Futbol

La Champions del Madrid es inexplicable

Cuando el City tenía la clasificación en el bolsillo, dos goles de Rodrygo llevan el partido a la prórroga, y Benzema sentencia desde el punto de penal

Los jugadores del Real Madrid, celebrando la clasificación
05/05/2022
3 min

Verlo para creerlo. El Real Madrid vuelve a estar en una final de la Champions tras remontar de forma milagrosa, con dos goles en el último suspiro, una eliminatoria. Esta vez la víctima fue el Manchester City, que dominaba en el marcador en el minuto 88 hasta que apareció la efectividad de Rodrygo para igualar un encuentro que parecía perdido para los blancos y llevarlo a la prórroga. Y ahí, Benzema, desde el punto de penalti, remataría el trabajo (3-1, 6-5 en el global). En París, donde ya se espera al Liverpool, el rival será una vez más el Madrid, equipo que ha sido capaz de llegar a cinco finales en las últimas nueve temporadas.

Hay partidos que cuestan de resumir. Otros, sencillamente, que cuestan contar. No qué ha pasado concretamente, sino por qué. Y esa Champions está llena de agujeros negros, de misterios sin respuesta. Costaba entender cómo el PSG, en los octavos de final, se derrumbó como un castillo de naipes cuando, con todo a favor, el guardameta cometió un simple error. Más de lo mismo ocurrió en la eliminatoria ante el Chelsea, donde los blue habían hecho lo más difícil, pero se les acabó la gasolina a falta de un cuarto de hora. Y volvió a ocurrir con el City. La diferencia es que los de Guardiola ni se relajaron, ni cayeron físicamente ni cometieron un error. Cosas del fútbol: pasaron de tener el 0-2 a favor, en un balón que no cruzó la línea por azar, a ver cómo el Madrid hacía dos goles en un santiamén.

No fue un duelo de gran voltaje, a diferencia de la ida. Tenso, por lo que estaba en juego, pero mucho menos vistoso. El City, que jugaba a tener el balón, era más conservador en todas las líneas del juego, procurando minimizar los errores que le castigaron en la ida. El Madrid recurría a su famosa pegada, a construir poco y buscar velocidad de Vinicius o los remates de Benzema. Hasta el penalti, el delantero francés tuvo la pólvora mojada. Y Vini no pudo irse con tanta facilidad de los defensas. Por eso entró Rodrygo en el tramo final, para buscar -y encontrar- la efectividad que no habían encontrado los demás. El City estaba muy bien atrás, en buena parte porque había podido recuperar a Cancelo (sancionado) y a Walker (lesionado), dos laterales que cumplieron a las mil maravillas.

El partido pudo dar un giro en el primer tiempo si el árbitro, el italiano Orsato, hubiera expulsado a Casemiro por doble amarilla. El pívot cometió dos faltas escandalosas que, incomprensiblemente, no merecieron ninguna tarjeta. Por lo general, un arbitraje casero que -sin que hubiera ningún escándalo- favoreció al bando madridista.

El gol estéril de Mahrez para el City

Las ocasiones más claras eran del City, que finalmente marcó con un chute a la escuadra de Mahrez. Una magnífica combinación de los ingleses que rompió la defensa por completo. Lo hubieran tenido resuelto si los de Guardiola hubieran marcado alguna de las tres ocasiones clarísimas que tuvieron entre los minutos 80 y 85. El Madrid es un gato de siete vidas y el Bernabéu un estadio que, pase lo que pase, nunca pierde la fe. Benzema rescató un balón que parecía perdido y Rodrygo empató, adelantándose a Ederson. Y justo después, un centro de Carvajal que desvió Asensio, lo acabó transformando Rodrygo con la cabeza. El City, ese equipo sólido durante 88 minutos, había pasado a ser un flan.

Guardiola intentó calmar a sus jugadores y, ciertamente, la respuesta del City en la prórroga fue notable. Ahora bien, el Madrid golpeó primero, con un penalti que forzó Benzema y que él mismo anotó. Los ingleses tendrían buenas llegadas para marcar y Courtois, de nuevo, volvería a erigirse como héroe local. Pero el tiempo corría y los blancos hicieron todo lo posible por romper el ritmo del partido. Entre esto, el cansancio y la frustración visitante, el marcador ya no se movió más. En el Bernabéu, por increíble que parezca, volvió a ocurrir.

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