Pampallugues

Españoles por conveniencia

Johann Mühlegg respresentant en España a la Copa del Mundo de esquí, en 2000
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Es un buen día para evocar a Johann Mühlegg. ¿Lo recordáis? Era un esquiador de fondo nacido en la República Democrática Alemana que compitió con España en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City (2002). Después de pelearse con los estamentos de su país, decidió cambiar de bandera y se afilió a la Federación de Deportes de Invierno de Murcia, una región no precisamente conocida por sus picos de 3.000 metros. Johann, que hablaba castellano mil veces peor que Ter Stegen, se pasó a llamar Juanito por sus zancadas sobre la nieve y por su sonrisa tierna.

Recibió llamadas del rey y fue portada de las principales cabeceras con motivo de las tres medallas de oro que se colgó en las montañas de Utah. Ningún patriota cuestionó los méritos de Mühlegg por su condición de paisano de Camacho por conveniencia. En cambio, cuando se descubrió que se había dopado con darbepoetina para lograr la gloria, de repente Juanito volvió a llamarse Johann.

Antes de que le retiraran los tres metales por tramposo, ningún periodista había preguntado a Mühlegg si se sentía “plenamente español para poder defender un escudo, una nación, una bandera y un himno”. Tampoco hizo ninguna prueba de identidad el brasileño Senna antes de proclamarse campeón del Eurocopa de 2008 con la roja. Del mismo modo que dudo que el montenegrino Mirotic o el congoleño Ibaka tengan que presentar ningún certificado de españolidad en caso de que acepten formar parte de la absoluta de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Tokyo. Por eso es tan miserable que Aymeric Laporte sí tenga que aguantar los ataques de la España rancia, concentrados en preguntas como la que le hizo un compañero de Onda Cero el sábado en rueda de prensa, por haberse colado en la lista de Luis Enrique.

Aymeric Laporte, jugador del Manchester City y de la selección española.

Nacido en Aquitania, formado en Vizcaya y nacionalizado español por conveniencia, el central hará exactamente lo mismo que Senna en la Eurocopa de hace 13 años: competir al máximo nivel con la selección que tiene al alcance (en Francia hay mucha competencia). ¿Pero por qué solo él está bajo sospecha? ¿Debe de ser porque jugó muchos años en el Athletic de Bilbao? ¿Quizás porque ocupa el lugar en la convocatoria que tendría que pertenecer a dos españoles de verdad como los madridistas Sergio Ramos y Nacho Fernández? ¿O las dos cosas a la vez? Ningún motivo justifica que, a estas alturas, tantísimos patriotas todavía no hayan entendido que los mejores años de su querida selección fueron cuando la pelota se impuso a cualquier debate identitario con regusto a Soberano. Lo más grave, sin embargo, es que seguramente no lo quieren entender.

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