Una comedia entretenida de Molière con poco Molière
David Selvas dirige una versión del clásico con una banda sonora original, en el Teatre Lliure

El misántropo
- Dirección: David Selvas. Dramaturgia: Sergi Pompermayer. Versificación: Pablo Macho Otero
- Intérpretes: Pol López, Mireia Aixalà, Laia Alsina, Júlia Genís, Albert Prat, Norbert Martínez, David Menéndez, Alex Pereira
- Teatro Libre. Sala Fabià Puigserver
- Hasta el 4 de enero
Es cierto que El misántropo dirigido por David Selvas está inspirado en la obra homónima de Jean-Baptiste Poquelin, puesto que conserva el nombre de los personajes, el esqueleto dramatúrgico y buena parte de la intención que Molière tenía cuando escribió esta comedia sobre la verdad y la hipocresía. Pero también es cierto que el viaje del siglo XVII al siglo XXI ha propiciado una reescritura casi total que, entre otras cosas, diría que ha descabezado los enfrentamientos de los amantes -que en la lengua de Molière (y en la traducción de Joan Oliver) son una delicia de juego—, y también hurtó buena parte de los diálogos de los secundarios. Sin embargo, destaca la versificación en alejandrinos del joven dramaturgo Pablo Macho Otero, así como la dirección de David Selvas, eficazmente salpicada de canciones de los años setenta y ochenta, de Lou Reed en Elton John, interpretados por unos actores y actrices suficientemente solventes como a intérpretes musicales.
En la dramaturgia de Sergi Pompermayer la acción transcurre en las oficinas de un sello discográfico que parece estar petándolo con grupos de esos que son difíciles de diferenciar porque suenan todos igual, como critica el socio mayoritario, Alceste. Lógicamente, no será un poeta y su soneto sino la canción de un joven músico el que desencadene el conflicto judicial. Célimène (Mireia Aixalà), la enamorada de Alceste, es aquí una exultante productora musical que acaba de llegar de la fiesta de los Grammy. El resto de personajes están vinculados a la empresa que, como la música (original de Paula y Adrià Jornet), pasa a tener notable protagonismo.
En el marco de un espacio escénico monumental (Alejandro Andújar), la adaptación se aleja bastante de la comedia amorosa de Molière a favor de una mirada crítica sobre la impostura de una sociedad dominada por los influenciadores y las redes sociales y por la preponderancia de la banalidad. Pol López hace suya la intransigencia honesta de Alceste e incluso se atreve a tocar la batería ya cantar, en una notable creación. Mireia Aixalà brilla en el papel de mujer independiente y despreocupada. Es necesario celebrar las intervenciones cantadas de Laia Alsina. Y muy bien Norbert Martínez como el amigo Philinte.
Diría que hay una paradoja, en esta comedia, que por otra parte resulta entretenida: en cierto modo, Selvas alimenta la misma banalidad que se dedica a denunciar con el objetivo de hacer un espectáculo contemporáneo para un público joven que probablemente aplaudirá la función.