El despropósito del VAR: ¿se quieren cargar el fútbol o ya les va bien?

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José Luís Munuera Montero amonestándo a Frenkie de Jong el sábado en Vallecas

El VAR había llegado para cambiar el fútbol. Hacerle más justo. Más transparente. El fútbol evangelizado por la luz justiciera de un monitor que eliminaría los errores humanos. Un paso más hacia la perfección, la sublimación del fútbol como un espectáculo inigualable. Pasan los años y el VAR sigue siendo un cúmulo de despropósitos. Sobre todo porque no hay sentido común a la hora de utilizarlo. El criterio cambia y se producen situaciones rocambolescas y esperpénticas cada dos por tres. Ya no sabemos si es peor el remedio o la enfermedad. Bienvenidos a la mejor liga del mundo...

El penalti y la expulsión en Butarque de un jugador del Racing de Ferrol, que permitió el empate del Leganés, es para hacérselo mirar. Como también lo que ocurrió durante el partido del Barça en Vallecas. ¿Cómo puede que nadie avise de la clave de judo de Lejeune en Lewandowski o de la patada de Espino en Raphinha en el último suspiro, ¿que habría supuesto penalti para los azulgranas? ¿No son acciones suficientemente claras? Quede dicho que no me gusta hablar de árbitros. Nunca he hablado de ello. Pero es que esto trasciende este debate, no lleva sobre los errores en caliente, a 180 pulsaciones, de los árbitros que hay sobre el césped. Estamos hablando de la no aplicación –o la mala aplicación– de una supuesta herramienta que debe servir para ayudar a los árbitros. Aún no sabemos por qué el VAR entra en unas jugadas y no en otras, por qué acciones clamorosas quedan al margen de los ojos inquisidores de la sala de máquinas del VAR. Si se decide que la patada en Raphinha no es penalti, menos lo puede ser la expulsión del defensa del Racing de Ferrol.

Desde el principio me mostré contrario a utilizar esa herramienta justiciera. Presuponía que el VAR acabaría convirtiendo el fútbol en un producto más cercano a la NFL, por una cuestión de ritmo, y que en ningún caso haría más justo este deporte, ayudando a corregir las decisiones que el árbitro no ve en directo. De momento, caminamos en esa dirección. Los partidos se hacen eternos y las polémicas –que van muy bien en la industria del fútbol y en los medios que mojan pan; en definitiva, en el negocio– continúan jornada a jornada.

Ahora bien, dicho esto, haría bien el Barça en no excusarse en las acciones y polémicas relacionadas con el arbitraje y mejorar en lo que depende únicamente de él. El juego. El equipo de Xavi sigue generando muchas dudas. Al entrenador de Terrassa se le ha dado una plantilla más que correcta y que después de dos años de viaje debe empezar a ofrecer algo más de lo que hemos visto hasta ahora.

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