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La absurdidad de morir en un cuadrilátero

La mexicana de 18 años Jeanette Zacarías se añade a una larga lista de boxeadores muertos

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Jeanette Zacarias antes de un combate

Durante décadas, subir a un cuadrilátero para practicar boxeo era una de las maneras más fáciles de ganar dinero y salir de la pobreza. En los Estados Unidos, los campeones solían salir de los barrios pobres, ya fueran afroamericanos o hijos de inmigrantes que acababan de llegar. Primero fueron judíos, después irlandeses e italianos. Finalmente, latinoamericanos o filipinos. Jeanette Zacarías Zapata, sin ser muy consciente de ello, seguía este camino. Hija de una familia pobre del estado mexicano de Aguascalientes, con 15 años ya protagonizó su primer combate en categoría welter. Su padre, gran aficionado al boxeo y admirador de Óscar de la Hoya, primero no quería que su hija se dedicara a este deporte. Después la apoyó. Y ahora la llora, porque Zacarías ha muerto a los 18 años después de cinco días luchando por su vida en un hospital. Sus padres, sin papeles en regla para viajar, no habían podido acompañarla en el primer combate que hacía en el extranjero, en Canadá. Zacarías se había desplomado después de perder su combate contra la canadiense Marie-Pier Houle en el IGA Stadium de Montreal, este sábado. Fue un combate en el que Houle dominó siempre. El árbitro lo paró ya en el cuarto round donante por ganadora a la boxeadora de Quebec, pero cuando esta levantaba el puño satisfecha, en una esquina del ring Zacarías perdía el conocimiento. 

La promotora encargada del combate, Groupe Yvon Michel (GYM), ha recibido críticas porque Zacarías venía de perder sus dos últimos combates, uno de los cuales en mayo, por KO. “Para respetar protocolos de seguridad, alguien que ha perdido un combate no recibiendo golpes no tendría que exponerse a otro combate los meses posteriores, en que la lógica dice que no tienes opciones”, decía el mexicano Mauricio Sulaiman Saldivar, presidente de la confederación de boxeo de Norteamérica. “Estudiaremos si se han producido negligencias. Puede haber afectado la poca experiencia profesional de la rival, que habría seguido golpeando cuando ya estaba decidido quién ganaría”, añadía. Los organizadores del combate habían estado buscando a una rival para Houle, una fisioterapeuta de 31 años que en los últimos años intenta dar el salto al circuito profesional, después de 25 combates amateurs. La pandemia, sin embargo, no le permitía encontrar a una rival norteamericana y, al final, se optó por la mexicana. La empresa se defendió recordando que las dos habían derrotado en 2019 a una mexicana, Verónica Díaz Marín, motivo por el que creían que sería un combate nivelado. No fue así.

El debate sobre el casco

Cada vez que un boxeador muere, el debate sobre si tiene sentido jugarse la vida arriba de un ring vuelve. “La experiencia nos dice que detrás de una muerte suele haber una negligencia. Un deportista que no se cuida, que no se ha hidratado, que ha escondido información. Cada vez hay menos muertes. De hecho, la estadística de muertes en el boxeo es inferior a la del alpinismo, las carreras de coches o algunas disciplinas de ciclismo”, se defiende Sulaiman Saldivar. Desde las primeras normas escritas del boxeo, las de 1743 de Jack Broughton, este deporte ha ido protegiendo más a sus practicantes, en muchos casos utilizando cascos protectores, como en los Juegos Olímpicos. En los combates profesionales no es así. Y, de hecho, según un estudio de la Universidad de Granada de 2018: “Hay un riesgo más peligroso que la muerte, que son pocas estadísticamente. El gran riesgo del boxeo es la alta cantidad de problemas que tienen los boxeadores cuando se retiran. Pérdida de memoria, demencia, problemas de movilidad...”, dice Juan Carlos Robles, director del estudio. 

Zacarías, que confiaba hacerse camino arriba de un cuadrilátero, añade su nombre a una larga lista de boxeadores muertos. Y el debate sigue abierto.

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