Kamila Valíeva: víctima y culpable del mayor escándalo del patinaje artístico en 30 años
El positivo por dopaje de la rusa dejará sin entrega de medallas a las otras patinadoras
Barcelona"Cuando tienes 15 años no eres consciente de todo lo que está pasando. Tú quizás crees que entiendes las cosas, pero no es así. La realidad es que cuando fui a los Juegos con 15 años era una niña", explicaba la norteamericana Tara Lipinski a la cadena CBS. En 1998, en los Juegos de Nagano, Lipinski ganó la medalla de oro en patinaje artístico. "Sentía que, si no ganaba, no lo podría hacer nunca más. Muchos nervios, como si mi carrera se tuviera que acabar en caso de no ganar", recordaba. La norteamericana tiene sentimientos encontrados, ya que le tocará comentar la final individual de patinaje de este jueves, en la que la favorita es la rusa de 15 años Kamila Valíeva, que compite a pesar de haber dado positivo por dopaje en una prueba hecha el diciembre pasado. "Los tramposos no pueden ganar, así que no veo bien que pueda participar. Pero no dejo de recordar cómo con 15 años no siempre entiendes qué pasa a tu alrededor en un entorno como el deporte profesional. La veo como una víctima de la historia, también", explicaba.
Valíeva consiguió la mejor puntuación en el ejercicio corto de este martes y este jueves (11 h / Eurosport) intentará ganar con el programa libre una medalla que ya sabe que no recibirá. El Comité Olímpico Internacional, disconforme con la decisión del Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) de permitir a la rusa seguir compitiendo, anunció que no oficiará ninguna ceremonia de entrega de medallas si Valíeva gana una. Quieren evitar la imagen de la rusa con una medalla que, seguramente, acabará perdiendo cuando el caso acabe su curso legal. "Si acaba pasando esto, sería muy duro para las otras patinadoras. Ganas una medalla y te dejan sin una imagen que recuerdas toda la vida, la del podio", decía Lipinski.
En los últimos años, cuando se descubren casos de dopaje, lo que conlleva que las medallas ganadas por los deportistas que han hecho trampas se retiran, las nuevas medallas se envían por correo; dentro de una caja. La española Lydia Valentín, en halterofilia, ha ganado tres medallas olímpicas, pero el oro de 2012, por ejemplo, lo recibió así, dentro de una caja. "Acabé cuarta, pero fueron descubriendo dopaje en las tres primeras clasificadas. E iba recibiendo las medallas por correo. Por un lado, hacía ilusión, pero también te da mucha rabia. Te imaginas en el podio y tienes ganas de llorar, porque alguien que no siguió las normas subió en tu lugar", explica. "Con Valíeva, pienso en toda la presión que aguanta esta chica con 15 años. Su país quiere que gane y todo el mundo la mira acusándola. Pero también pienso en las otras patinadoras. Se tienen que concentrar sabiendo que tienen delante a una rival que se ha dopado. Y no la han echado. Esto también te desconcentra", afirmaba Lipinski. Ellas también son víctimas de este caso. "Estoy decepcionada. Primero porque nos hemos quedado sin recibir la medalla, pero después al descubrir que fue por un dopaje", decía la norteamericana Karen Chen, plata en el concurso por equipos. "Ignoro si Valíeva sabía que se la daban, pero, si has dado positivo, no puedes competir. Todo esto es muy frustrante", añadía.
"Nadie puede dudar del talento de Valíeva. Y demuestra ser muy fuerte mentalmente, tiene un talento increíble. Pero, si se ha dopado, tendría que ser expulsada ahora mismo", defendía en la misma línea Lipinski al saber el positivo de la rusa. "Y más con la cultura rusa, no les discutes a tus entrenadores. Pero los tramposos no pueden salir a ganar", añadía.
Con 15 años, Valíeva fue la primera mujer en hacer un salto cuádruple en los Juegos, durante el triunfo de los rusos en el concurso por equipos. Un día después, se sabía que había dado positivo durante un control hecho el diciembre pasado, en los campeonatos estatales rusos. La patinadora había tomado un medicamento contra la angina de pecho que solo toman los adultos, con una sustancia prohibida que ayudaría a los deportistas a cansarse menos. Al ser un caso de positivo que pasó en Rusia, fue la agencia contra el dopaje rusa la que sancionó a la joven, que presentó un recurso para poder seguir en los Juegos y argumentó que tenía derecho a defenderse. El TAS le dio la razón basándose en un principio de evitar daños: si la echas y se demuestra que era inocente, se habría dejado a Valíeva sin opciones de ganar medalla. En cambio, si gana Valíeva y se demuestra que se dopó, siempre se puede retirar la medalla. "Pero la que quede segunda se quedará sin premio en directo. Esto duele", dice Valentín.
Valíeva ha argumentado que habría tomado por error la medicina, puesto que la usa su abuelo. Aun así, en sus análisis habrían aparecido otras medicinas que toman los adultos para los problemas de corazón, todas legales, pero es un indicio de que sus entrenadores le habrían dado estos productos para evitar que se canse. Tanto el Comité Olímpico Internacional como la Agencia Mundial contra el Dopaje, de hecho, han exigido que se investigue al equipo técnico ruso, especialmente a la polémica entrenadora Eteri Tutberidze, responsable de decenas de medallas de jóvenes patinadoras rusas. Tutberidze defiende que la edad ideal para brillar en el patinaje son los 15 y 16 años, motivo por el cual ha trabajado con un montón de jóvenes que acaban dejando el patinaje muy pronto. Y Valíeva era la joya de la corona de su escuela. Tutberidze abrazó a la joven patinadora el martes, cuando ella rompió a llorar al acabar el programa corto, donde consiguió la mejor puntuación con un ejercicio casi perfecto, donde solo falló en el primer salto, cuando cayó. Después se rehizo, demostrando todo el talento de una chica que se ha convertido en el objeto de una polémica casi diplomática entre Rusia y los Estados Unidos.
La final más polémica desde el año 1994
La rusa llegaba a los Juegos para ser la gran estrella, en positivo, y ha acabado convertida en la protagonista por un motivo muy diferente, ha sido el centro del mayor escándalo en 30 años del patinaje artístico. La última vez que este deporte había levantado tanta polvareda fue en 1994, cuando se vivió el caso que provocó que se hicieran libros, documentales y un film: Yo, Tonya. Tonya Harding y Nancy Kerrigan eran entonces las dos mejores patinadoras de los Estados Unidos. Hija de una familia problemática, con una madre capaz de insultarla para que fuera la mejor, Harding sentía que siempre le hacía sombra Nancy Kerrigan, considerada un modelo de conducta. “Yo era estiércol y ella una princesa”, explicaba Harding, que con la ayuda de su novio, Jeff Gillooly, contrató a un matón llamado Shane Stant para agredir con una barra de hierro a Kerrigan cuando ella salía del pabellón de Detroit. Allí, en enero de 1994, se hacían los campeonatos nacionales, prueba en la que se decidía también quién iría a los Juegos de Invierno de Lillehammer de aquel mismo año, unas semanas más tarde. Después del ataque, el título de campeona se declaró desierto, pero Harding consiguió así su plaza para ir a la ciudad noruega. Kerrigan, que evitó la fractura por los pelos, se recuperó en tres semanas y gracias a una invitación pudo volar a Noruega, donde, en uno de los acontecimientos televisivos más vistos de la historia de los Estados Unidos, ganaría la plata. Harding, presionada por las noticias en las que se confirmaba que había formado parte del plan para agredir a su rival, no pasó de la octava posición. Al volver a casa, la acusaron de obstaculizar la justicia y de agresión, y pasó unos meses en prisión.