Tenis

Tsitsipas, el tenista griego que busca la gloria en la ciudad donde su abuelo fue campeón olímpico con la URSS

Hijo de una tenista y nieto de un futbolista, Tsitsipas forma parte de una familia deportiva que ha cambiado de bandera pero no de lengua

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Stefanos Tsitsipas, celebrando su triunfo en los cuartos de final del Abierto de Australia

BarcelonaNingún tenista griego ha ganado nunca un torneo de Grand Slam. En un país donde el deporte forma parte de la identidad nacional, la raqueta no ha encontrado profetas. Hasta hace poco, la gran referencia era Eleni Daniilidou, que en 2003 fue la primera griega en llegar a una final de Grand Slam en Australia, en el torneo de dobles. La jugadora nacida en Creta perdió. El tenis griego, sin embargo, ha visto cómo llega una nueva generación con ganas de romper barreras. Maria Sakkari se convirtió en 2021 en la primera mujer griega en llegar a las semifinales de un torneo grande, Roland Garros, el mismo año que Stefanos Tsitsipas llegaba a la final en categoría masculina, en la que perdió contra Djokovic. Tsitsipas busca ahora su segunda final, después de llegar por tercera vez a las semifinales del Abierto de Australia al superar en tres sets al italiano Jannik Sinner (6-4, 6-3 y 6-2). Su rival en las semifinales será el número dos mundial, el ruso Daniil Medvédev, que ha superado al joven canadiense Félix Auger-Aliassime en cinco sets después de salvar una pelota de partido en el tercer set (6-7, 2-6, 7-6, 7-5 y 6-4). Medvédev, campeón del Abierto de Estados Unidos en 2021 y vigente subcampeón del torneo en Australia, sale como favorito ante el griego, que disfruta del apoyo de los espectadores. “He sido impecable. Estoy muy feliz con mi servicio. Contar con el apoyo de la grada es increíble”, ha dicho el jugador de Atenas en referencia a los centenares de australianos con raíces griegas que lo han apoyado en un día feliz para ellos, puesto que en el torneo de dobles masculinos, dos australianos con apellido griego, Nick Kyrgios y Thanasi Kokkinakis, han llegado a las semifinales. A los 23 años, Tsitsipas llamó la atención en 2019 cuando ganó el Masters, pero después los problemas físicos han condicionado su carrera, con una operación en el codo ahora hace pocos meses que llegó a poner en entredicho su presencia en Melbourne. Ahora, le toca verse las caras con Medvédev, un jugador ruso. Como la madre y el abuelo del griego.

La historia de Tsitsipas es la historia de un pueblo marinero, el griego. Una tierra que siempre ha vivido conectada a las comunidades helenas que viven lejos de casa. Nacido en Atenas, su padre era el entrenador de tenis Apostolos Tsitsipas, que en los 80 conoció dentro del circuito a la soviética Julia Salnikova, una tenista internacional que tenía sangre griega. Aprovechando la caída de la URSS, Salnikova se casó con Tsitsipas y compitió en sus últimos años internacionales defendiendo la bandera griega. El deporte lo llevaba en la sangre, gracias a su padre, el abuelo de Tsitsipas: el futbolista Serguei Salnikov. Nacido en 1925 en Krasnodar, a la orilla del mar Negro, Salnikov formaba parte de la numerosa comunidad griega rusa descendente de los griegos que habían llegado al mar Negro para fundar colonias antes de Cristo. Futbolista de éxito, se formó en el Cénit de Leningrado, donde ganó la copa de 1944 convertido ya en una joven promesa. En 1946 se fue al Spartak, donde ganaría dos copas más. En 1950, sin embargo, decidió marcharse al gran rival, el Dinamo, en un movimiento que fue considerado una traición por los aficionados. Con el tiempo, Salnikov explicó los motivos. El Dinamo era el equipo controlado por la KGB, los servicios secretos soviéticos. Fichando por el Dinamo, Salnikov pretendía ayudar a su padrino, que había sido enviado a un gulag en una época en la que los miembros de minorías nacionales, como los griegos, eran perseguidos por el estalinismo. Una vez el padrino salió en libertad y Salnikov fue clave en el triunfo del Dinamo en la copa de 1953, marcando el único gol de la final, y en la liga de 1954, recibió permiso para volver al club del que siempre fue aficionado, el Spartak. Con ellos ganaría dos ligas y una copa. Además, en 1956 formó parte de la selección soviética que ganaría el oro olímpico en Melbourne, la ciudad donde su nieto ahora busca ser campeón del Abierto de Australia. El equipo soviético, con una generación dorada con Lev Yashin en la portería y jugadores como Netto, Streltsov y Salnikov, no tuvo rival. Salnikov después sería entrenador, con más éxito, a pesar de que las vio de todos los colores, puesto que trabajó un montón de años en Afganistán después de la invasión soviética dirigiendo la selección local.

El futbolista Serguei Salnikov con Igor Netto y Lev Yashin.

Mientras él jugaba partidos de veteranos y seguía entrenando clubes, una de sus hijas, Julia, empezaba a destacar como tenista; era miembro, por supuesto, del Spartak de Moscú. Salnikova llegaría a ser la número 1 mundial en categoría júnior, en la que ganó tres títulos y participó en diferentes ediciones de la Copa Federación con la selección soviética. A finales de los años 80, sin embargo, cansada de las lesiones, decidió estudiar la carrera de periodismo y compaginar los estudios con un deporte que la llevaría a conocer a Apostolos Tsitsipas, que sería su marido y entrenador hasta 1922, cuando se retiró después de dos años compitiendo como griega. La tierra de sus antepasados, donde acabó volviendo. Ahora, toda la herencia final recae en los hombros de Stefanos, que recuerda haber crecido en pistas de tenis, siempre con una raqueta en la mano, en Glifada, junto al Pireo, donde vivía.

Ahora, con 25 años, Tsitsipas se posiciona como uno de los nombres que quiere mandar en el tenis una vez se apague la estrella de Federer, Djokovic o Nadal. En la ciudad donde su abuelo se colgó un oro olímpico bajo una bandera roja, el joven griego ilusiona a los miles de australianos que no olvidan que las raíces las tienen en Grecia.

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