Música

La Maria: "Espero que nadie se ofenda por el atrevimiento de contar ciertas cosas"

Cantante. Publica el disco 'Robina'

28/02/2025
8 min
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BarcelonaNo es un disco cualquiera, sino un nuevo milagro cultural de categoría de Maria Bertomeu (Oliva, 1998), La Maria, una de las voces más notables de los Països Catalans. La cantante valenciana publica Robina (Propaganda pel Fet, 2025), un álbum conceptual sobre el ciclo del quebranto emocional, el vacío y la posibilidad de reponerse, dividido en tres capítulos: Ruptura, Buit y L'enamorament. Todo ello, una docena de composiciones propias que amplifican las metas de L'Asumpció (2023) y alcanzan nuevas, tejiendo estructuras tradicionales y una riqueza instrumental desplegada sin saturación y siempre al servicio de la emoción que quiere transmitir. Además, La María se expresa mediante un canto entendedor, arraigado en la naturalidad de la canción popular y tocado por un lirismo fruto de un dominio portentoso de la voz libre de efectismos. Atención, pues, a la presentación en directo de Robina, el 21 de marzo en el Centre Artesà Tradicionàrius de Barcelona.

¿Qué reto artístico te planteaste a la hora de hacer este disco tan especial?

— El único objetivo que suelo marcarme es disfrutarlo y poder plasmar de la mejor manera lo que quería transmitir.

¿Qué historia querías contar?

— Quería explicar los últimos tiempos que he vivido y que he tenido que afrontar retomando la parte psicológica, que tal vez debes ir revisándola constantemente.

Por tanto, hay una parte de tu experiencia personal que queda reflejada en el disco, ¿verdad?

— Sí, siempre. Robina no es un personaje externo que se haya inventado para hacer el disco, sino que es una historia personal, mía, propia. Y espero que nadie se ofenda por la historia que comporta o por el atrevimiento de contar ciertas cosas.

¿Por qué crees que alguien podría sentirse ofendido?

— Porque es un disco que habla sobre la ruptura de amor, y eso comporta muchísimas cosas. Lo que ocurre en una relación, sea de amistad, de familia o de amor, comporta muchísimas cosas y afecta a muchas personas y muchos sentimientos.

Al contrario que en las comedias románticas, Robina comienza una ruptura y pasa después por un proceso de comprensión y sanación que culmina en una catarsis que no es un final feliz convencional.

— Es un final de aceptación y saberte la teoría psicológica que debes aplicar. Es un disco que compuse a partir del final. Empecé con Perdona Maria, que es la canción que cierra el disco. Por tanto, fue un poco empezar por el final para ir atrás y poder comprender la historia desde un punto de cuidado y desde la aceptación de decir: "Me sé toda la teoría, y quiero plasmarla en el resto del camino, en los dos capítulos anteriores".

Tienes una formación bastante amplia tanto en músicas de raíz como en canto lírico, y esta vez mejor aplicada que en el disco anterior.

— Sí, ha sido un disco en el que también he querido ir mucho más allá con la voz. He contado con Tere Núñez como asistente de voz, y me ha ayudado mucho en la grabación. Al ser tres capítulos diferentes, quería marcar diferencias vocales en cada canción y sobre todo en cada capítulo, que esto quedara bien patente, y llegar a registros que tal vez todavía no había plasmado en una grabación.

Quizás el punto de inflexión del disco, en cuanto a la forma de cantar, es Consagració, que cantas con Joan Marc Pérez al piano y es una de las cosas más atrevidas que has hecho nunca.

— Sí, Consagració y Buit l'u de plorar. Ambos temas se grabaron en directo y no existe ningún trabajo de filtro en la voz. En el resto de canciones apenas tampoco, pero en estas dos en concreto fue buscar ese directo que permitiera mostrar algo de verdad. No son canciones que estén perfectas, había versiones más perfectas, pero nos hemos quedado con esas porque eran con las que conectábamos más emocionalmente.

En contraste con Consagració,hay Qui s'ha inventat l'amor y Perdona Maria, que tienen partes electrónicas que invitan al baile. Y en Qui s'ha inventat l'amor hay también un elemento que comentaste hace un par de años en el ARA: tu admiración por Robe Iniesta y Extremoduro, que se nota en el riff de guitarra...

— Sí, la guitarra me gusta muchísimo. Yo no soy guitarrista, me defiendo, pero no sé tocarla como lo hacen Darío González o Sam Ferrer, pero me gusta mucho tenerla presente.

Lo digo porque también es como si viera la influencia de Robe en la crudeza de algunos versos tuyos. Por ejemplo: "Tengo los genitales extirpados para ni sentir ni desear".

— No se me da bien cantar con metáforas, y por eso todas las letras son muy crudas. Y eso es algo que me da mucha vergüenza, pero es que no sé hacerlo mejor.

Yo no sería tan modesta. Tienes versos con cargas metafóricas muy potentes, como "Tienes el moño demasiado rizado para él", que te hacen pensar en las historias que hay detrás.

— Me alegro i os llegan las metáforas, porque siempre lo intento; es como mi reto personal.

Cómo has trabajado la voz para reflejar el viaje emocional que hay en el disco, entre canciones como Ruptura y la habanera Papallones?

Ruptura, al ser un inicio de disco, la interpreté pensando que cuando rompemos con una persona hay una parte de ti que está contenta, porque necesitas romper. Pero después, en Qui s'ha inventat l'amor, la historia cambia y estás mucho más enfadada. Ruptura y la habanera tienen un nexo porque el disco es cíclico: ruptura, vacío, te enamoras, ruptura, vacío, te enamoras. Quería que en Ruptura no estuviera tan enfadada como en Qui s'ha inventat l'amor pero que sí hubiera un punto de conexión con la habanera y Perdona Maria.

Papallones también es una buena metáfora del reenamoramiento.

— Sí, claro que sí. A la habanera le tenía mucho cariño. Tenía claro que quería clavar otra habanera, algo en homenaje a Arranquen vinyes, que fue la habanera que me cambió la vida. Tengo especial devoción por ese género en concreto.

Y conectas con una tradición de cantar respirando que va de Silvia Pérez Cruz a Rita Payés.

— La disfrute muchísimo. Cuando canto la habanera, como me ocurre también con el fandango y con el uno, no estoy pensando en nada, me siento más como en casa.

Y en el tramo final la llevas hacia América.

— Sí, Papallones se transformó en chacarera no sé por qué y me gustó muchísimo. Las psicólogas son muy buenas y muy malas, porque te hacen pasarlo mal en terapia. Al final, vas por eso, y te hacen levantar la alfombra para sacar el polvo; ese es el mal, pero es lo que necesitas, llorar todo ese mal. Y estuve revisando de nuevo artistas que escuchaba cuando era más pequeña; por ejemplo, Julieta Venegas, que es una artista que me ha chillado desde que era pequeña, que la dejas de lado pero que es como tu madre de la música, sé que no me va a fallar. Y así surgió la chacarera.

En la nota de prensa, el musicólogo Josep Vicent Frechina, que es una institución de la música mundial, dice que el disco es "un bellísimo puñado de canciones en carne viva". ¿Cómo lo ves?

— Lo de la carne viva es bastante definitorio del disco porque lo hice tal cual, llorando mucho y con mucha crudeza y visceralidad.

Hablando de visceralidad, en noviembre, justo después de la tragedia de la DANA en l'Horta Sud, cantaste Mon vetlatori en el programa La Revuelta de Televisión Española. ¿Qué sentimiento te dominaba? ¿La rabia?

— Sentíamos muchísima impotencia y mucha tristeza por las víctimas, pero era una tristeza manchada de impotencia y de enfado. Hay cosas que no pueden evitarse. Un incendio puedes pararlo, pero el agua no; esto lo dicen siempre las personas mayores. Pero los asesinatos que fueron, por ser asesinados, sí pudieron ser evitables. Por tanto, fue un enfurecimiento muy grande y una rabia y una impotencia que es descontrolada, que todavía está ahí y que quedará para siempre en el corazón de todos. Y eso quedó muy patente ese día.

¿Cómo está reaccionando la gente en las zonas afectadas?

— Estudio en el Conservatorio de Catarroja, que está dañado, y estamos ahora en otro centro dando las clases. Todavía hay montañas de coches y basura. Con los coches ves algo muy raro en Catarroja, que es la ciudad sin ley: la gente aparca donde quiere, hay coches desterrados aún por arrimar, y también hay coches nuevos porque, claro, la vida continúa y la gente debe comprarse el medio de transporte que le da el pan... Es una sensación muy extraña, y prevalece la tristeza. La gente está triste y enfadada. Si no existen medidas políticas de responsables políticos, la gente estará enfadada siempre.

En el disco anterior, la familia era muy importante, sobre todo a través de las abuelas. Qué papel tiene, en Robina?

— La familia está también, tal vez de otra manera más cruda, en otro papel, pero también en forma de soporte, y de forma muy implícita en el inicio del disco y sobre todo al final, en la última canción.

Justamente la última canción, Perdona Maria, tiene un punto de vista curioso. No sé quién la canta, y a quién le canta. ¿Tú a ti misma?

— Es muy raro. Mi psicóloga me pidió que mirara las fotos de cuando yo era muy pequeña. Yo siempre estaba muy seria, cuando era pequeña; soy una persona que no sonrío si no estoy muy bien. En el 90% de las fotos de cuando soy pequeña salgo muy enfadada o muy triste. Al final, la salud mental siempre estaba ahí al acecho. Es una canción que escribí mirando las fotos que me ha pedido la psicóloga que buscara, y fue como cantarle a esa niña que estaba triste y pedirle perdón en nombre de personas que te duelen cuando eres una niña y no sabes lo que está pasando porque no lo entiendes.

Las que "te apedreaban el corazón infante".

— Sí.

En algunas canciones utilizas liturgias religiosas, como la consagración y la adoración, como máscara para colocar tu historia personal.

— Sí. Debo decir que yo soy atea y que no creo en Dios ni en ninguna religión. En terapia sí que es verdad que el trabajo de la psicóloga es ponerte a ti en el centro, que es lo que hacen las religiones: poner a una persona en medio y elevarla. En este caso no es eso, sino poner a una persona en medio, a ti misma, y tú salir y observar lo que está pasando por tu cabeza y ser objetiva para poder detectarte lo bueno y lo malo, para aceptarlos sin culpabilizar y poder mejorar a partir de ahí. Ese es el mapa.

¿Toda esta terapia ha tenido un efecto de curación?

— Sí, yo llevo desde los 17 años yendo a la psicóloga, y tengo 26. Empecé muy joven. Caí en depresión con 17 años y por suerte o por desgracia tuve que empezar muy pronto con la terapia, cuando todavía se decía que ir al psicólogo era estar loco. Me puse muy triste porque mis padres han sido siempre gente trabajadora, mi padre es autónomo, mi madre trabajaba en una fábrica en esa época y estaba en paro, y han sido mileuristas siempre, y significó quitar sueldo de la comida y de la ropa para poder salvarme la vida, literalmente. Yo no sé si podría ser madre, porque es muy complicado y debes tener mucha responsabilidad afectiva y emocional para poder hacerlo bien y no crear traumas en la salud mental. Es muy complicado. Por tanto, asumo que siempre iré a terapia, pero eso está bien.

En Perdona Maria cantas versos como "Tú tienes miedo de verme viva", que me hacen pensar en lo que explica Emma Zafón en el libro Casada i callada.

— Una niña, ya desde su nacimiento, crece en una mentalidad y en un círculo más machista que feminista. Esto es la realidad. Por tanto, yo pienso que sí es bastante factible que haya una conexión. Sí puede interpretarse así.

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