Vic es capital y el Mercat de Música Viva es fundamental

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Iaia durante el concierto del 180 aniversario de la Escuela de Música de Vic.

BarcelonaLo bueno no suele ocurrir porque sí, sino porque antes ha habido un impulso colectivo firme, decidido y constante en el tiempo. La Escuela de Música de Vic (EMVIC) celebró el viernes 180 años de historia con un concierto en la plaza Major de la capital de Osona, dentro de la programación del 36 Mercat de Música Viva de Vic. Encima del escenario coincidieron alumnos, exalumnos y docentes en un espectáculo producido por Joan Godayol, Gudi, y Marc Vernis, profesores del departamento de Música Moderna del EMVIC. Había Núria Graham, Paula Valls, Joana Serrat, Ju y los grupos La Iaia, XY, Hermano Aire, Este Oeste y Power Burkas, todo el mundo ligado a la historia de una escuela que ha contribuido a hacer de Vic un entorno favorable a la música. El punto final, con el trío La Iaia y muchos músicos tocando Declaración de principios, fue tan emocionante como divertido, al tiempo que hacía justicia al trabajo firme, decidido y constante en el tiempo del EmVic.

Ju durante el concierto del EMVIC en la plaza Mayor de Vic.
Paula Valls durante el concierto del EMVIC en la plaza Mayor de Vic.
Núria Graham durante el concierto del EMVIC en la plaza Mayor de Vic.

La misma noche, no lejos de la plaza Major, el Sugar Ilegal Fest reunía en el Sucre las almas más punk mientras artistas como Joan Colomo tocaban a pie de calle. Como es tradición, se trataba de reivindicar los márgenes y la autogestión más desgarrada. Y en otro lugar de Vic, el Adoberies Fest desplegaba una programación igualmente autogestionada pero quizá menos silvestre, ¡aunque propuestas como Espíritu! también podían tocar en el Sugar... El caso es que todo esto ocurre en Vic coincidiendo con el Mercado de Música Viva, que desde que Marc Lloret y Oriol Roca asumieron la dirección en 2011 ha ido concentrado su actividad profesional en la Atlántida, el Centro de Artes Escénicas de Osona que está junto a las aulas del EMVIC. Ahora Lloret y Roca pliegan tras catorce ediciones, y lo hacen con una edición que ha tenido más de un millar de profesionales acreditados y unos sesenta conciertos, con paridad casi exacta: 29 propuestas lideradas por mujeres. Porque una programación paritaria es posible, pero es necesario que quien programe esté al caso. Argumentar que no es posible sólo puede hacerse con excusas de mal pagador, sobre todo en el ámbito de las músicas populares.

Por todo ello, la dirección artística saliente deja "un listón muy alto", tal y como dijo el miércoles la consejera de Cultura, Sònia Hernández, justo antes del magnífico concierto inaugural de Lucia Fumero. No olvidemos tampoco el trabajo de las escuelas superiores de música catalanas. Fumero, como otros músicos que le acompañaron en la actuación, pasó por el Esmuc; otros por el Taller de Músics o por el Conservatorio del Liceu, centros de formación que son estructuras de estado.

Gorka Urbizu y los de Guissona

El listón alto es haber consolidado al Mercado como encuentro fundamental, útil para músicos, representantes y programadores. Este es su sentido, que unos puedan vender y otros comprar, que lo que ofrezcan uno sea arte y otros, condiciones dignas. Tocar delante de programadores, como quien pasa un examen, seguramente no es el sueño de ningún músico, pero el Mercat ha encontrado la forma de hacer que la mayoría de los conciertos sean básicamente conciertos, mezclando profesionales y público. Y las actuaciones ofrecen a menudo momentos memorables, como ha pasado este año más de una vez. Por ejemplo, en la presentación de las nuevas canciones de Lucia Fumero. También en el nuevo diálogo entre el pianista Marco Mezquida y el guitarrista Chicuelo, en el estreno de la nueva etapa de Júlia Colom o en el emocionante concierto del navarro Gorka Urbizu, en el que el ex Berri Txarrak mostró el repertorio que grabó con Joan Pons y Jordi Matas en Guissona: canciones en euskera, parlamentos en catalán y la carpa de la Atlántida rendida en Urbizu. Igualmente memorable fue el vibrante punk-pop de Lisasinson, el grupo de las valencianas Míriam Ferrero y Paula Barberán (con batería de Vic, por cierto: Marc Roca), herederas del movimiento riot grrrl de los años noventa y conectadas con la sonoridad con la que bandas como Carolina Durante y Cala Vento han hecho que muchos recuperaran la fe en la guitarra eléctrica y los estribillos vertiginosos.

Dongyang Gozupa y Blood Quartet en el Mercado de Música Viva de Vic.
Niño de Elche en el Mercado de Música Viva de Vic 2024.

Y entre lo insólito de este Mercado, sin duda la más remarcable fue la colaboración entre el trío surcoreano Dongyang Gozupa y el Blood Quartet catalán dirigido por el trompetista Mark Cunnigham, leyenda de la No Wave de Nueva York y de la escena de vanguardia barcelonesa. Los siete músicos terminaron el concierto abrazados mientras el público les dedicaba una ovación bien sonora como recompensa a tres cuartos de hora de frenesí en la que ambas formaciones encontraron espacios comunes en el dub y el ritmo.

El Mercat de Música Viva también es reflejo de tendencias, y hay una que ha estado presente en los últimos años: la mirada de muchos músicos hacia tradiciones propias. Es lo que hace Lucia Fumero con la canción latinoamericana (tocada desde el jazz). Y lo que propone el dúo (trío en directo) Maestro Espada con el folclore murciano abordado con estridencia eléctrica y electrónica producida por Raül Refree, y que ha sido uno de los grandes momentos de esta edición. Sandra Monfort, Niño de Elche y la argentina Natalia Docco, entre otros, también son ejemplos de creación en torno a tradiciones de proximidad que a menudo también tienen cabida en la Feria Mediterránea de Manresa.

Música, pluralidad y racismo

Por su naturaleza profesional, el Mercat de Música Viva de Vic es el lugar ideal para que pasen otras cosas, como la asamblea anual de la asociación de las mujeres de la industria musical y el anuncio de la incorporación de Barcelona en la red de Casas de la Música. Además, la Academia de la Música ha presentado las conclusiones del informe sobre música y pluralidad, que se puso en marcha el año pasado, y que constata la persistencia de un racismo estructural en la industria musical catalana. Como resumen: músicas negras, negocio blanco; músicas negras explicadas por periodistas blancos, y una serie de prejuicios y estereotipos que cuesta superar. O como dijo Edna Sey, del grupo Sey Sisters, "la pluralidad que existe en las calles de ciudades como Vic no se ve en el sector musical", sobre todo en trabajos de dirección, programación y periodismo (tanto privados como públicos) y en la propiedad de las empresas. La crítica hecha desde dentro, en pleno Mercat de Música Viva de Vic. Las conclusiones se presentarán también en octubre en la Fira Mediterrània de Manresa y el objetivo es formular propuestas para cambiar la situación.

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