Lisa, las integrantes de Blackpink, la banda coreana del momento que ha actuado este sábado 9 de agosto en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona.
El grupo aparece en una plataforma que se eleva en medio del escenario y empieza la noche cantando Kill this love con un espectáculo de petardos, fuego y un cuerpo de casi veinte bailarines que siguen el ritmo militarmente. La estética está dominada por los rosas y es curioso el efecto que hacen los martillos del público, que se convierten en todo punto de ese mismo color. Después de Pink venom y How you like that, que enciende la pasarela hasta el segundo escenario de delante, el espectáculo avanza con Playing with fire y Shut down.
El grupo ha tenido algunos problemas técnicos, porque en los últimos conciertos llevaba una pantalla doble que en Barcelona se ha visto reducida a la mitad. Escondida detrás de la pantalla, una banda de batería, bajo, guitarra y teclado aporta músculo al directo –se ve proyectada en algunos momentos–. El concierto está dividido en cinco actos separados por interludios que permiten cambios de vestuario y registro. No hay escenografía, a excepción de algunos objetos que los propios bailarines van introduciendo y retirando. Ambas horas y media avanzan con algunas pausas, pero los fans barceloneses se muestran incombustibles: saltan, cantan, lloran y mantienen la energía en los interludios. Algunos bailan casi con violencia y otros están hipnotizados, convertidos en trípodas humanos que sostienen un teléfono.
Cada miembro de la banda tiene su momento en solitario: Jisoo viste de blanco y con lentejuelas para interpretar Earthquake y Your love; Lisa se presenta como una diosa oscura con Thunder y Fxck up the world; Jennie rapea con aires de rockstar; y Rosé baja el ritmo con guitarra acústica, la voz desnuda y un momento entrañable con el público antes de estallar con APT, su colaboración con Bruno Mars. Son las canciones que cada una ha ido publicando en solitario y que también han logrado conquistar las listas de éxitos.
Blackpink es un proyecto creado y pensado al milímetro por YG Entertainment, la empresa de entretenimiento coreana responsable de posicionar el K-pop y comercializarlo a escala global. La gira Deadline es una fiesta de instituto al por mayor, que celebra la relación de las cuatro inseparables y lleva al directo los bailes que se han viralizado en las redes. Con dos álbumes publicados, la banda ha cumplido nueve años de éxitos el mismo día del concierto de Barcelona -ha habido un intento fallido de celebrarlo con un Cumpleaños feliz que no ha terminado cantándose.
El sonido no ha sido impecable y en algunos momentos la afinación tampoco ha estado a la altura de un concierto de estas dimensiones, pero el público ha comprado cada canción y las gradas han temblado con las más tralleras. Jump, el último single de la banda, ha desplegado con mala leche todo el potencial y ha hecho saltar a todo el mundo. Luego han sonado Boombayah, Ddu-du ddu-du, As if It's your last y el reggaetón en la coreana de Forever Young.
El cierre ha llegado con un bis que no ha terminado de entenderse como tal. Kick it cerró la noche bajo una luna llena que se quedó sola tras una última ola de petardos. El público, de todas las edades y con un vestuario conjuntado con tintas y rosas, ha abandonado el espacio sacudiendo el martillo luminoso como si quisiera retener algo más lo que había vivido durante la noche.
[Las fotografías de esta crónica las ha facilitado la promotora Live Nation. Son de un concierto de la gira de Blackpink pero no del de Barcelona porque las artistas no permitieron acreditar a fotoperiodistas]