Jugar a fútbol a pesar de la guerra

"De la noche a la mañana tuve que dejar de entrenar para aprender a utilizar metralletas y hacer trincheras"

Una historia de supervivencia con Serhí Datsenko, el entrenador del Shakhtar Donetsk que ha participado en el MIC, el torneo de fútbol base más importante del mundo

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Los jugadores del Shakhtar durante el torneo

BarcelonaCada Semana Santa desde hace veinticuatro años se celebra el MIC, el mayor torneo de fútbol base del mundo. Esta última edición ha reunido a más de 400 equipos, con una representación de prácticamente 40 países. Uno de estos equipos ha sido el Shakhtar Donetsk de Ucrania, cuyos integrantes durante siete días, gracias a la paz de la Costa Brava y el balón, han podido desconectar algo del calvario en el que viven inmersos desde hace más de dos años debido a la invasión rusa de su país.

El 24 de febrero de 2022 se registraron los primeros ataques de Rusia a Ucrania. “De la noche a la mañana tuve que dejar de entrenar para aprender a disparar, a utilizar metralletas y preparar trincheras”. Éste podría ser el relato de cualquier soldado destinado al frente de la guerra, pero son las palabras de Serhí Datsenko, el entrenador del Juvenil B del Shakhtar Donetsk. Datsenko entrena a chicos menores de edad y aprovecha su estancia en Catalunya para explicarnos cómo su vida ha dado un giro de 180 grados. Está seguro de que nada volverá a ser lo mismo.

Nos reunimos en el vestíbulo de un hotel de la Costa Brava. Con una puesta en escena relajada e impactante teniendo en cuenta lo que vive a diario, asegura que ahora está acostumbrado, que lo tiene normalizado e interiorizado. Pero no siempre fue así. El viaje de Kiiv a Barcelona, ​​que a priori debería haber sido un sencillo recorrido de unas tres horas en avión, para este equipo formado por menores de edad ha sido toda una odisea. Veinticinco horas desde Kiiv hasta Barcelona. Primero, por carretera en autocar durante 10 horas desde la capital de Ucrania hasta la de Polonia, Varsovia, y desde allí un vuelo hasta Barcelona para finalmente tomar otra vez un autocar hasta la Costa Brava.

La vida en guerra de unos adolescentes

Datsenko está contento de estar aquí. En Catalunya pudo sustituir el ruido de las explosiones y la metralla por el silencio y la paz de la brisa marina. Los jóvenes son los grandes damnificados de la guerra. Están viviendo una situación límite en una edad en la que deberían estar disfrutando de la adolescencia y ser felices. “¿Cómo deben tener ganas de jugar al fútbol? Hay niños de mi equipo que no pueden dormir por las noches. Hay que levantarse hasta cuatro veces para esconderse en los refugios y después entrenan. La semana pasada vivimos esta situación todos los días”, dice Datsenko con resignación.

Cuando estalló la guerra, los futbolistas del Shakhtar se fueron en busca de tranquilidad un año en Split, en Croacia. Pero el pasado verano los directores deportivos decidieron regresar al país e instalarse en Kiiv para que la ciudad de Donetsk (en la región del Donbás), muy dañada a causa de los múltiples bombardeos, está controlada por las tropas rusas. “Nuestro día a día ha cambiado por completo. Vivimos una realidad paralela desde que empezó la guerra. De todas formas, nosotros somos unos afortunados. Hay gente que no tiene el privilegio de poder irse el país o la ciudad donde vive”, expone.

Cuando las categorías inferiores del Shakhtar marcharon a Split y Kiiv sólo algunas de las madres acompañaron a los niños. Prácticamente, todos los hombres mayores de edad deben quedarse en Ucrania haciendo el servicio militar, que es obligatorio, y tienen prohibido abandonar el país. "De hecho, algunos padres de los chavales de nuestro equipo han muerto durante el transcurso de la guerra", lamenta Datsenko con la mirada perdida en el horizonte.

Serhí Datsenko durante un torneo de la pasada temporada.

Intentar normalizar lo impensable

En Ucrania, la población intenta llevar una vida lo más normal posible después de más de dos años de guerra, pero organizar la reanudación de la actividad deportiva está siendo bastante complicado. Hay partidos de fútbol que pueden llegar a durar dos días. En muchos casos, jugadores y entrenadores se ven obligados a detenerlos por las alarmas que advierten de bombardeos inminentes. La actividad que antes de la guerra tenía una duración de 90 minutos ahora en ocasiones comporta 48 horas. Tienen que parar ya decidir cuándo se reanudará el partido, sin público ni aficionados, claro.

Por suerte, todo esto no lo han tenido que sufrir en el MIC esta semana. Shakhtar ha participado en el torneo en dos categorías: la sub-15 y la sub-18. Los más pequeños quedaron semifinalistas tras perder ante el Atlético de Madrid, y los grandes, dirigidos por Datsenko, llegaron hasta los cuartos de final al caer derrotados por la mínima ante el Andorra, el campeón.

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