Especie protegida

Semana de fobias, domingo de filias

Nico Melamed, que volvía a jugar después de una lesión, Manolo González, que se estrenaba en el banquillo del Espanyol, y José Gragera celebrando el triunfo.
18/04/2024
2 min

El fútbol es una pasión de filias y fobias. Esta semana ha estado, desde un punto de vista perico, dominada por las fobias: han perdido –y cruelmente– los dos equipos que la gran mayoría de nosotros queríamos que perdieran. Esto implicaba victorias no deseadas. Pero cuando no juega tu equipo pueden más las fobias que unas filias inexistentes.

Ahora toca concentrarse en nuestra única filia: el domingo tenemos un partido crucial y no podemos equivocarnos: debemos ser la mejor afición. No siempre lo somos. No me refiero a nuestra fidelidad a prueba de descensos y mostrada con desplazamientos masivos a campos inhóspitos. Pero sí a nuestra actitud en el campo. El último partido en casa –la agónica victoria contra el Albacete– los aficionados tuvimos un comportamiento, desde mi punto de vista, inadecuado. Si todos estamos de acuerdo en que Manolo González es el mejor entrenador que ahora mismo podemos tener debemos confiar. Por convicción. Y también por necesidad: hay mucho en juego y el equipo necesita. Por eso es un grave error silbar el juego del equipo o algunos errores individuales. Porque tanto uno como buena parte de las otras son fruto de la apuesta futbolística de nuestro entrenador. Salir con la pelota jugada, volverla atrás cuando sea necesario, no rifarla, tener paciencia, ir buscando las mejores opciones. Un equipo no reactivo, un equipo que propone. Con limitaciones técnicas y algún jugador muy joven. Una combinación que, con nervios, rumores quejosos y silbidos impacientes desde las gradas se vuelve explosiva y juega contra nuestros intereses. El ascenso depende, en buena medida, de nuestra actitud. El domingo debemos ser muchos. Pero más que muchos debemos ser incondicionales. Desde la razón y desde la fe. Y muy importante: olvidar nuestras fobias. Que, en este caso, significa olvidarnos del posible visitante del palco.

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